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NEGOCIOS
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Concentración bancaria acelerada

Una fusión es una solución más barata que una intervención de cualquier naturaleza y suele dar resultados en las fases iniciales de las perturbaciones bancarias

Un repartidor pasa ante una oficina del Banco Popular en el Paseo de Gracia esquina con la calle Aragón de Barcelona.
Un repartidor pasa ante una oficina del Banco Popular en el Paseo de Gracia esquina con la calle Aragón de Barcelona.EFE

Cuando se invocan las excelencias de la globalización suele olvidarse que hay muy pocos mercados globalizados. De hecho, la única actividad que puede presumir de un flujo aparentemente interrumpido por todas las economías del planeta es la financiera. Un euro o su contrapartida en valor puede teletransportarse desde Madrid a Sudáfrica, Tokio, San Francisco o Trondheim en unos segundos. La instantaneidad financiera es el modelo para la globalización en el resto de los mercados, aunque es de temer que nunca se alcance tal grado de capacidad de transmisión. Hay mercados, como el energético, donde las barreras de entrada son prácticamente insalvables; el laboral está sometido a vidriosas presiones políticas; los intercambios comerciales tienen limitaciones nacionales o zonales… y así sucesivamente. Esa es la razón por la cual la concentración bancaria regional (en cada país) se observa con menos prevención y se tramita con una manga más ancha. Aunque no hay que perder de vista sus efectos.

¿Y el caso de España? Pues ha sufrido un proceso intensivo de concentración financiera desde 2008. No hay que buscar muy lejos para encontrar responsables: la crisis y la reestructuración bancaria subsiguiente provocó un descenso acelerado de entidades, hasta el punto de que prácticamente todo el sector de cajas de ahorro ha desaparecido. El primer factor de mortalidad ha sido la ruina, provocada por la intensa y opaca connivencia entre las fuerzas políticas nacionales o locales con los órganos de administración de las cajas. La confusa algarabía de políticos y amigos de políticos situados en puestos de responsabilidad técnica en lugar de profesionales de fuste, junto con la desmedida captación incontrolada de retribuciones y las exigencias de que las cajas actuaran como financiadoras de proyectos faraónicos o disparatados para pescar votos o comisiones por adjudicación de obras, ha actuado como factor de descomposición de una parte del sistema financiero que venía tradicionalmente sirviendo de apoyo a empresas pequeñas y medianas de carácter local. Ese ámbito financiero es hoy tierra quemada.

Hay, además, una razón que vamos a llamar técnica para explicar la drástica concentración bancaria en España. Uno de los procedimientos para salvar un banco o caja es la fusión con otra entidad que disponga de mejores condiciones de solvencia. De hecho, la primera respuesta refleja para corregir la crisis bancaria en España (identificada exclusivamente como una crisis de cajas, lo cual explicaría inicialmente cómo el Banco Popular soslayó la percepción de rescate) fue recurrir a las fusiones. Una fusión es una solución más barata que una intervención de cualquier naturaleza y suele dar resultados en las fases iniciales de las perturbaciones bancarias. El problema es que en el caso de España, la recesión económica fue muy profunda (la más grave de Europa, salvo Grecia) y los niveles de morosidad ocultos eran muy elevados, derivados del estallido de una burbuja inmobiliaria que, no lo olvidemos, el Gobierno de 1996 se encargó de hinchar y los gobiernos posteriores tuvieron buen cuidado en mantener. La incompetencia de los consejos políticos hizo el resto.

Por lo tanto, mal puede negarse que en España se ha producido una drástica concentración bancaria —casi como una reconversión— instada por la crisis pero agravada por las peculiaridades corporativas. Pero si a efectos prácticos la concentración bancaria puede quedar mitigada por la globalización financiera, es además correcto señalar que en España esta concentración no es tan acusada como en otros países del entorno europeo. Es más evidente que en 2008 y tiene que ser vigilada. Pero lo realmente decisivo en el mercado bancario es una legislación firme que proteja los derechos del cliente; que promueva una información transparente sobre productos financieros y costes de transacción, para empezar.

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