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Universitarios españoles diseñan el tren que ‘vuela’ a 1.000 km/h

El equipo de la Politécnica de Valencia pasa a la recta final del concurso mundial convocado por Elon Musk para desarrollar el transporte del futuro

Cristina Vázquez
Daniel Orient y Juan Vicén, fundadores del equipo de la UPV, con una maqueta del módulo.
Daniel Orient y Juan Vicén, fundadores del equipo de la UPV, con una maqueta del módulo. JOSÉ JORDÁN

Un equipo de universitarios españoles sigue en la carrera por el diseño de Hyperloop, el tren más veloz del mundo que el millonario empresario Elon Musk -cofundador de Paypal, Tesla Motors o SpaceX- comenzó a pergeñar en 2012. Cinco estudiantes de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), dirigidos por Vicente Dolz, un ingeniero aeroespacial apasionado de la ciencia y la tecnología, se embarcaron hace más de un año en la aventura de diseñar el medio de transporte del futuro. Ahora el equipo se ha ampliado a 30 personas y en verano presentarán a la competición de Musk un prototipo completo del tren. 

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In English: Spanish university team designs 1,000km/h “flying” Hyperloop train

Cuando en enero de 2016, el equipo Hyperloop UPV fue seleccionado en la Universidad de Texas por el jurado de SpaceX entre decenas de universidades de todo el mundo por presentar el mejor diseño y mejor subsistema de propulsión, estos jóvenes sintieron en sus propias carnes lo que es levitar. Estaban locos de contentos y, además, seguían en la competición.  

Los patrocinios conseguidos obraron el milagro y ahora trabajan en la construcción de un pod o módulo de dos metros de largo por uno y medio de alto que probarán en el circuito de Musk en unos meses y que cuesta unos 100.000 euros. La idea de SpaceX no es otra que crear un transporte de pasajeros y mercancías que levita por tubos al vacío a velocidades de hasta 1.000 kilómetros la hora, lo que permitiría, por ejemplo, viajar de Madrid a Barcelona o de Los Ángeles a San Francisco en apenas media hora.

El sueño de estos universitarios comenzó mucho antes; cuando en 2015 uno de ellos se enteró por Internet del concurso internacional de Musk. Buscó a compañeros de viaje en Makers UPV, un foro de estudiantes hambrientos de conocimientos y experiencia, sacaron fórmulas y planos y se pusieron a imaginar cómo diseñar ese cruce entre tren y avión que es Hyperloop.

Ahora compiten en el concurso equipos de casi una treintena de instituciones, entre las que destacan el MIT (cuyo modelo fue elegido como mejor diseño en Texas en 2016), la Universidad de Múnich (con el prototipo más rápido y con mejor comportamiento) o la de Delft, Holanda, que tuvo la mejor puntuación global en el encuentro en Los Ángeles del pasado enero. Incluso hay un equipo compuesto por personas de 14 países que surgió a través de la plataforma Reddit.

Así es el prototipo de Hyperloop UPV.

La Universidad Politécnica se volcó con sus pupilos; les pagó los billete de avión y el hotel en Texas y allí se plantaron. Se presentaron a las modalidades de diseño y propulsión y ganaron. “No optábamos a la fase de construcción del prototipo por falta de capacidad económica”, confiesan Juan Vicén y Daniel Orient, dos miembros del equipo primigenio, licenciados en Ingeniería y estudiantes de máster de 23 años. Su participación ha corrido como la pólvora en ambientes económicos y académicos y hoy disponen de unos 20 patrocinadores, el último y más importante, la consultora tecnológica Altran. Unos ponen dinero, otros materiales.

Hace tres fines de semana que regresaron de Los Ángeles, donde vieron in situ la pista de pruebas de SpaceX, un circuito de kilómetro y medio al vacío que, según les dijeron, es, tras el acelerador de partículas, la cámara al vacío más grande del mundo. “Vimos prototipos [de pod] que caben en una maleta y otros que pesan más de tonelada y media”, rememora Vicén, un enamorado de las startups.  

Un tren que vuela

Hyperloop es uno de los proyectos más sonados de Elon Musk, el magnate al frente de Tesla y de SpaceX, su plan espacial. Este sistema de traslado de personas y mercancías en tubos al vacío fue bautizado por Musk como "el quinto medio de transporte" cuando presentó la idea en 2012. En realidad, la idea es similar a la del tren bala japonés, que utiliza campos magnéticos para levitar sobre los raíles. Pero Hyperloop pretende alcanzar velocidades de hasta 1.000 km/h al evitar el rozamiento del aire.

