_
_
_
_
_

Escucha, lee y navega por el discurso de despedida de Obama

Sigue la alocución de Obama en inglés o doblada al español y utiliza el buscador para encontrar los temas que más te interesen

Presentadora: el presidente de Estados Unidos

Gracias

Hola, Chicago

Buenos días, buenas tardes

Es bueno estar en casa. Gracias. Gracias a todos. Gracias

Muchas gracias, gracias. Gracias. Gracias

Bueno. Ya lo entendí. ¡Qué noche es esa!

Uno puede ver que estoy muy relajado porque nadie más está aquí

Mis conciudadanos norteamericanos. Michelle y yo estamos muy emocionados por todas las cosas amables que nos han dicho en las últimas semanas, pero esta noche es mi momento para dar gracias. Si hemos visto a la gente, mis conversaciones con vosotros, el pueblo americano, en escuelas, en granjas, en plantas, en fábricas, y en guarniciones militares lejanas hemos seguido siendo honestos, inspirados y en marcha y todos los días he aprendido algo de vosotros para ser mejor presidente y mejor persona.

Cuando yo llegué a Chicago por primera vez con unos 20 años y todavía estaba buscando cuál iba a ser el objetivo de mi vida, en un vecindario no muy lejos de aquí, donde empecé a trabajar con grupos de parroquia y de fábricas y en esas calles vi el poder de la fe. La dignidad de los trabajadores en su lucha, las pérdidas...

El público corea "¡Cuatro años más!"

No, no. Eso no lo puedo hacer

El público sigue coreando "¡Cuatro años más!"

Aquí es donde aprendí que el cambio sólo sucede cuando la gente de la calle se compromete y se juntan para poner en marcha sus exigencias. Y después de ocho años como presidente sigo creyendo en eso. Y no sólo soy yo quien cree en esto~ es el ideal de nuestro ideario norteamericano, nuestro experimento de autogobierno. La convicción de que todos somos iguales. Y el señor nos ha dado derechos a todos.

La vida, la libertad y buscando la felicidad. Y estos derechos son evidentes pero nunca se han hecho por sí mismos. Nosotros, el pueblo, con el instrumento de nuestra democracia tenemos que hacer una Unión más perfecta, es una idea radical. El gran regalo que nos dieron nuestros padres fundadores: buscar nuestros sueños individuales, con nuestros esfuerzos duros. Y la idea de que hay que luchar juntos para lograr los grandes objetivos.

Durante 240 años, nuestra nación y sus ciudadanos hemos hecho trabajo objetivo en cada generación, por eso queremos una república y no tiranía. No queremos esclavos, queremos su camino a la liberación, para que los refugiados puedan cruzar los océanos y poder llegar aquí. Para darles a las mujeres derechos iguales. Para que los trabajadores tengan el poder de orgnizarse. Para que nuestros soldados se sacrifiquen en Irak, Afganistán... Hombres, mujeres que han estado dispuestos a ceder su vida por la República de los Estados Unidos.

Así que eso es lo que queremos decir cuando hablamos de la idea de América. No es que nuestra nación no tenga defectos, pero siempre ha mostrado que puede cambiar para mejor. Hacer algo mejor. Sí, nuestro progreso es desigual. En democracia siempre es difícil y polémico conseguir que funcione a veces casi imposible. Cada vez que hay dos pasos adelante parece que también se da un paso atrás. Pero la historia vista en perspectiva de Estados Unidos siempre es hacia adelante.

Buscar la fe de nuestros fundadores para que haya sitio para todos. No sólo para algunos.

Si yo os hubiera dicho hace 8 años que daríamos la vuelta a una gran recesión y que tendríamos la creación de empleo más continuada en nuestra historia. Si os hubieran dicho que tendríamos nuevo capítulo con los cubanos, reducir armamento nuclear, acabar con el que dirigió el ataque el 11 de septiembre, si yo os hubiera dicho que aseguraríamos que todo el mundo tuviera derecho, 20 millones de nuestros conciudadanos, el derecho a tener seguro médico. Si os hubiera dicho todo eso, me habríais dicho: "bueno, bueno, estás tirando muy alto". Pero eso es lo que hicimos.

Es exactamente lo que ustedes hicieron. Ustedes hicieron el cambio para dar respuesta a las esperanzas, y por ello, en cualquier forma de medirlo, América es más fuerte y mejor que hace 8 años, cuando empezamos.

De aquí a diez días, el mundo verá un momento clave de nuestra democracia. La transferencia pacífica de un presidente libremente elegido al siguiente. Yo le prometí al presidente electo Trump que esta sería la transición más suave y más rápida, como hizo para mía el presidente Bush. Porque eso es tarea de todos nosotros. Hacer seguro que el Gobierno se capaz de enfrentarse a los retos que tenemos. Y hay que hacerlo.

