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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Xi Jinping desafía a Trump

La Nueva Ruta de la Seda que propone Pekín aumentará la influencia china en el comercio global

Xi Jinping, presidente chino, con Rex Tillerson en segundo plano
Xi Jinping, presidente chino, con Rex Tillerson en segundo plano FRANCE PRESS

El anuncio, todavía impreciso, del gran plan de inversiones que propone China para construir una ruta que una Europa, Asia y África (la nueva Ruta de la Seda) ha provocado reacciones muy reticentes. China plantea el mayor programa de infraestructuras de la historia (al que aportará unos 110.000 millones de euros, pero con inversiones públicas y privadas que pueden llegar a los 26 billones de dólares en diez años) para garantizar la unión comercial entre las tres áreas mediante la construcción de puertos, vías férreas, carreteras y plataformas logísticas en 65 países. Afectaría el megalomaníaco plan a un tercio del PIB global y, según la versión oficial china, garantizaría la cooperación y el comercio mundial.

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¿Es posible articular un plan de esta ambición y complejidad? Sin la colaboración decidida de Europa, Japón y Estados Unidos, probablemente no. Bruselas, Tokio y Washington interpretan el anuncio de Xi Jinping como un intento de aumentar la influencia de Pekín en el mundo. China necesita una conexión física para comprar materias primas y exportar sus productos. Las protestas de Xi de que China no pretende con su iniciativa “interferir en los asuntos de otros países” no son demasiado creíbles; quien controla el flujo de inversiones aplicadas, sobre todo si se trata de sociedades emergentes o poco desarrolladas, tiene el mayor grado de influencia en esa zona. Va de suyo. Es imposible disociar poder económico de influencia política.

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Pero Xi ha hecho un movimiento estratégico inteligente. Que el plan global sea inmanejable no significa que no tenga capacidad de atracción inversora para las empresas. Además, el desafío político está ya sobre la mesa: Pekín responde a las baladronadas proteccionistas de Trump con un programa que puede vestirse como una defensa de la globalización. El comercio mundial tiene horror al vacío; China quiere llenarlo y competir con Estados Unidos para ocupar el liderazgo económico mundial.

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