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Tribuna
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Presupuestos de la derecha populista

Trump y May lanzan soflamas a favor de los obreros, pero bajan los impuestos a los ricos

Xavier Vidal-Folch
Donald Trump, presidente de los EE UU, este miércoles en la Casa Blanca.
Donald Trump, presidente de los EE UU, este miércoles en la Casa Blanca.JONATHAN ERNST (REUTERS)

Si comparan los discursos del populismo de derecha extrema, de Donald Trump y de Theresa May, con los de la aparente izquierda radical, hallarán demasiadas semejanzas.

Trump se erigió en defensor de los obreros del cinturón de óxido (Detroit, las fábricas de coches deslocalizadas) atacando al establishment, a la élite, la oligarquía y las finanzas.

Vituperó a la casta como “los lobos de Wall Street”; tildó a Goldman Sachs de “entidad corrupta”; y a sus colegas banqueros como “asesinos que se libran de condenas”, evocando los acuerdos extrajudiciales para sortear la cárcel en los casos de las hipotecas subprime.

May se volcó con la “compasión” social (suena horrible, pero a ellos no). Prometió consejeros obreros en las empresas. Anunció el control vinculante de los accionistas sobre los supersueldos de los ejecutivos. Y se comprometió a poner al partido [conservador] “al servicio de la gente trabajadora, de forma completa, absoluta e inequívoca”.

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Pero hay un tiempo para la siembra y otro para la siega (Eclesiastés, 3; y T.S. Eliot, East Coker, Cuatro cuartetos). Uno para la propaganda y otro para el presupuesto. Y en este anida la verdad o la mentira de aquella.

El proyecto de presupuesto de Trump para 2018 desmocha el gasto social. Saja todas las partidas salvo defensa y seguridad nacional. Y jibariza educación (14%), sanidad (16%), ayuda al desarrollo (29%) y medio ambiente (31%).

Por el lado del ingreso, la reforma tributaria en curso prevé una amnistía fiscal (al tipo del 10%) a los dividendos embalsados en el exterior; bajar el impuesto de sociedades del 35% al 15%; lo mismo para las patrimoniales; supresión de sucesiones...

Es una múltiple, asimétrica rebaja de ingreso, para goce de la élite: al 0,1% de quienes más ingresan les regalará el 14,2% de sus rentas (después de impuestos); a las clases medias, solo el 1,8%, calculó el Tax Policy Center.

Y eso que el hoy secretario del Tesoro, Steven Mnuchin prometía (30/11/16): “No habrá rebaja impositiva absoluta para la clase alta”. Mnuchin, ay, fue altísimo directivo de la “corrupta” (según Trump) Goldman Sachs.

De igual modo, el presupuesto de Theresa May para el año de la carrerilla del Brexit es antisocial. No revierte los 50.000 millones de euros rebajados a las rentas altas desde 2010; mantiene lo esencial de las políticas de excesiva austeridad, y la reducción del Estado del bienestar, del 45% del PIB al 36%; evita dotar de la imprescindible partida extra al Servicio Nacional de Salud; y cruje a los autónomos, subiéndoles sus contribuciones sociales.

Justo lo contrario de lo que prometía el Manifiesto del Partido Conservador en 2015 (para la última elección, y por tanto, vigente): “Compromiso de no aumentar el IVA, las contribuciones sociales o el IRPF”.

Hasta 18 lords tories compasivos se rebelaron en marzo. Lograron aplazar a otoño el aumento fiscal a los autónomos, pues decantaban la mayoría conservadora (de 17) y hacían peligrar al Gobierno. Será difícil que repitan su hazaña. Es de temer que el oportuno adelanto electoral sirva para arrinconarles. Debieron creer que estaban “al servicio de la gente trabajadora”. Como May.

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