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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Planes conspiratorios

Puede haber algo conspirativo en los chocolates con sello presidencial que Obama le regaló a Rajoy: ¿Son para endulzar la tasa de desempleo? ¿Será que es ese paseillo es la única condena que habrá de pagar la infanta?

Boris Izaguirre
Mariano Rajoy con la directora del FMI, Christine Lagarde, en su sede de Washington.
Mariano Rajoy con la directora del FMI, Christine Lagarde, en su sede de Washington.EFE

Según este periódico, el paseíllo que tendría que recorrer la infanta Cristina el 8 de febrero, rondaría los 50 pasos. El ministro de Justicia, Ruiz Gallardón insiste en que nuestros ojos no están preparados para ver tal andadura, que es innecesario. Y Esperanza Aguirre, que siempre choca con él, esta vez le acompaña. Dice que le parece “estupendamente que entre por el garaje de la audiencia. Que somos iguales ante la ley pero no ante los medios de comunicación”. O sea casi al revés de lo que suele ocurrir: no somos iguales ante la ley pero si más iguales ante los medios de comunicación.

Siempre se dijo en la buena sociedad, que para aparecer en los medios tenÍas que nacer, casarte o morirte. Todo lo demás, malas noticias. La infanta lleva saliendo cuidadamente en los medios desde que nació, su boda fue retransmitida en directo, ¿para entrar ahora por el garaje? ¿Como la esposa de Bárcenas? Los medios han sido su canal de comunicación y promoción. ¿Será que es ese paseo la única condena que habrá de pagar?.

El fiscal Horrach habla de planes conspiratorios. ¿Pero qué no lo es? Puede que tanto Gallardón como Horrach olviden que la infanta, aparte de ser hija del rey, es una consumada deportista y que los deportistas tienen un código de conducta, una trabajada valentía que los prepara para enfrentarse a cualquier circunstancia de la vida, asumir riesgos. Y así ha sido. El caso que la imputa la ha despojado de simpatía popular, la ha hecho quedar de primera en la lista de esposas tontas cuando es licenciada en ciencias políticas, conoce mundo y sabe idiomas mejor que su propio marido. ¡Este paseíllo es su particular momento histórico! Atrévase doña Cristina, incluso con unos pasitos de salsa. Está preparada.

Puede haber algo conspirativo en los chocolates con sello presidencial que Obama le regaló a Rajoy: ¿Son para endulzar la tasa de desempleo? Resulta decepcionante que Rajoy no haya extendido su visita a la capital federal para acudir al cumpleaños de Michelle Obama. Con lo aburrida que es Washington, perderse ese fiestón que Michelle ha bautizado como jornada de aperitivos, copas, baile y postre, es una pena. Por no querer distinguir una fiesta única de una normal, hemos desaprovechado la oportunidad de que Rajoy se curtiera un poco con la cultura americana y ofrecerles a los americanos una degustación de nuestro jamón entre los snacks que pondrá Michelle. Habría quedado ideal. Eso sí, ya en lonchas, porque la visión de la pata desnuda y el caballero rebanándola es todavía muy fuerte para los norteamericanos.

El viaje americano de Rajoy dejó además esa foto con Christine Lagarde, la directora del FMI, enseñando un bronceado que te deja lívido. Vale que Mariano, por gallego, es hombre pálido pero el bronceado de Lagarde dice por todos los poros: ¡Caribe! Está clarísimo que al ver la tostada, nuestro presidente se convenció aún más de que la crisis era cosa superada. Luego regresó directo al monasterio de Yuste, a entregar el premio Carlos V en compañía del Príncipe, que se ha afeitado: ¿Otro motivo para ideas conspiratorias? ¿Puede ser que Letizia convenciera a su marido de que se quitara la barba porque estaba demasiado atractivo con ella?

Muchos creíamos que la imagen de la semana sería Cristina o Cristiano llorando, pero les ha arrebatado ese honor François Hollande entrando a ese impresionante salón barroco del Eliseo decidido a contener una conspiración contra su vida privada y política. Mientras nosotros estamos en el penúltimo capitulo del culebrón “Infanta”, en Francia hierve otro que pone al día la célebre novela Las Amistades peligrosas y que divierte a toda la prensa europea. El presidente Hollande tiene cuatro amores: la República, su mayor debilidad. Segolene, la madre de sus hijos, que han nacido fuera del matrimonio, al parecer como el 56% de los bebés franceses. Valerie, la primera dama oficial pelirroja. Julie, la joven actriz que quiere ayudar al cine francés. Cada capítulo es más apasionante y más real: Valerie Trierweiler se pasó con las pastillas al enterarse de la existencia de Julie y permanece ingresada. Hollande no pudo visitarla hasta el jueves por la noche. Los médicos lo desaconsejaban dada su debilidad emocional. Sin embargo, se supo que el presidente le había enviado flores y chocolates. ¡Ese punto dulce! La nota amarga la puso la revista Closer revelando ayer que fue el propio hijo mayor de Hollande, Thomas, el que le presentó a la que sería su amante ya en el 2011. ¡Voila! Creíamos que ese tipo de cosas, hijos que presentan futuras amantes a sus padres, pasaban en la aristocracia. Se ve que en la República también. No hay lugar a dudas: Francia es siempre la más moderna.

En España escribimos que la prensa francesa es acomodaticia y cortesana hacia sus líderes, olvidando que tuvo que ser una fractura de cadera durante una cacería de elefantes lo que hizo público el nombre de la princesa Corinna Zu Wittgenstein. Se rompieron una cadera y un corazón. Antes, Corinna solo era un comentario en cenas refinadas: “Calla, calla, lo último en Zarzuela es…” Como si hablar de ella fuera otro plan conspiratorio. Ahora, como en cualquier novelón francés, sabemos que las mujeres también pueden conspirar con un tumultuoso paseíllo del corazón.

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