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Textil gallego más allá de la crisis

La peletera coruñesa Ana Muñiz sobrevive a la competencia asiática fabricando bolsos y ropa para marcas de lujo

Sonia Vizoso
Ana Muñiz y José Luis Fernández, en su planta de Dodro (A Coruña). 
Ana Muñiz y José Luis Fernández, en su planta de Dodro (A Coruña). ÓSCAR CORRAL

La de esta empresa es la historia del textil gallego más allá de Inditex: ese auge, decadencia y, en su caso, salida a flote que han marcado los últimos 40 años del sector. La recesión mundial y la competencia asiática estuvieron a punto de acabar con el negocio que el matrimonio formado por Ana Muñiz y José Luis Fernández Reboiras levantó desde la planta baja de la casa familiar a finales de los setenta. Pero una feliz idea para diversificar la producción los ha puesto en la senda del crecimiento y hoy confeccionan bolsos y ropa para firmas de lujo cuyos nombres no desvelan en virtud de un contrato de confidencialidad.

La quiebra de Lehman Brothers pilló a la peletera Ana Muñiz con una planta de 800 metros cuadrados en el Ayuntamiento coruñés de Dodro, a 40 kilómetros de Santiago, y una producción de prendas de piel de marca propia (chaquetas, vestidos y pantalones) que se comercializaban en toda España. Pero llegó el desplome del consumo y los lamentos de sus representantes, cansados de patear la Península sin apenas resultados. "No nos compensaba ni lo que nos costaba el muestrario con las pocas ventas que hacíamos", recuerda Fernández Reboiras, administrador de la firma, sobre aquel momento crítico.

Comenzó entonces la lucha por la supervivencia. La empresa creó primero otra marca para salir al mercado internacional y se adentró en Estados Unidos y Japón con sus colecciones de gama media-alta. En este tiempo empezaron también a cerrar tratos con las firmas de lujo. Tal y como relatan desde la empresa, aquellos trabajos ayudaban "a pagar las nóminas en tiempos complicados", aunque era difícil imaginar que acabarían convirtiéndose en su tabla de salvación.

Los costes del mercado internacional acabaron por hacerse insoportables y los gestores de la peletera gallega decidieron dedicarse en exclusiva al lujo. El cierre masivo en España de talleres de piel por la crisis económica propició que los encargos a esta firma de Dodro crecieran como la espuma, aunque la aparente prosperidad llegó con un importante inconveniente: la carga de trabajo se concentraba solo entre abril y agosto. Esa estacionalidad hacía inviable un negocio con unos elevados estándares de calidad que exigen una mano de obra bien formada y entrenada, imposible de mantener solo cinco meses al año.

Hace tres años la empresa le planteó el problema a las marcas con las que trabaja. El lastre de la estacionalidad, les advirtió, acabaría por hundir el proyecto si no encontraban un remedio. Una de estas firmas propuso una salida: encargarle a la fábrica de Dodro la confección de sus exclusivos bolsos, una línea de producción que sí los mantendría ocupados todo el año. Hoy, desde la planta fabrican modelos cuyo precio supera en tiendas los 500 euros.

Más inversiones

La transformación ha supuesto la compra de maquinaria —"hacer una chaqueta y un bolso no tienen mucho que ver"—, unas inversiones para las que han contado con ayudas de la Xunta de Galicia por estar la fábrica en un área rural. En el caso de algunos modelos, la factoría gallega compra la piel y entrega la pieza terminada; en otros —la mayoría—, las firmas de lujo les envían todos los componentes y ellos solo realizan el montaje gracias a la habilidad de sus operarias. La materia prima la adquieren "sobre todo a fabricantes de curtidos españoles, pese a que no quedan muchos", sobre todo en Cataluña y Valencia.

Es precisamente esta pericia de las trabajadoras de Ana Muñiz la que ha atraído al sector del lujo. "El made in Spain funciona. Muchas marcas han vuelto influidas por los baremos de calidad, sobre todo aquellas que no fabrican cantidades muy grandes de cada modelo y para las que el ahorro en China no es tan importante", explica el administrador de la peletera sobre unos productos exclusivos de los que se elaboran a lo sumo unas 300 prendas por modelo.

La plantilla está formada en buena parte por aquellas mujeres que en su día fueron costureras en los numerosos talleres textiles de esta comarca del Sar que, como ocurrió en otros muchos rincones de la cuna de Zara, desaparecieron por la competencia asiática. "La formación se la damos nosotros. Son mujeres que dominan la máquina y que en cinco o seis meses ya dan niveles de calidad muy buenos", explica Fernández Reboiras. "Pero si las marcas no se comprometen con la estacionalidad, esto [la cualificación de la mano de obra] no será sostenible y no habrá calidad".

Debido a los contratos de confidencialidad, en Ana Muñiz desconocen si existen otras fábricas en España dedicadas a abastecer a marcas de alta gama. Sospechan que en Ubrique (Cádiz) funcionan talleres que también surten a estos clientes, pero solo de marroquinería, no de prendas de vestir. Con la diversificación de la producción, la peletera ha pasado de facturar menos de 400.000 euros en 2010 a prever el cierre de 2017 con 1,5 millones. Hace siete años la factoría contaba con una media de 18 trabajadores, una plantilla que se ha duplicado y que esperan aumentar antes de que termine el año. "Nos encantaría recuperar la marca propia, pero a corto plazo es complicado", concluye Fernández Reboiras. "Inditex y Mango venden prendas de piel, pero los demás no".

En 12 metros cuadrados

Perfil. Ana Muñiz y José Luis Fernández Reboiras, fundadores de Ana Muñiz, SL, arrancaron con su negocio a principios de la década de los ochenta. Ella, costurera que hasta entonces le hacía la ropa a sus vecinas, aportó sus conocimientos de moda y diseño. Él, trabajador de Picusa, una empresa de curtidos del municipio coruñés de Padrón, puso su experiencia con la piel. Empezaron vendiendo cazadoras de ante con cuello de punto en el bajo de su casa de 12 metros cuadrados. Treinta años después han sobrevivido a la competencia de Asia y a la Gran Recesión.

Proyectos. Ana Muñiz, SL está "en crecimiento, en el buen camino", dicen sus gestores, que pretenden aumentar su línea de producción de bolsos y ampliar plantilla. En el horizonte se mantiene el objetivo de volver a tener una marca propia.

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Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.

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