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Se dejó caer por ser un banco pequeño que no afecta al sistema

El supervisor ha optado por la liquidación para evitar inyectar dinero público en la entidad

Íñigo de Barrón

“Banco Madrid acabará siendo un ejemplo de cómo un banco puede desaparecer en tres días sin tener dañados sus activos”, apunta un ejecutivo del sector. La crisis de la filial del andorrano BPA, el Banco Madrid, ha sido la primera que ha hecho España con toda la nueva artillería preparada para deshacerse de entidades problemáticas después del tsunamiregulador europeo sobre crisis bancarias.

La nueva legislación permite intervenir y liquidar un banco o, por otro lado, iniciar un proceso de resolución. El Banco de España ha optado por la liquidación porque la filial de BPA tiene unos activos de 1.200 millones, lo que supone menos del 0,01% del sistema.

Con este tamaño, el Banco Madrid no se puede considerar una entidad sistémica, es decir, que su caída pueda provocar un derrumbe en cadena de más bancos. Las entidades grandes tienen posiciones cruzadas con sus competidores que provocan daños en cadena si un día desaparecen, como sucedió con Lehman Brothers.

Además, según fuentes cercanas a la operación, se ha tenido en cuenta el tipo de clientela. Es decir, que al tratarse de un banco de gestión de patrimonios, tienen una alta formación y se supone que están más preparados para situaciones como éstas.

Por último, el supervisor quería evitar el uso de dinero público, algo que puede ocurrir cuando se apuesta por la resolución.

Evitar el compromiso del Estado

En estos casos, existe el compromiso de mantener viva la entidad y eso supone que se debe prestar la asistencia financiera que precise en su agonía hasta que se encuentra un comprador. Esta vía de dinero solo se la puede facilitar el Banco Central Europeo (BCE), que no se iba a prestar a ello en este caso, o el fondo de rescate, el FROB. Cualquier ayuda del FROB comprometería dinero del Estado, que después habría que intentar recuperar con el tiempo, a través de la venta de activos.

Esta opción suponía aceptar una posición muy comprometida que nadie quería asumir cuando se había llegado a la conclusión, este fin de semana, que la marca Banco Madrid estaba arruinada tras la detención del consejero delegado, Joan Pau Miquel Prats.

Además, las entidades españolas dejaron de ofrecer contrapartidas a Banco Madrid en el mercado interbancario, lo que aceleró su final. Esta situación también la está sufriendo la matriz BPA, que no puede operar nada en dólares desde hace una semana y muy poco en euros, gracias a algunos acuerdos de sus supervisores.

Otro factor que aconsejó ir a la liquidación fue la calidad del activo. La filial española de BPA tenía una solvencia del 30%, un récord absoluto en el sistema financiero español, donde se exige un ratio del 9%.

Con este panorama, la venta de los activos de la entidad y la recuperación del dinero invertido, no parece complicada. De todas formas, todo está en manos del juez, que deberán analizar los activos y pasivos de Banco Madrid, probablemente con la ayuda de algún experto financiero, y determinar el procedimiento de liquidación.

En línea con el Banco de España se manifestó el ministro de Economía, Luis de Guindos, que declaró ayer que se ha presentado concurso de acreedores “por es un banco pequeño y específico que no supone ningún tipo de riesgo sistémico para el sistema financiero español”.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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