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Alemania ampliará la zona de seguridad alrededor de sus reactores nucleares

El radio de la máxima protección se amplía de los dos a los cinco kilómetros de las centrales El Gobierno mantiene 2022 para cerrar todas las instalaciones

Exterior de la central nuclear de Neckarswestheim ( Alemania).
Exterior de la central nuclear de Neckarswestheim ( Alemania). efe

Tres años después de la catástrofe nuclear que afectó a la localidad japonesa de Fukushima, el gobierno federal alemán anunció que iniciará un proceso legal destinado a ampliar las zonas de seguridad alrededor de sus reactores nucleares y señaló que la meta final de esta medida sería buscar una armonización a nivel de la Unión Europea de las normas de protección de desastres.

La iniciativa legal, dada a conocer en Berlín por la ministra de Medio Ambiente, la socialdemócrata Barbara Hendricks, está basada en una serie de recomendaciones elaboradas por la Comisión de Protección de la Radioactividad, que aconsejó que la población que vive en una zona de cinco  kilómetros alrededor de un reactor nuclear, debía ser evacuada en un plazo máximo de seis horas, en el caso de un accidente grave. Hasta la fecha, la zona de seguridad abarca solo dos kilómetros. La comisión también propuso que se ampliara la llamada zona intermedia de 10 a 20 kilómetros.

La “evacuación debe estar planificada para que concluya en la zona intermedia 24 horas después de las primeras señales de alarma”, señala la recomendación que fue aceptada por el Gobierno. La llamada “zona externa” que prevé el suministro de tabletas de yodo para la población será ampliada de 50 a 100 kilómetros. De ser aceptadas las recomendaciones, esta última medida afecta, por ejemplo, a ciudades como Hamburgo y Múnich, donde toda la población hasta los 45 años deberá recibir tabletas de yodo.

“Las actuales recomendaciones de la comisión son un enfoque apropiado para los planes de emergencia en el caso de accidentes en los reactores nucleares”, dijo la ministra Hendricks, quien admitió que los nuevos planes obedecían a la experiencia obtenida con la catástrofe de Fukushima.

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Este desastre también obró el milagro de forzar al Gobierno que dirigía Merkel en mayo de 2011 a legislar por segunda vez para llevar a cabo el apagón nuclear definitivo. Durante una maratoniana reunión realizada en la sede del Gobierno federal que duró más de 12 horas, los socios de la coalición que gobernaba el país ese año aprobaron una medida que convertirá a Alemania, en un plazo de ocho años, en la primera gran potencia industrial del planeta en abandonar completamente la energía atómica, una decisión que marcó un giro dramático en la política energética del Ejecutivo germano.

En el encuentro, la canciller Angela Merkel, como jefa de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU); Horst Seehofer, el líder de la CSU de Baviera; y Philipp Rösler, el nuevo presidente del Partido Liberal (FDP), también acordaron no volver a conectar las siete plantas nucleares que habían sido clausuradas provisionalmente tras la catástrofe de Fukushima.

El acuerdo, que fue aprobado por el Parlamento Federal, prevé que los tres reactores más modernos puedan retrasar eventualmente su cierre hasta fines de 2022 en caso de que surjan problemas con el suministro eléctrico. Los otros siete reactores serán desconectados en el curso de 2021. “Es definitivo: el final para las ultimas tres centrales nucleares es 2022 a más tardar”, dijo entonces, el ministro de Medio Ambiente, Norbert Röttgen, al anunciar el acuerdo alcanzado en la cancillería entre los líderes de los tres partidos de la coalición.

El acuerdo político alcanzado en Berlín también mantiene en vigor el impuesto que deben pagar las compañías eléctricas para las varillas de combustible nuclear y que tiene como meta financiar el desarrollo y construcción de centrales eléctricas de energía renovable. La recaudación ascendía a 2.300 millones de euros con 17 plantas en funcionamiento.

El acuerdo alcanzado en la madrugada del lunes también dejó sin efecto una polémica medida legal aprobada por el Ejecutivo en septiembre de 2010, cuando acordó prolongar la vida útil de los 17 reactores, una medida que retrasaba hasta 2036 la clausura de la última planta atómica. Pero Merkel decidió dar un giro radical a la política energética del Gobierno después del terremoto y tsunami en Japón.

Aun así, Alemania sigue preocupada y la nueva iniciativa demuestra que todas las previsiones son pocas a la hora de actuar ante una catástrofe nuclear. Aunque la más reciente iniciativa fue anunciada por el Ministerio federal de Medio Ambiente, la jurisdicción sobre las medidas de emergencia está en manos de los Estados federados, aunque nadie pone en duda que serán aprobadas.

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