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¿Se puede ahorrar siendo ‘mileurista’? Siempre hay que planificar las finanzas

Los expertos ofrecen pistas para elaborar correctamente una hoja de ruta financiera y llegar a la vejez con mayor serenidad

Gettyimages

Ahorrar para vivir plenamente una vida independiente, ganes lo que ganes. ¿Es posible? Sí, contestan los expertos, pero siempre y cuando una correcta planificación financiera forme parte de tus hábitos. “La planificación financiera personal requiere solamente una comprensión básica del funcionamiento del dinero y de la economía que está al alcance de todos”, asegura Javier García Monedero, coautor, junto con Laila García Morcillo, del ensayo Tu dinero hoy y mañana (Conecta). “Cualquier persona tiene objetivos personales a corto plazo, como hacer un viaje; a medio plazo, como comprarse un coche; o a largo plazo, como comprarse un piso o financiar la universidad de los hijos”, explica el responsable del proyecto de educación financiera de la Asociación europea de asesores financieros (EFPA), Francisco Marín. “Un plan personal de este tipo, sin embargo, necesita dinero, y hay que ahorrar”, concluye.

Lamentablemente, no parece que esta costumbre sea muy común, y la publicidad de “créditos ultra rápidos” son una prueba, según Marín, de que la decisión de gastar dinero sigue teniendo un componente impulsivo. Por el contrario, Monedero cree que los ciudadanos planifican, pero lo hacen con información sesgada y en contra de su propio interés, al endeudarse demasiado pronto para adquirir una vivienda, pagarla durante toda la vida, y al descartar oportunidades profesionales o personales lejos de esa casa. Finalmente, esperan que la pensión y la ayuda de la familia les permitan llegar a la muerte con cierta serenidad. “Por las manos de un mileurista van a pasar a lo largo de su vida laboral unos 500.000 euros a precios de hoy”, afirma, sin embargo, el experto. “¿Y si fuera posible dejar de gastar 15.000 de esos euros para conseguir al final de la vida laboral un patrimonio líquido de otros 500.000 euros? ¿No merecería la pena el esfuerzo?”, se pregunta.

Fíjate objetivos concretos

Lo importante, al principio, es saber qué exactamente se quiere obtener. “Las metas deben ser ambiciosas pero a la vez realistas y debemos estar dispuestos a añadir correctivos y mejoras según vayan pasando los años”, afirma la directora de comunicación de la aseguradora Aegon, Marta Acebo. En el caso de no tener ya formado un capital, ahorrar consistirá en lograr una diferencia positiva entre ingresos y gastos, explica Monedero. Y eso se obtiene al aumentar los ingresos o al disminuir gastos. “Cada uno debe valorar las alternativas que tienen su alcance” para actuar a través de una u otra palanca, afirma. A qué estás dispuesto a renunciar a corto plazo para obtener algo a largo plazo y cómo esta decisión afecta a tu calidad de vida, debería ser la cuestión fundamental al respecto, según Marín.

Ahorra sistemáticamente

“Mucha gente define el ahorro como aquello que le sobra después de gastar, y no es así”, dice este experto de EFPA. Así, Marín prefiere dividir los gastos entre necesarios –alquiler, hipoteca, comida, luz, gas, agua, comunicaciones, ropa, entre otros–, prescindibles aunque confieran calidad de vida –salir con los amigos, desayunar en el bar, ir a cenar con la pareja dos veces a la semana–, y los superfluos, como la cuota extra del gimnasio o la tarifa premium del teléfono. “Ahorrar es ver cómo podemos eliminar gastos, empezando por los superfluos”, sugiere. Una idea en la que coincide Monedero. “Es cierto que hay familias a las que les cuesta cubrir sus gastos necesarios, pero también es cierto que hay mucha gente que dice que no puede ahorrar porque no tiene claro a qué puede renunciar”, dice Marín. Pensar en cuánto te costaría un bien o un servicio que quieras adquirir en términos de horas de trabajo necesarias para conseguirlo es un buen truco, en opinión de Acebo, a la hora de establecer si de un gasto se puede prescindir.

Si Marín y Monedero ponen el acento en la eliminación de los gastos superfluos, “pay yourself first (págate a ti mismo primero)” es el método estadounidense para el ahorro que señala Acebo. En esta perspectiva, el ahorro debería ser tratado como una factura más y ser restado automáticamente, nada más cobrar la nómina. Este directivo de Aegon señala que existen planes de pensiones o seguros de ahorro “que contribuyen a que sea sistemático y prolongado en el tiempo”.

Crea una caja de emergencia

Hay que coger cada mes el extracto del banco y de la tarjeta de crédito y ver a qué partidas se destina el dinero, en palabras de Marín. Una vez individuados los tres tipos de gastos, lo mejor es “establecer como gasto necesario un objetivo de ahorro por encima del 10% de los ingresos”. Una cuantía que debería ser algo superior, según Acebo. “Una regla muy extendida es destinar el 50% de nuestros ingresos a los gastos básicos, el 30% para los gastos personales, y el 20% restante para el ahorro”.