Musk enunció su idea como un concepto posible cuya viabilidad quiere demostrar ahora. Un equipo de ingenieros de sus empresas trabajaron en un modelo teórico en 2013 y desde entonces Musk ha invitado a la comunidad científica a trabajar y competir para encontrar la mejor forma de llevarlo a cabo (y en ello está, entre otros, el equipo de la UPV). El magnate sudafricano no busca sacar un rédito inmediato a su idea. Piensa en ella, por ejemplo, como una posibilidad de transporte en Marte (planeta que pretende colonizar con su proyecto SpaceX, en cuyo seno crece Hyperloop), donde no haría falta crear condiciones de vacío porque la atmósfera marciana es 100 veces menos densa que la terrestre. Pero otras empresas se han puesto a ello.

Hyperloop One y Hyperloop Transportation Technologies (HTT) son las dos principales compañías (ambas estadounidenses) que tratan de hacer realidad el tren que vuela en el vacío como medio de transporte interurbano. Elon Musk no forma parte de ninguna de las dos, pero su idea es el eje de sus proyectos. One ha logrado ya más de 130 millones de euros de financiación, y ahora construye las instalaciones donde probar paso a paso la tecnología con la que pretende llegar a tener un sistema en funcionamiento en 2020. En mayo de 2016 demostraron la eficacia de su sistema de propulsión en Las Vegas.

HTT tendrá su sede de pruebas en Toulouse. Aunque ha levantado menos apoyos financieros hasta ahora (unos 25 millones de euros), ya han llegado a acuerdos con el gobierno eslovaco y con la ciudad de Brno para estudiar la viabilidad de una ruta que conecte la localidad checa con Bratislava. El director de la compañía quiere tener un prototipo en construcción hacia finales de año.

El circuito de pruebas está en una calle recta y larga de Los Ángeles. “Estamos pensando en un prototipo que se pueda propulsar de un punto a otro lo más rápido posible y con un frenado seguro", añade Orient, ingeniero aeroespacial y capitán del equipo.

Y después de la competición del verano, ¿qué? “Nada se sabe”, responde Vicén, “porque SpaceX no ha dicho todavía qué quiere hacer con el tren veloz. De momento, la compañía de Musk potencia el desarrollo del proyecto, lo que nos da mucha visibilidad”. Se busca un modo de transporte más rápido y, sobre todo, seguro y confortable; es decir, se empieza con velocidades de 100 o 200 kilómetros la hora pero el objetivo son los 1.000 km/h.

“La tecnología ya existe y se está utilizando en diferentes campos; se trata de combinarla y aplicarla a este proyecto”, continúa Orient. Simplificando, “esto es un tubo de acero, que sabemos hacer, apoyado en pilares, que sabemos hacer, y un vehículo que se desplaza a altas velocidades a través de un tubo a propulsión. Ya hay trenes que levitan en Japón", explica Orient. Se trata de juntar la infraestructura de un tren con la tecnología de un avión.

No saben si algún día el proyecto funcionará. "Nadie te asegura que cuando inventas un modo de transporte todo vaya a funcionar a la perfección, pero hay muchas señales de que puede ser viable y queremos hacer todo lo posible por contribuir a ello", subraya Vicén. Esto se puede hacer: es un problema de inversión y de intención, opina Orient. Pase lo que pase, el equipo ha imaginado otros usos para la tecnología de Hyperloop, como conectar en un futuro los grandes puertos europeos para transportar mercancías. El tiempo dirá.

Mientras tanto, el equipo, que se ha ampliado a 30 miembros, dedican muchas horas a la semana a lo que será la construcción del prototipo; y lo hacen en un pabellón cedido por la Universidad Politécnica. Se asemeja a un enorme garaje, con filas de bancos, ordenadores y el material y aparataje que les han proporcionado los patrocinadores. 

Admiran al visionario Musk. En su reciente viaje a Los Ángeles lo tuvieron a menos de un metro de distancia. “Parece una estrella de rock. Nos animó a todos a continuar e insistió en que estábamos participando en algo único”, concluye Vicén.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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