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MARIO MONTI Ex primer ministro de Italia

“Alemania será menos dura si el Sur demuestra que hace los deberes”

“Necesitamos que vuelva la política. Falta un plan maestro” en la Unión Europea, afirma el economista y tecnócrata

Claudi Pérez

Economista, comisario europeo, tecnócrata, primer ministro, político y, por encima de todo, incluso en las entrevistas, profesor. Mario Monti (Varese, 1943) acaba de dejar atrás año y medio de controvertida aventura política al frente de Italia, que resume en una escueta frase de la que casi nadie más en el Sur puede presumir: “Evitamos a la troika”. Europeísta convencido, Monti alberga dudas sobre la salida de la crisis europea y afirma, como ya decía cuando era primer ministro, que hacen falta estímulos en el centro para compensar los recortes en la periferia. De cajón. De cajón, excepto en Bruselas, en Fráncfort y en Berlín. Monti, que salió trasquilado de las últimas elecciones italianas, promete dar guerra desde la presidencia del Consejo para el Futuro de Europa, vinculado al Instituto Berggruen, la institución impulsada por el financiero Nicolas Berggruen, ligado a su vez al grupo que edita EL PAÍS.

Pregunta. ¿Ve suficiente la respuesta europea contra la crisis?

Respuesta. Ha habido progresos, aunque siempre por detrás de los acontecimientos. Integración implica cesión de soberanía y eso es muy costoso políticamente: por eso solo en casos de emergencia los políticos tienen coraje para eso. Pero los países han respondido, y la gobernanza económica ha dado un salto adelante. Y digo un salto, no un paso.

P. A la vez vemos crecer la fractura Norte-Sur. ¿Es peligroso?

R. Cuando se toman decisiones a toda prisa y sin un plan maestro es lógico que resurjan esos antagonismos, alimentados por los estereotipos. Eso puede causar problemas graves: es un caldo de cultivo del populismo.

P. ¿No le falta política a esta Europa? ¿Peca de economicista?

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R. Lo que más me impresionó en mis 18 meses de cumbres fue la falta de debate sobre los aspectos más puramente políticos de la integración. Necesitamos imperiosamente que vuelva la política. La crisis es extremadamente compleja, pero las decisiones sobre Grecia, Irlanda, Portugal, España o Chipre se tomaron sin que nadie fuera capaz de ampliar el foco, sin un plan maestro. No hemos discutido lo suficiente sobre la dirección que estábamos tomando. Por eso, por ejemplo, no ha habido políticas de crecimiento.

P. Mucho palo; poca zanahoria.

R. Eso es. Y eso que tanto Italia como España y otros países intentaron que hubiera políticas de estímulo en Bruselas, sin que eso significara evitar la disciplina fiscal ni las imprescindibles reformas. A la larga, si el Sur demuestra que hace progresos, el Norte tiene que abrir la mano con estímulos.

P. Pues eso no acaba de verse.

R. No hay que minusvalorar la evolución de los dos últimos años. La cumbre de junio de 2012 aprobó el Pacto por el Crecimiento.

P. No se ha puesto en marcha.

R. Es verdad que la mayor parte del pacto aún tiene que activarse, pero sigue sirviendo como guía, como dirección. Hay más ejemplos: los países que cumplen con el déficit se pueden beneficiar de un tratamiento más flexible de la inversión. Y lo más importante: Hollande, Rajoy y yo mismo cooperamos para que el Consejo de junio de 2012 acordara las directrices básicas de lo que debe hacerse cuando los mercados llevan las primas de riesgo a niveles excesivos. Con esa base, el BCE activó un instrumento de compra de deuda que, sin haberse utilizado, tranquilizó al mercado.

P. Varios países han reinterpretado algunos de esos acuerdos, encabezados por Alemania. ¿Cómo se lleva con Berlín?

R. Europa le debe mucho a Alemania. Desde su creación: esa idea de la economía social de mercado, grabada a fuego en los tratados, es alemana. Es verdad que Berlín interpreta ese modelo con el énfasis en la disciplina fiscal y la inflación. En la cultura política alemana, el crecimiento procede del comportamiento económico virtuoso, mientras que otras culturas políticas incorporan conceptos como la gestión de la demanda y los déficits. Nuestro deber es encontrar un camino intermedio: Alemania y el BCE serán menos duros si el Sur demuestra que hace un trabajo serio, que hace los deberes. España ha hecho grandes esfuerzos, en especial con las reformas. Italia concentró todos los esfuerzos en evitar pedir financiación a la UE y al FMI. Conseguimos evitar a la troika, pero pagamos a cambio un alto precio.

P. ¿Va a ser Italia la nueva frontera de la crisis europea?

R. Italia es el único país del sur de Europa que no está bajo un programa de rescate. Es el único país del sur que no está bajo el procedimiento de déficit excesivo, algo que no pueden decir ni siquiera Francia y Holanda. Por supuesto que hay problemas graves, y no solo en la banca. Pero también se vislumbran señales positivas, un poco como en España. No creo que Italia sea la próxima parada de la crisis.

P. ¿Y España?

R. Creo que Mariano Rajoy vivió situaciones de gran incertidumbre a su llegada al Gobierno, en particular por la comunicación respecto a sus planes fiscales. Italia está mejor que España en cuando a disciplina presupuestaria, pero España está mejor que Italia en lo relativo a las reformas.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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