Lo tenemos todo para enfrentarnos a los retos. Somos la nación más próspera, más poderosa, más respetada en la tierra. Nuestra juventud, nuestra diversidad, nuestra capacidad infinita de reinventarnos significa que para nosotros es el futuro. Ese potencial sólo se realiza si nuestra democracia funciona. Sólo si nuestra política refleja la decencia de nuestro pueblo. Sólo si nosotros, todos, da igual de qué política o de qué intereses, tenemos el sentido de un objetivo común. Que necesitamos hoy.

Y sobre eso me quiero centrar ahora: el estado de nuestra democracia. Hay que entender que la democracia no exige uniformidad. Nuestros padres fundadores tenían discusiones. Llegaron a un compromiso. Pero sabían que la democracia exige un sentido básico de solidaridad. A pesar de todas nuestras diferencias, vamos juntos, porque juntos subimos o caemos.

Ha habido momentos en nuestra historia en que se necesitaba esta solidaridad que estaba amenazada, como al comienzo de este siglo. Un mundo que se reduce en tamaño, cambios demográficos, terrorismo, son fuerzas que han puesto a prueba nuestra democracia y nuestro espíritu y cómo enfrentamos estos retos en nuestra democracia o cómo educamos a nuestros hijos o creamos nuevo empleo. En otras palabras, determinará nuestro futuro.

La democracia no funcionará a menos que todos estemos de acuerdo. La economía vuelve a crecer, es mejor el precio de las viviendas, la pobreza se está reduciendo. Los ricos est´án pagando una parte proporcional en impuestos, y el desempleo está en su punto más bajo en 10 años. Los gastos médicos están subiendo en su ritmo más bajo en años. Y, repito, si alguien puede hacer un plan mejor, a estas mejoras que nosotros hicimos, que está dando cobertura a tanta gente, entonces, yo también lo apoyaría. Si alguien viene con un plan mejor.

Por eso servimos al pueblo. No para ponernos medallas, sino para que la vida de la gente mejore. Pero, a pesar de todos los progresos y avances, sabemos que no basta. Nuestra economía no funciona tan bien ni crece tan bien cuando sólo crecen algunos a expensas de la clase media y de la gente trabajadora. Ese es un argumento económico, pero eso también puede ser una amenaza a la democracia. Cuando el 1% de arriba tiene más patrimonio que todos los demás y hay mucha gente que se queda atrás. Gente que ha perdido su trabajo o gente que tiene un salario simple.

El Gobierno no sólo debe servir a los ricos. Esto causa polémica en nuestra política. Eso no se arregla rápidamente desde luego. El comercio debería ser justo no sólo libre. Pero el cambio no vendrá de fuera, sino por el cambio de la automatización que va a haber y que puede hacer desaparecer muchos empleos. Hay que hacer una lucha social para darles a todos nuestros niños la educación que necesitarán. La formación profesional. Que haya unión, sindicalización de los trabajadores para conseguir mejores salarios. es algo que hay que hacer ahora.

No se puede mejorar la fiscalidad sólo para la gente que obtiene los beneficios. Hay que beneficiar al mayor número de ciudadanos posible. Podemos hablar de hacerlo de la mejor manera, pero no se puede ser cómodo frente a los propios objetivos. Debemos crear oportunidades para todos, porque la división frenará nuestro progreso. Hay otra amenaza para la democracia. Es tan vieja como nuestra propia nación. Después de empezar mi mandato se hablaba del haber acabado con la división racial. Era demasiado idealista y no era realista.

La raza sigue siendo una fuerza poderosa y dividida en nuestra sociedad. Desde luego sé que las relaciones entre razas están mejor ahora que hace 10 o 20 años. Diga la gente lo que diga. Se ve no solamente en las estadísticas sino en la actitud de gente joven en cualquier lugar ideológico en el que se coloquen. Pero no estamos donde debíamos llegar. Y todos tenemos que trabajar para ello. Si cada cuestión económica se le plantea como una lucha entre una clase media y una minoría que no lo merece, entonces los trabajadores de todo tipo seguirán teniendo las migajas y los ricos se quedarán con todo.

Si no queremos invertir en los hijos de inmigrantes sólo porque no se nos parecen, reduciremos las perspectivas de nuestra propia juventud, porque cada vez será una porción más grande dentro de la clase trabajadora de EE UU. Y hemos demostrado que nuestra economía no tiene que ser un juego de 00. Los ingresos tienen que subir para todos: para hombres, para mujeres, para todo tipo de procedencia racial. Y para ir más adelante hay que luchar más contra la discriminación. En la educación, en las viviendas, en la justicia... Eso es lo que manda nuestra constitución. Y lo que exigen nuestros ideales.