Marín añade a estas medidas la creación de un “fondo de emergencia”, muy útil para cubrir eventuales sorpresas y no tener que acudir a un préstamo rápido a tipos exorbitantes. “Guardar en esta caja el equivalente de dos o tres meses de sueldo sería una buena idea”, dice. Monedero la cuantifica en “seis meses de gastos”.

Aunque aconseje elaborar un plan de ahorro para objetivos a medio plazo como, por ejemplo, los estudios universitarios de los hijos, este experto admite: “La necesidad y la voluntad de cada individuo son los que marcan el éxito de la tarea, pero cuando controlar nuestros gastos se hace difícil porque son los mínimos, debemos recurrir a la generación de nuevos ingresos”.

Diversifica tus ingresos

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“No meter todos los huevos en la misma cesta es un principio básico en las finanzas”, dice Acebo. Por ello, y por más que se antoje difícil, este directivo de Aegon aconseja tener, más allá de la nómina, una fuente de ingresos extra “ya sea mediante las rentas de nuestras inversiones, mobiliarias e inmobiliarias, un trabajo como freelance, u otro”. Diversificar nuestras fuentes de ingresos, añade Monedero, nos permite acelerar nuestros planes lo más posible y hacernos menos dependientes de un solo empleador o de un solo mercado.

Pensar en la jubilación

“En la vida hay dos grandes riesgos financieros: morir demasiado pronto o morir demasiado tarde”, sentencia Monedero. En el primer caso, se interrumpe bruscamente la fuente de ingresos de la que pueden depender otras personas, y en el segundo, podríamos estar viviendo en un momento en que nuestra capacidad de generar dinero es ya muy reducida o nula. Por ello, según este experto, es importante lograr dos objetivos: “alcanzar cuanto antes la situación en que no dependemos de nuestros ingresos sino de nuestros activos y estar protegidos mientras tanto contra cualquier eventualidad”.

No hay que contar demasiado con los sistemas de previsión social, en su opinión. “Incluso si no se deterioran demasiado, no tenemos más que observar a los pensionistas de hoy para saber que eso es lo máximo a que podemos aspirar. De ahí para abajo”.

Cuenta con la fuerza más poderosa del universo

Entonces, ¿cuándo es mejor momento para pensar en la jubilación? “Ya”, resume Monedero. “Cuanto antes, mejor”, dice Marín. “A nuestro favor irá siempre la fuerza más poderosa del universo, según Einstein: el interés compuesto”, es decir, el resultado de reinvertir los intereses que se perciben para generar más intereses. Así, “si queremos mantener una calidad de vida similar a la que hemos tenido mientras trabajábamos, debemos complementar la pensión pública que recibamos durante nuestro ciclo pasivo” y empezar a ahorrar a los 25 años es mejor que a los 35, sostiene Marín.

“A la hora de generar un patrimonio de cara a la jubilación invirtiendo en un plan de pensiones, el tiempo es nuestro principal aliado por encima de la rentabilidad del plan”, subraya Monedero. “Aunque nunca es tarde, si comenzamos nuestro plan 15 o 20 años antes, lo lograremos sin esfuerzo”. Independientemente de la cuantía de nuestro sueldo, destaca Acebo, “existe una recomendación muy extendida de reservar el 10% de nuestra nómina directamente para nuestra jubilación”.

Invierte para aumentar el valor del ahorro

El objetivo de invertir en activos financieros del mercado es, en opinión de este directivo de Aegon, “aumentar el valor de nuestros ahorros y mantenerlos a salvo de la inflación”. Por ello, en la planificación que sugiere, Monedero incluye también un plan de inversión a muy largo plazo (“para alcanzar cuanto antes la independencia financiera y para la jubilación”) y un seguro de vida temporal (“para protegernos a nosotros y a nuestros hijos de una interrupción brusca de los ingresos por fallecimiento o invalidez”).

Tres consejos para invertir sabiamente

Javier García Monedero, coautor, junto con Laila García Morcillo, de Tu dinero hoy y mañana (Conecta), aconseja tener en cuenta tres precauciones a la hora de invertir.

1. Invertir no es especular. "Tenemos que huir de inversiones en bienes tangibles, sean estos casas, divisas, oro, arte o petróleo", dice Monedero. "No tengo nada en contra de la especulación que ayuda a hacer los mercados más eficientes, pero desde luego es algo que solo está al alcance de personas extraordinariamente bien informadas y que vigilan permanentemente el entorno en el que se mueven los bienes que adquieren para aprovechar las oportunidades con antelación".

2. Diversificar los productos. "La diversificación nos asegura contra las pérdidas que puedan producirse en cualquier activo al cubrirnos con la excelente rentabilidad de los demás activos", subraya el experto. "La mejor manera de diversificar para un ciudadano normal es a través de instituciones de inversión colectiva o instrumentos similares".

3. Promediar el coste de los activos. "En lugar de invertir una importante cantidad de una sola vez, es mejor dedicar una pequeña cantidad de dinero cada mes". De esta forma, según Monedero, "se consigue aprovechar automáticamente las caídas en los precios de los activos adquiriendo más activos por el mismo dinero sin tener que estar pendientes de los mercados".

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