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CLAVES
Columna
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El parafascismo que viene

El desorden mundial ya ha empezado, con golpes a México y amenazas a China

Xavier Vidal-Folch

El gran Goethe quintaesenció el conservadurismo en esta frase: “Prefiero cometer una injusticia que soportar el desorden”.

Donald Trump ha logrado aunar ambos desastres, injusticia y desorden. La injusticia ya perjudica artificialmente a la débil economía de los mexicanos. El desorden atenta ya contra el sagrado principio de la libertad de empresa, al dictar el casi mandatario por tuits la relocalización nacionalista de los gigantes del automóvil.

Así que tanto el trumpismo como el Brexit —incrementando los atentados xenófobos o demoliendo la libra— son profecías que se autocumplen antes de inaugurarse. Harán bien los bondadosos, indulgentes, equidistantes, oportunistas y apaciguadores a lo Chamberlain en constatar que el mal ya empezó. Que la táctica de dar tiempo al tiempo esperando que la compleja realidad y los equilibrios institucionales (checks and balances) moderen al salvaje es falaz. El salvaje reparte ya injusticia y desorden.

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No impera la incertidumbre sino la absoluta certeza del caos. Lo único dudoso es el grado de la perversión y la profundidad del antiliberalismo y el autoritarismo en plaza. Si evolucionará hacia un neofascismo con todas las letras. O se quedará en el actual parafascismo de baja intensidad.

El gobierno de exgenerales ultras, oligarcas simétricos a los amigos del Kremlin (ni mujeres, ni pobres), tenebrosos banqueros de negocios, yernos petimetres, racistas militantes, ultraliberales en lo fiscal e intervencionistas si toca populismo, copia el perfil de su amo. Que atenta, con hechos, contra el orden económico liberal y la hegemonía de la democracia.

Todo eso no excluye marchas atrás, retrocesos temporales, mea culpa tácticos y sainetes. El casi fiscal general Jeff Sessions dice abjurar de las torturas y del Ku Klux Klan, pero solo porque sus encapuchados fuman porros. El casi secretario de Estado Rex Tillerson —ese emperador del petróleo— disimula sus complicidades con Moscú, pero es íntimo del zar ruso. El casi secretario de Defensa James Mattis alaba a la OTAN como organización “exitosa”, pero, aunque leído, es un extremista apodado Mat Dog (Perro Rabioso). El desorden mundial ya ha empezado, con golpes a México y amenazas a China. Y un inminente gabinete conformado a golpe de tuits y ráfagas de caos y confusión interna.

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