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¿Y si invirtieras en finanzas socialmente responsables?

La inversión que trata de combinar rentabilidad con criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno mueve en España 170.000 millones de euros

Raquel Marín

La rentabilidad de una inversión no tiene por qué estar reñida con la defensa del medioambiente, la promoción de una sociedad más justa o el buen gobierno. Y estos criterios tampoco tienen por qué constituir un agravio con respecto a los riesgos propios de cada negocio. Son estos los principios básicos de las denominadas finanzas socialmente responsables, aquellos productos de inversión que conjugan consideraciones eminentemente financieras con evaluaciones que exceden este ámbito.

“Los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo pueden mejorar los resultados financieros, completando el análisis de riesgos, a la vez que generan un impacto positivo en la sociedad”, resume Francisco Javier Garayoa, director de Spainsif, una asociación constituida en 2009 para fomentar este tipo de inversión. “No se trata de filantropía”, subraya el director de la asociación de asesores financieros EFPA Europa, Josep Soler, “aunque algunas entidades mezclen estos conceptos”.

Mucho ha llovido desde que los pioneros de las finanzas socialmente responsables, en los años cincuenta del siglo pasado, las vincularan a reflexiones de índole moral o religiosa. En 1965 se creó el primer fondo de inversión ético en Suecia, el Ansvar Aktiefond Sverige, y, tres años después, en Estados Unidos y en plena guerra de Vietnam, el Pax World Fund, que excluía de su cartera las empresas vinculadas con la producción de armamento. Más tarde, en 1984, abrió en Reino Unido el Friends Provident Stewardship.

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El volumen de inversión socialmente responsable en España es hoy de unos 170.000 millones de euros, un importe del que quedan excluidas aquellas instituciones de inversión colectivas (sociedades y fondos de inversión que captan fondos, bienes o derechos para gestionarlos e invertirlos) que operan desde el extranjero.

El crecimiento registrado entre 2013 y 2015 fue del 26%, según un estudio de Spainsif publicado el año pasado. “Una tendencia claramente al alza”, señala su director, lo que Soler confirma: “La demanda para encontrar productos y servicios socialmente responsables crece y los asesores exigimos a las gestoras y bancos de inversión que nos planteen productos que sigan estos criterios”. Pero, ¿qué productos son y cómo se escogen?

Exclusión de actividades controvertidas

“La inversión socialmente responsable es una filosofía aplicable a todos los productos financieros”, contesta Garayoa, “como fondos de inversión, planes de pensiones individuales y de empleo, seguros de vida de ahorro y sociedades, y otros”. El director de inversiones de Tressis, Ignacio Perea, destaca, entre otros, los fondos rotatorios –la financiación más habitual en los países en desarrollo– o los fondos de garantía que sirven para apoyar a colectivos excluidos. “No obstante”, agrega el responsable de la gestora, “una gran parte de las inversiones socialmente responsables se canalizan hoy a través de instituciones de inversión colectiva”. Así, la inversión socialmente responsable representaba en 2015, en España, el 47% del mercado de las instituciones de inversión colectiva y de los fondos de pensiones, según el informe de Spainsif.

La estrategia que más caracteriza estos productos tanto en España como en el resto de Europa, es la exclusión, por la que quedan fuera de las carteras de inversión “aquellas empresas con comportamientos contrarios a normas internacionales y derechos básicos, o pertenecientes a sectores de actividad controvertidos, como cierto tipo de armamentos”, explica Garayoa. Otras estrategias, con menor peso pero elevado crecimiento, son la búsqueda y selección de compañías con mejores prácticas (best-in-class), las que se centran en aspectos temáticos como la gestión de la diversidad, el desarrollo de energías limpias o la mitigación de la exclusión financiera. También afectan a áreas de gestión, como la influencia de los inversores en fomentar prácticas responsables, o de impacto, como la medición del impacto social más allá del financiero, según explica Perea.

Pequeños inversores y contradicciones

Un pequeño inversor, dicen los expertos, puede acercarse a este tipo de productos sin ninguna limitación especial, puesto que se adquieren como cualquier otro. Eso sí, “deberá especificar esta cuestión en su búsqueda y exigir información complementaria, fijándose en que esta cuestión aparezca en el folleto explicativo", sugiere Garayoa, cuya asociación ha estrenado este año una nueva versión de su plataforma de fondos de inversión socialmente responsables, con más de 10.000 referencias cuyo rating de sostenibilidad supera la media, según criterios internacionales de clasificación.

Pese a todo, las contradicciones no faltan. Entre las 60 entidades asociadas en Spainsif hay algunas que invierten precisamente en armas. “Es fundamental entrar en la casuística concreta y diferenciar el tipo de empresa en que se invierte, el peso que la sección de armamento representa, el tipo de armamento, y otros aspectos que se han podido tener en cuenta a la hora de seleccionar la inversión”, matiza su director. “La exclusión se aplica, entre otras, para aquellas empresas que fabrican bombas de racimo”, añade.

“Las finanzas socialmente responsables son ya parte de las alternativas que tiene el ahorrador y el inversor”, subraya Soler, “por ello es evidente que los asesores financieros tenemos que ofrecer y explicar estas opciones”. “La manera más eficaz de impulsarlas es formar a los ciudadanos desde pequeños poniendo el foco en sus valores”, concluye Perea.

Ejes de las finanzas responsables

“Se pueden encontrar aspectos de finanzas socialmente responsables tanto en decisiones de inversión, como de financiación, e incluso en medios de pago”, explica el presidente de la asociación de asesores financieros EFPA Europa, Josep Soler.

Inversión. Todos aquellos productos que combinan aspectos financieros tradicionales con criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno. Se puede dar también en depósitos, según la inversión a la que se destinará el dinero, fijada por el ideario ético de la entidad.

Financiación. Programas de concesión de pequeños créditos para que personas con pocos recursos desarrollen actividades que mejoren su nivel de vida. O iniciativas que tengan un retorno social como la financiación hipotecaria. En este ámbito, "destacan los principios de Ecuador, que fijan controles para minimizar el impacto negativo de proyectos de inversión en la sociedad o el medioambiente", afirma Soler.

Medios de pago. Las tarjetas de crédito que forman parte de las finanzas socialmente responsables tienen un carácter solidario, al estar vinculadas con instituciones que se ocupan del medioambiente u otras ONG.

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