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Un año de búsqueda para Urbikes

Tras verse obligado a vender el contrato para proveer de bicis urbanas a Copenhague, la empresa de Edu Sentis ha tenido que reducir su plantilla y actividad para sobrevivir

Clara Blanchar

Hace algo más de un año Edu Sentís ponía rostro a los emprendedores que sudan sangre por falta de crédito. Con su bicicleta Urbikes ganó el concurso de la bici pública de Copenhague, la meca de los pedales. Pasó por delante de otros modelos de 30 países. Pero perdió el concurso por falta de financiación para fabricar 11.000 unidades. Nadie le ayudó: ni los bancos, ni la administración, ni los glamurosos business angels, ni los fondos de inversión… Para no ser penalizado, tuvo que vender el I+D a una empresa alemana que fabricó las bicis para la capital danesa. “Aquí nadie mira los proyectos, quieren beneficio rápido y esto genera un desgaste que provoca que el talento y la innovación se pierda o se marche”, lamenta.

Eléctricas, finísimas tecnológicamente, pero robustas para soportar decenas de usos al día, las 11.000 Urbikes ruedan desde hace meses. ¿Y Sentís? “Estamos igual o peor, porque entonces teníamos 200.000 por cobrar de los daneses y ahora ni eso”. El año ha sido un viacrucis. De 11 trabajadores que eran, quedaron cinco. El sistema informático de las bicis tuvo problemas (sin ser responsabilidad suya, explica) y como el Estado danés no pagó al ayuntamiento, éste les dejó de pagar a ellos. “Era lo único que podíamos recuperar de toda la inversión en I+D”, suspira.

Ante la falta de liquidez, de los seis que quedaron en la empresa, cuatro se aplicaron un expediente temporal de seis meses. En Navidad, el desespero era tal que montaron una insólita campaña de crowdfunding: a cara de perro, clamaron que estaban a punto de cerrar y pedían para sobrevivir. Lograron 7.000 euros. “Para un mes más”, suspira Sentís. Y entonces les pagaron “los daneses”, los famosos 200.000 euros. Con esto han tirado hasta ahora, pero han tomado tres decisiones.

Una, separar en dos empresas las dos patas de negocio que hasta ahora colgaban de una sola: las bicis y Modular, el sistema de aparcamientos urbanos, que “va bien”. Dos, “abandonamos el desarrollo de la Traper”, la hija de la Urbikes, una bicicleta para flotas públicas que han desarrollado mientras tanto y que es “todavía mucho mejor, va cinco años por delante de lo que se está haciendo”. La tecnología de la bici de Copenhague la vendieron a una compañía alemana. La decisión es “parar para sobrevivir, no invertiremos ni en descolgar el teléfono si la llamada tiene que ver con la bici”.

Y tres: han cerrado la oficina del centro de Rubí (Barcelona) y se han concentrado en la nave industrial de un polígono, donde hasta ahora estaba solo la parte de los aparcamientos.

El último capítulo se ha produjo en julio, cuando el ICF (el banco público catalán) les ha prestado 50.000 euros. El plan ahora es ganar músculo con los aparcamientos y, sólo cuando la empresa tire, “volver a invertir esfuerzos en industrializar la Traper”. Para hacerlo ya tienen preacuerdos con empresas interesadas en fabricar la batería y la parte eléctrica y el cuadro.

A todo esto les ha pasado por la cara el concurso de la bici eléctrica del ayuntamiento de Barcelona. Ni se presentaron. “Lo han hecho mal, lo han planteado con unas características que no funcionarán, por precio y porque además de saber de bicis eléctricas hay que saber de bici urbana pública, y de eso hemos demostrado que sabemos”, se queja el empresario.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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