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OBITUARIO

Clyde Snow, memoria en los huesos

Pionero de la antropología forense ayudó a aclarar algunas de las más notorias masacres en Croacia, Irak, EE UU y Latinoamérica

Clyde Snow, pionero estadounidense de la antropología forense, en 1986
Clyde Snow, pionero estadounidense de la antropología forense, en 1986DAVID LONGSTREATH (AP)

“Los huesos no olvidan. Tienen una historia que contar”, afirmaba Clyde Snow, antropólogo forense estadounidense que recorrió el mundo analizando los secretos y los horrores que pueden delatar los huesos de una persona. El científico resolvió algunas de las más intrincadas investigaciones forenses de la historia reciente en una época en la que los especialistas —carentes de medios informáticos o de la crucial técnica de identificación por ADN— trabajaban con herramientas que ahora parecen rudimentarias. Snow falleció el pasado viernes a los 86 años en Oklahoma como consecuencia de un cáncer de pulmón.

Nacido en 1928 en Fort Worth (Texas), se graduó en Ciencias en la Eastern New Mexico en 1951 pero en la década de los sesenta se reorientó hacia la Arqueología. Algunos años más tarde se doctoró en Antropología.

Unos años antes trabajó en las Fuerzas Aéreas y en la Administración Federal de Aviación, donde su contribución ya fue vital. Allí examinó cómo hacer más seguros los aviones comerciales en caso de accidente. Snow descubrió que en los siniestros la mayoría de los pasajeros fallecían por inhalación de humo y no por lesiones de impacto, y que las personas sentadas cerca de las salidas registraban las tasas de mortalidad más bajas. A raíz de estos hallazgos, las aerolíneas rediseñaron la distribución interior de los aviones.

Durante cinco décadas, Snow trabajó sobre algunos casos de alto voltaje político: desde los del presidente estadounidense John F. Kennedy hasta los de víctimas de masacres en Latinoamérica o Croacia, pasando por la identificación de notorios fugitivos nazis.

Tras el asesinato de Kennedy Snow confirmó, a instancias del Congreso, que las radiografías que se tomaron durante la autopsia eran verdaderamente las del fallecido presidente. En 1985 fue llamado a Brasil para examinar unos restos encontrados cerca de un cementerio en São Paulo: Snow verificó que pertenecían a uno de los más infames criminales nazis, Josef Mengele, autor de espeluznantes experimentos con seres humanos en Auschwitz. Muchos años después, en 1992, pruebas de ADN corroborarían esa identificación. También colaboró con el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia en el esclarecimiento de la masacre del hospital de la ciudad de Vukovar.

También investigó la muerte del faraón egipcio Tutankamón hace 3.300 años, y en 2006 testificó contra Sadam Husein en el juicio por genocidio en el que el exdictador iraquí fue condenado a muerte por crímenes contra la humanidad. Igualmente, participó en la identificación de muchas de las 168 víctimas mortales del atentado en Oklahoma City en 1995.

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Mención aparte merece la labor de Snow en Latinoamérica, donde investigó sin desmayo múltiples crímenes contra la humanidad. En 1984, un año después del fin de la dictadura militar, llegó a Argentina a petición de las Abuelas de la Plaza de Mayo, pero se quedó cinco años más y formó el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), relata Mercedes Doretti, investigadora senior de esa institución. “La generosidad, como científico y como persona, eran notorias. Su dedicación y su pasión, científica como humanitaria, hicieron que pudiera aguantar las condiciones de trabajo en nuestros países, pues no recibía ninguna remuneración económica —a lo mejor, becas de fundaciones—, sus ingresos eran muchísimo menores o inexistentes en comparación a cuando trabajaba en Estados Unidos”, añade Doretti.

Con un castellano casi inexistente —según relata el antropólogo forense peruano José Pablo Baráybar—, recorrió Chile, Guatemala y El Salvador para participar en exhumaciones de los restos de masacres, y a la vez, formar a forenses locales que luego continuaron el trabajo: en Chile creó el Grupo de Antropología Forense en 1989, hoy desaparecido; en Centroamérica, la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), aún activa.

La aportación de Snow fue asimismo crucial en las investigaciones de la matanza de El Mozote, en El Salvador. En palabras de Doretti: “Fue la matanza más grande de la guerra civil de 1980 a 1992: murieron más de 1.000 personas en un operativo del Ejército salvadoreño. Parte del equipo argentino fuimos con el doctor Snow a trabajar en ese caso para la Comisión de la Verdad de la ONU que se creó con los acuerdos de paz: hicimos el trabajo de campo y él el de laboratorio”.

La finalidad de su labor, explicaba Snow con humildad, simplemente era tratar de dar voz a quienes ya carecían de ella.

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