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Benita Ferrero-Waldner | Presidenta de la fundación EU-LAC

“El Vaticano podría cambiar muchas cosas en Venezuela”

La presidenta de la fundación que engloba a 28 países europeos habla de la crisis política del Gobierno de Maduro y otros temas relacionados a América Latina y el Caribe

Benita Ferrero-Waldner, en una imagen de 2009
Benita Ferrero-Waldner, en una imagen de 2009Uly Martín

Benita Ferrero-Waldner (Salzburgo, 1942) cree que la única solución para acabar con la peligrosa crisis que afecta a Venezuela pasa por el diálogo dentro de un marco de respeto y de tolerancia mutua. Es más, aunque desde su función como presidenta de la fundación de la Unión Europea, América Latina y el Caribe (EULAC), le gustaría ver como la Unión Europea (UE) adopta una posición más activa en la crisis, respalda y ve con mucho interés la propuesta que hizo la Iglesia católica de Venezuela, que pidió la mediación del Vaticano. 

“El Vaticano podría cambiar muchas cosas en Venezuela”, dijo la exministra de Asuntos Exteriores de Austria y excomisaria durante una entrevista con EL PAÍS en Berlín. La presidenta de la fundación, que agrupa a los 28 miembros de la UE y a los 33 Estados de América Latina y el Caribe también defendió la reanudación del diálogo entre Bruselas y Cuba. “Es la única forma de poder iniciar un cambio”, dijo.

Pregunta.- ¿La Unión Europea está dispuesta a involucrarse más en el conflicto venezolano?

Respuesta.- Lo primero que hay que hacer es detener la violencia. Después tendría que haber un diálogo entre la oposición y el gobierno con respeto y tolerancia mutua. Tendrían que recuperar el sistema democrático, con separación de poderes, respeto a los derechos humanos y respetando el voto del pueblo.

P.- La política oficial de la UE es promover el dialogo, algo que también pide el presidente Maduro desde las páginas de The New York Times, pero la violencia sigue y la oposición no parece dispuesta a ceder.

R.- La Unión Europea solo podría entrar si ambas partes, el Gobierno y la oposición, pidieran la intermediación de Bruselas, que siempre ha estado dispuesta a promover el dialogo. Tendría que haber una posición común de los 28 estados miembros para poder actuar. De momento, Bruselas solo ha condenado la violencia.

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P.- La iglesia católica venezolana pide la mediación del Vaticano para recuperar el diálogo. ¿Cree usted que un cardenal pueda llevar la cordura a un país donde Cuba tiene tanta influencia?

R.- Hay grupos que trabajan de una manera muy eficaz y de forma confidencial en el Vaticano y que han hecho buenos oficios para muchos otros países. No me parece mala idea si lo hicieran. El Vaticano podría cambiar muchas cosas, a pesar de la influencia de Cuba en Venezuela.

P.- Bruselas ha reanudado el diálogo con La Habana.

R.- Yo siempre he opinado que es necesario hablar con Cuba. Ahora eso se está haciendo por una razón muy simple. Si uno quiere iniciar un cambio es necesario tener un cierto compromiso y en Cuba hay, aunque de forma muy gradual y lenta, cambios. Especialmente en el sector de la economía privada. Hay que intentar abrir la puerta un poco más para poder iniciar un cambio.

P.- En América, la potencia emergente parece ser México. El gobierno del presidente Peña Nieto ha impulsado reformas cruciales para el futuro del país, sobre todo la apertura a la inversión extranjera en la sector petrolero. ¿Cómo se ve este proceso desde la UE este proceso?.

R.- Hay gran interés en lo que está pasando. El presidente Peña Nieto hará muy pronto una visita a España y mostrará que su país está inmerso en un proceso de evolución porque se atrevió a hacer reformas que eran complicadísimas.

P.- Aun tiene por delante el desafío del narcotráfico. Uruguay dio un paso crucial y legalizo la venta de Marihuana. Mexico es un gran productor de marihuana y un corredor de la cocaína que se produce en Colombia. ¿Llegó la hora de legalizar la droga para acabar con el poder de las mafias?

R.- Todo lo que pueda mitigar o reducir el narcotráfico es positivo. Pero también hay que luchar contra la parte criminal sin dejar de lado la parte social. La marihuana se podría legalizar, pero no todas las drogas fuertes.

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