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Lluvia de millones en ‘Silicon Wadi’

La compra de la empresa emergente Mobileye por parte de Intel renueva el interés de las grandes multinacionales tecnológicas por la adquisición de firmas punteras israelíes

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante su discurso en la conferencia CyberTech 2017 en Tel Aviv, Israel.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante su discurso en la conferencia CyberTech 2017 en Tel Aviv, Israel.JIM HOLLANDER (EPA)

El desembarco del gigante Intel en el mercado de los coches autónomos, a través de la compra de la start-up israelí Mobileye, ha puesto una vez más a la industria de las nuevas tecnologías hebrea en el punto de mira de empresas multinacionales que aspiran a estar a la vanguardia de la innovación. La operación, cerrada en más en 14.000 millones de euros, ha disparado la estadística económica del sector, cuya cifra de ventas en todo el año 2016 fue de 4.500 millones de euros por 75 compañías, según la web tecnológica Geektime. Podría decirse que, de acuerdo con las estadísticas, cada semana se vende alguna de las cerca de 4.000 start-ups que se calcula hay en el país.

De los 4.000 millones de euros atraídos por estas nuevas empresas el año pasado, el sector que mayor trozo se llevó fue el de las fintech —compañías de servicios financieros digitales—, con un crecimiento del 434% con respecto al año anterior. Las empresas centradas en el Internet de las cosas también registraron un aumento significativo en inversión (430%), y por último las relacionadas con el transporte y los vehículos autónomos (346%). El sector de la ciberseguridad, uno de los tradicionalmente punteros en Israel, ralentizó su crecimiento pero siguió atrayendo un 29% más de capital, a pesar de que la adquisición de cibercompañías cayó un 82%. Un dato que, para Geektime, es un síntoma de “madurez” del sector y no de agotamiento.

Desde hace décadas, grandes compañías multinacionales como Intel, Apple, Cisco, Google o Facebook no le quitan ojo a los trabajos que decenas de pequeñas empresas de nueva creación desarrollan en Israel. El país, consolidado ya como semillero de start-ups, cuenta ahora con plataformas como startupnationcentral, mappedinisrael o IHLS, que se han convertido en el escaparate ordenado de las recién nacidas tecnológicas israelíes y en una forma cómoda y rápida para que las start-up consigan financiación al principio de su andadura, el momento más crítico para captar inversores. Además de contar con sistemas de búsqueda y descripciones detalladas de los nuevos proyectos que se están desarrollando en el país, las plataformas centran sus esfuerzos en conectar los intereses de inversores y empresas.

De soldados a emprendedores

La altísima inversión en I+D de la industria militar israelí, muy similar al modelo norteamericano, ha sido y es uno de los grandes motores para el desarrollo de multitud de ‘startups’ que trasladan a la sociedad civil tecnologías inicialmente desarrolladas para la defensa. Algunos de los jóvenes israelíes cuando tienen 18 años y deben cumplir con el servicio militar, son reclutados para la unidad 8200, un cuerpo de élite conocido como “inteligencia electrónica”, en el que estos soldados se convierten en verdaderos expertos en interceptar, descifrar y codificar todo tipo de informaciones. Muchos de ellos, cuando se gradúan, se convierten en jóvenes emprendedores y desarrollan sus propias ‘startups’ tecnológicas..

También juegan un importante papel las aceleradoras, empresas que acogen a las compañías recién creadas para impulsar su crecimiento en los primeros estadios, asesoradas por expertos de la firma nodriza. Una aventura en la que se han embarcado más de un centenar de entidades y a la que se ha unido el gigante del soft­ware Oracle, que quiere potenciar el desarrollo de tecnologías encaminadas a almacenar datos en la nube. El programa de Oracle estará operativo a finales de año en Tel Aviv, pero su filial israelí ya ha dado luz verde a 36 tecnológicas para que se instalen en el Centro de Excelencia Oracle.

En 2009, los autores del best seller Una nación de start-ups ­— que explicaba el milagro económico israelí y el florecimiento de las empresas tecnológicas— apuntaban a que uno de los factores del éxito de este negocio era el modelo de desarrollo de esas start-ups en pequeñas comunidades que permitían a los expertos estar en contacto y compartir sus hallazgos. Con el paso de los años, el mapa de start-ups se ha expandido a todo el país. El conocido en Israel como Silicon Wadi —la franja costera que concentra la industria tecnológica hebrea y que se extiende desde Tel Aviv hasta Haifa— tiene ahora también importantes centros de desarrollo en lugares tan dispares como Beersheba, en el desierto del Neguev; la ciudad de Rejovot, en el centro del país, o el parque tecnológico Har Hotzvim de Jerusalén.

Visión de futuro

Precisamente en este último se hallan Mobileye y otro de los proyectos puestos en marcha por uno de sus fundadores, Amnon Shashua: Orcam, una start-up que desarrolla sistemas de reconocimiento visual para personas con defectos de visión y que ya cuenta con 130 empleados. “Sin duda el éxito de Mobileye impulsará la inversión en el sector, pero lo que se recoge ahora es el fruto de años de investigación en la buena dirección”, asegura Rafi Fischer, director de comunicación de Orcam.

La compra de Waze por ­Google es otro claro ejemplo de cómo los beneficios de estas grandes operaciones, en el caso israelí, revierten en la propia industria. En 2013 el conocido buscador de Internet desembolsó casi 1.000 millones de euros para hacerse con la popular aplicación israelí de navegación por GPS, nacida bajo el nombre Freemap y que cuenta con unos 50 millones de usuarios. Su cofundador, Uri Levine, es conocido como uno de los mayores inversores en start-ups y gestiona varios proyectos como el buscador de vuelos baratos Fairfly o FeeX, concebida para ahorrar dinero a quienes buscan invertir en fondos y otros servicios financieros.

Un camino también seguido por el creador del servicio de mensajería Viber, el israelí Talmon Marco, que, tras venderlo en 2014 por casi 700 millones de euros a la plataforma de comercio online japonesa Rakuten, empezó a desarrollar Juno. El nuevo proyecto de Marco, aunque tiene su sede en Tel Aviv, ha entrado de lleno en el complejo mercado del transporte en Nueva York, donde aspira a ser el competidor directo de Uber.

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