Pero cambiar las leyes no basta, tienen que cambiar los corazones. No lo harás de un día para otro las actitudes en una sociedad a veces necesitan generaciones para cambiar. Pero para que funcione nuestra democracia como debe, para poder seguir siendo la primera nación, cada uno de nosotros tiene que entender el consejo de que nunca entiendes a una persona hasta que no lo entiendes como alguien de tu propio grupo. Te pones en sus zapatos.

Hay luchas para obtener justicia no sólo para los refugiados, los inmigrantes o los pobres o los transgénero, sino también el trabajador blanco de clase media que parece tener las ventajas pero ve un cambio tecnológico profundo en lo que le viene encima. Hay que escuchar esos cambios.

Para los americanos blancos también saben que la esclavitud no simplemente desapareció, como los grupos en minoría no solamente tienen un racismo al contrario sus protestas no exigen un tratamiento especial, sino el trato igual que promete nuestra Constitución.

Para los americanos nativos hay que recordar que lo que se dice de inmigrantes y los estereotipos lo decían igual sobre los irlandeses cuando llegaron y los italianos y los polacos. Se decía que iban a destruir el carácter fundamental de los norteamericanos. Y no fue así. Y no se debilitó Estados Unidos, sino que ellos también adoptaron las creencias de esta nación y la reforzaron. Así que con independencia de dónde estamos todos tenemos que esforzarnos más para empezar desde el punto de vista de cada uno de los conciudadanos que ama a nuestra nación tanto como nosotros y que valoran el trabajo y la familia como nosotros. Y sus hijos tienen tantas esperanzas y son merecedores de amor como los nuestros.

No es fácil, para muchos de nosotros es más fácil meterse en una burbuja con gente alrededor que todos son iguales a nosotros, que todos piensan igual y que nunca te plantean retos. Todos partidistas, con diferencias regionales, división de las familias con un canal para cada gusto... Todo eso parece que hace que sea inevitable esas diferencias. Y nos sentimos tan seguros en nuestra burbuja que aceptamos sólo la información, verídica o no, que encaja en nuestras opiniones, en vez de adaptar las opiniones a las pruebas, a los hechos.

Esa tendencia es una amenaza a nuestra democracia. La política es una lucha de ideas. Así es como se diseñó nuestra democracia. Es el debate saludable de los objetivos y de cómo llegar, pero tiene que haber una sensación de terreno común. Y de admitir nueva información. Y ver que un oponente puede tener un punto de vista razonable. Y hay que seguir hablando para encontrar terreno común, para comprometerse. Esto es parte de lo que hace que la política a veces sea una cosa de enfrentamiento.

Cómo pueden en el Congreso protestar contra el gasto de dinero para inmigrantes, pero no para los ricos. Por qué nunca podemos ver lo que propone el de enfrente. Ese uso selectivo de los hechos es muy malo. Me decía mi madre: "Nos va a costar mucho esas distancias". Mira el caso del cambio climático: en ocho años nos hemos hecho independientes del petróleo extranjero. Y hemos prometido al mundo que vamos a salvar el planeta.

Pero sin una acción más audaz nuestros hijos no podrán hablar sobre si existe o no el cambio climático. Estarán demasiado ocupados en luchar contra sus resultados. Grandes oleadas de refugiados por el clima. Nosotros podemos y debemos plantearnos cuál es el mejor modo de enfrentarse a ello. Pero simplemente negar que existe este problema para las generaciones futuras eso traiciona el espíritu esencial de esta nación. De resolver los problemas, de entender lo que nos dijeron los padres fundadores.

Es ese espíritu, nacido de la Ilustración, que nos hizo poderosos económicamente. Que se puso en marcha para acabar con enfermedades, para tener una computadora en cada casa. Ese espíritu, que crea aviones, y la prioridad de derechos sobre el poder para acabar con la tiranía, para luchar contra la depresión, que nos dejó lograr un orden después de las guerras mundiales sólo por poder militar. Pero está construido sobre la regla de la ley, la libertad religiosa, la libertad de expresión, unos medios de comunicación libres... Esos son los valores básicos.

Ahora hay muchos retos contra ese orden que construimos. Los fanáticos violentos, que dicen que hablan en nombre del islam, y también por otros en capitales extrajeras, que odian a la sociedad abierta como una amenaza a su poder. Los peligros para nuestra democracia que son más profundos que simplemente una bomba o un misil. Representan el miedo al cambio. La gente que no quiere que haya otros diferentes. Los que desprecian la ley. Creer que una bomba o un fusil o una propaganda de la verdad, esa creencia equivocada. Pero gracias a la gran valentía de nuestras fuerzas del orden y nuestros diplomáticos, ninguna organización terrorista extranjera ha ejecutado ningún ataque en estos ocho años dentro de nuestras fronteras.

