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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Qué esperar tras las elecciones francesas

Los populismos no se detendrán ni con la victoria de europeístas ni con buenos datos económicos

Raymond Torres

La economía europea está saliendo de su letargo. La zona euro creció un 0,5% durante el primer trimestre, más de lo que pronosticaban la mayoría de los analistas. Se espera un crecimiento del 1,7% para el 2017, lo que permitiría reducir la tasa de paro hasta el 9,4%. Además, la recuperación se extiende a todos los países. Grecia es el último en salir de la recesión. Mientras tanto, la recuperación se afianza en el centro del continente, así como en Francia, Italia y Portugal. Por su parte, España mantiene un crecimiento elevado.

La economía española es una clara ganadora en esta fase de recuperación. Dos de cada tres euros exportados provienen de los mercados europeos. Y los turistas que entran en nuestro país siguen siendo en su gran mayoría, europeos. Todos los indicadores disponibles confirman la intensa actividad exportadora, algo que contribuye a explicar las cifras récord de creación de empleo. Los beneficios económicos ligados al mercado único son pues, incuestionables. Además, la integración europea facilita la sincronización de la actividad entre todas las economías.

Los países tienden a moverse en sintonía en el actual ciclo expansionista, como también lo harían en la eventualidad de una recesión. Esto es algo importante en la zona euro, donde los países tienen dificultad para reaccionar de manera aislada a una pérdida de competitividad, al no disponer de la posibilidad de ajustar el tipo de cambio. Y sin embargo Europa se ha convertido en el tema central de las campañas electorales, pese a este panorama económico alentador. Las opiniones públicas están divididas en cuanto al papel que deberían tener las instituciones europeas en la resolución de sus problemas económicos.

El desapego hacia Europa de cerca de la mitad de los electores franceses es llamativo, sobre todo tratándose de un país fundador y hasta hace poco uno de los más europeístas. La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea se ha producido en una economía en plena expansión y que se acercaba al pleno empleo. En Holanda, un país en buena forma económica, el sentimiento antieuropeo ha aflorado en los recientes comicios electorales. En Alemania se teme una progresión de los partidos antieuropeos en las consultas que celebrarán el próximo otoño. Lo mismo puede ocurrir en Italia en el 2018 sino antes, cuando se celebren las próximas elecciones. Y el rechazo a la mundialización gana terreno en todo el continente. La percepción es que Europa no ayuda a aliviar la sensación de precariedad que se extiende entre las clases medias.

Según el Instituto Gallup que realiza encuestas armonizadas para todos los países desarrollados, un 40% de los encuestados tiene dificultad para llegar a fin de mes —dos puntos más que la anterior encuesta en el 2013—. De la misma manera, más de la mitad de los encuestados considera que la situación del mercado laboral en su entorno es mala, un porcentaje que aunque mejora, no llega a igualar la situación anterior a la crisis. Todo lo anterior respalda la necesidad de adaptar las protecciones existentes, tanto a nivel nacional como europeo. Francia, el país europeo que más recursos dedica al gasto público, no logra corregir la sensación de desprotección. La Comisión Europea realiza un seguimiento económico continuo, que provoca que los países que no respetan los objetivos de déficit público se expongan a sanciones. Pero no dispone de instrumentos adecuados para reaccionar a una evolución desfavorable en materia de empleo. Los populismos se nutren de la inseguridad y no se detendrán con la victoria electoral de aquellos que siguen apostando por más Europa. Tampoco parece que los buenos resultados macroeconómicos sean la solución. Se necesita en definitiva un crecimiento más inclusivo y una amplia reforma de las protecciones sociales existentes, tanto a nivel nacional como europeo. De lo contrario el proteccionismo seguirá conquistando parcelas de poder.

Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, @RaymondTorres_

Desigualdades territoriales

Según las previsiones de Funcas, el mapa del paro muestra la persistencia de importantes desigualdades entre comunidades autónomas. La tasa de paro se aproxima al 10% en Baleares, Navarra, La Rioja y País Vasco, y se sitúa en valores por debajo de la media nacional en Madrid, Cantabria, Cataluña, Aragón, Castilla y León, Asturias y Galicia. Por el contrario, Canarias y las comunidades del este y del sur peninsular mantienen tasas de paro elevadas. Las desigualdades han ido a más. En 2007, la tasa de paro más elevada era del 13% (Extremadura) y la más baja del 4,7% (Navarra), una diferencia de 8,3 puntos porcentuales. En 2017, la tasa de paro superaría el 23% en tres comunidades (Andalucía, Canarias y Extremadura) y se sitúa por debajo del 12% en cuatro (Baleares, Navarra, País Vasco y La Rioja).

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