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General Motors acelera hacia la suspensión de pagos

El mayor respaldo de los acreedores facilita la reestructuración

General Motors se dirige ya hacia el taller. Con el Tío Sam al volante, el gigante de Detroit no tiene otra salida que declararse en suspensión de pagos para reestructurarse y sobrevivir en un mercado muy diferente al que dominó durante 77 años. Hoy puede ser el día. Es el camino que hace un mes emprendió Chrysler, del que podría salir hoy renovada. El respaldo de la mitad de los acreedores al canje de deuda facilitará a GM la conducción por ese tortuoso camino.

GM es algo más que un fabricante de coches devoradores de gasolina. Fue durante décadas símbolo del poderío industrial de EE UU y la espina dorsal de la clase media. El viernes, sus acciones valían menos un dólar, algo que no se veía desde 1933. La recesión, la ceguera de sus gestores, los altos costes laborales, el alza de la energía y la competencia exterior, pero también la pasión perdida de sus clientes, la tumbaron. Lo hecho hasta ahora fue insuficiente para salvarla. El Tesoro de EE UU lleva inyectados desde diciembre 19.400 millones de dólares (13.770 millones de euros) para mantenerla a flote. Entonces la suspensión de pagos ya empezó a verse como algo inevitable. Hay 50.000 millones más en camino, que podrían doblarse si la economía no repunta, no vuelve a fluir el crédito y las ventas no se recuperan.

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La de GM será la cuarta mayor suspensión de pagos en la historia de EE UU, tras las del banco de inversiones Lehman Brothers, Washington Mutual y la telefónica WorldCom, y por delante de la eléctrica Enron. La automovilística arrastra desde 2004 pérdidas que ascienden a 88.000 millones de dólares. Y debe a los acreedores 27.200 millones. Los bonistas esperan recibir a cambio entre un 15% y un 25% de la nueva GM.

La compañía está inmersa desde hace meses en un riguroso proceso de reducción de activos que contribuirán a agilizar la salida de la suspensión de pagos. Así busca deshacerse de las marcas Hummer, Saab, Saturn y Pontiac (acaba de vender Opel a la canadiense Magna), los activos malos del grupo. Y concentrar todos sus recursos de ingeniería y marketing en Cadillac, GMC, Chevrolet y Buick, los pilares de la nueva GM. En paralelo, está cerrando plantas, reduciendo costes laborales y sociales y no renovando contratos con los concesionarios menos rentables o con los niveles más bajos de ventas. El plan de reestructuración busca así hacerla más pequeña y ecológica para competir y ser rentable en un mercado en el que se venden 10 millones de vehículos al año y que demanda coches más eficientes. De esta manera espera dar vida rápido a la "nueva GM" que resurgirá de la suspensión de pagos, y que estará controlada por la Administración que preside Barack Obama, con el 72,5% del capital. El sindicato del automóvil tendrá el 17,5%.

El proceso podría durar entre 60 y 90 días. GM abandonará además el Dow Jones (el índice de valores industriales), donde no volverá a cotizar en más de un año. Menos tiempo en suspensión de pagos, menos dudas para los potenciales compradores a la hora de decidirse a adquirir un coche de la marca en crisis.

Sede central de General Motors en Detroit.
Sede central de General Motors en Detroit.EFE

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