Ya sabemos lo que pasó en Boston y en San Bernardino. Todos esos actos violentos nos demuestran lo peligrosa que es la violencia. Hemos acabado con millares de terroristas, incluyendo a Bin Laden. La coalición global contra el ISIS está acabando con sus líderes. Y les ha quitado la mitad de su territorio. Y acabaremos con el ISIS.

Nadie que amenace a Estados Unidos podrá escaparse. Ha sido un honor para mí ser el comandante en jefe de todos los que han servido en nuestras fuerzas armadas. Pero proteger nuestra forma de vida no sólo es el trabajo de los militares. La democracia exige una lucha y pierde el miedo. Nosotros los ciudadanos debemos estar vigilantes ante las amenazas externas. Y también frente al debilitamiento de los valores que nos han hecho lo que somos.

Por eso en los últimos ocho años he trabajado para que la lucha contra los terroristas tenga reglas justas, porque pusimos fin a las torturas para mantener las libertades. Y yo rechacé la discriminación contra los musulmanes en EE UU. No quiero los miedos.

Esa es la razón por la que nosotros no podemos retirarnos de las grandes luchas en el mundo. Para ampliar los derechos contra la discriminación sexual, aunque sea más cómodo ignorar esos valores, pero eso es parte de defender Estados Unidos.

Michelle. (aplauden con intensidad)

Michelle LaVaughn Robinson, una chica del barrio de South Side. En los últimos 25 años [Michelle] no solo ha sido mi esposa y madre de mis hijos, ha sido mi mejor amiga.

Hiciste un papel que no pediste y lo hiciste propio. Hiciste un papel que no pediste y lo hiciste propio, con gracia, con fuerza, con estilo y con humor.

Hiciste que la Casa Blanca fuera la casa de todos y por eso una nueva generación tiene mejores objetivos porque eres el modelo que quieren imitar. Me has hecho muy orgulloso y has hecho orgullosa a la nación.

Malia, Sasha, mis hijas En las circunstancias más extrañas os habéis convertido en dos jóvenes fantásticas, listas, guapas y amables y tenéis compasión y pasión.

Lleváis el peso de estar a la vista de todos con gran facilidad. Estoy orgullosísimo de ser vuestro padre.

Y a Joe Biden, el vicepresidente

Ese chico que se convirtió en líder de Delaware. Es la primera decisión que tomé en mi mandato y fue la mejor decisión, no sólo por ser un gran vicepresidente sino también porque me hiciste hermano. Os queremos a ti, a Jill, a toda tu familia. Vuestra amistad nos ha dado grandes alegrías en la vida.

Y a mi equipo fantástico durante 8 años y algunos que me han acompañado muchos más años. Me habéis dado vuestra energía y he intentado reflejarlo. El carácter, el idealismo, la compasión. Habéis crecido, os habéis casado y habéis tenido niños. Habéis empezado otros viajes e incluso en los momentos más duros y frustrantes nunca habéis dejado que Washington os ganase. Habéis servido a los ciudadanos y me siento orgulloso por todo lo que habéis hecho y todo lo que vais a conseguir a partir de hoy.

Y todos los que estuvisteis en la organización, los que os mudasteis y fuisteis a otros lugares a dar la bienvenida a todo voluntario que iban puerta por puerta. Los jóvenes que fueron a votar por primera vez. Todos los norteamericanos que trabajaron por el cambio sois los mejores que nadie pudiera pedir y siempre me sentiré agradecido. Hicisteis el cambio, sí lo hicisteis. Eso por lo que salgo de aquí hoy más optimista sobre esta nación que hace ocho años. Lo sé porque nuestro trabajo ha ayudado a muchos a inspirado a muchos, especialmente a gente joven para que tengan la fe de que puedas cambiar. Que puedes hacer algo más grande que nosotros mismos. Esta generación nueva que es altruista, creativa, patriótica Os he visto, por todo el país. Creéis en una sociedad justa. Sabéis que el cambio siempre ha estado en EE UU. No hay que tenerle miedo sino abrazarlo. Este trabajo duro de la democracia, lo haréis. Pronto estaréis ahí, más que nosotros. Esto es el futuro y está en buenas manos.

Mis conciudadanos. Ha sido un gran honor en mi vida poder serviros. No dejaré de hacerlo. Seguiré estando ahí como ciudadano durante todos los días que me queden de vida. Pero por ahora, joven o joven de corazón os pido una cosa final como Presidente, igual que hace ocho años. Os pido que creáis, no en mi capacidad de hacer cambios, sino en vuestra propia capacidad: Os pido mantener esa fe que está en los documentos de nuestra Constitución que acabó con la esclavitud. Este espíritu que sintieron los que marcharon por la libertad. Los que llevaban la bandera en campos de batalla pero también en la Luna, la fe de todos los americanos: Si que podemos, sí lo hicimos. Sí que podemos. Gracias. Dios os bendiga y que Dios bendiga a los EE UU, Gracias a todos.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_