Negocio del siglo para ABC, apuesta para el banco catalán
Arab Banking (ABC) ha hecho el negocio del siglo tras dos décadas presente en España: tras la expropiación de Rumasa, el Gobierno del PSOE vendió en 1984 la joya de este imperio, el Atlántico, por sólo 59,18 millones de euros a ABC (70%), y, con menores paquetes, al Banco Exterior y a Aresbank. Fue un golpe para el Bilbao (hasta ahora también en el capital del Atlántico como parte del BBVA), que ofreció 18 millones menos. Fue también una decisión contestada por el sector bancario, al pasar el Atlántico de manos públicas (el Estado) a otras manos públicas. ABC es un grupo financiero público de Libia, Kuwait y Emiratos Árabes.
El precio que paga el Sabadell muestra el valor estratégico que ve en el Atlántico. Primero, porque está muy focalizado en la banca de empresas y privada. Y, segundo, por su sólida implantación, sobre todo en Andalucía, Valencia y Madrid. En algunas zonas, como Cataluña, se producirán duplicidades importantes que implicarán un recorte de plantilla sin precisar. El Sabadell no quiere la red exterior del Atlántico, en paraísos fiscales. Algunas fuentes apuntaban un pacto con ABC que le permita deshacerse de ella.
Banc Sabadell, bajo presidencia de Josep Oliu y bajo la dirección de Joan M. Nin, lleva años en expansón, que arrancó hace ocho con la compra de NatWest (incluía el Banco de Asturias). En 2001 salió a Bolsa. A su favor juega la experiencia de la absorción de Solbank, Asturias y Herrero. Con el Atlántico, refuerza su posición en España: hoy, la mitad de su inversión, recursos y margen básico los aporta Cataluña. Su cuota en el mercado de créditos (6,1%) se suma a la del 1,6% del Atlántico. Su cuota por recursos de clientes (5,3%) sumará un 1,37% más.
Banc Sabadell, asesorado por Citigroup, ampliará capital en 1.000 millones, la mayor ampliación de su historia, para poder afrontar el pago en efectivo. Sus dos mayores accionistas, La Caixa (15%, fuera del consejo del banco) y BCP (8,5%) acudirán a ella. Está por ver hasta qué punto se diluirá la participación del equipo directivo y de las familias accionistas tradicionales, que en ningún caso superan el 1%.
