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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Velas hinchadas

En un artículo anterior, en estas mismas páginas, anticipábamos una mejora de las perspectivas de la economía mundial. Señalábamos también un foco de incertidumbre (no menor) que se reflejaba bien en su título, Esperando a Trump. Dos meses después permanece tal incertidumbre, pero simultáneamente se han visto validadas esas favorables perspectivas económicas y financieras. El crecimiento de la economía global se está revisando, en general, al alza, y los mercados internacionales han encajado con extraordinaria naturalidad la última subida de tipos de la Reserva Federal; de hecho persisten las subidas bursátiles y los spreads crediticios contenidos en un entorno de muy baja volatilidad. El balance de este primer trimestre del año es positivo.

El último informe del BCE publicado hace unos días no hace sino ratificar también esta perspectiva para nuestro entorno más cercano. Señala que la recuperación económica de la zona euro se está afianzando de manera sostenida, y revisa al alza tanto las previsiones de crecimiento para 2017-2018 (hasta el 1,8% y 1,7%, respectivamente) como de inflación (hasta 1,7% y 1,6%, en este caso). Lejos de percibir como riesgo este último comportamiento, manifiesta que “sigue siendo necesario un grado de acomodación monetaria muy sustancial para que las presiones inflacionistas subyacentes aumenten y respalden la inflación general a medio plazo”. En otras palabras, mantendrá todavía en los próximos meses su política no convencional de compras de activos trufada de inyección de liquidez a tipos negativos para que aquella acabe de hacer su trabajo: facilitar una expansión del crédito que empieza ya a manifestarse. También anticipa la continuidad de la senda descendente de los déficits públicos y de los ratios de deuda y, como es natural, saluda como favorable un escenario de precios de la energía moderados como el vigente.

Todo este viento de popa incluso parece estar ahora menos comprometido por contingencias políticas. En efecto, se ha reducido la intensidad con la que no hace mucho se percibían las amenazas de posibles “resultados populistas” en la larga y relevante secuencia de contiendas electorales aún pendientes los próximos meses en los principales países europeos.

En el ámbito más próximo, los síntomas no son menos expresivos de una navegación también fluida de la economía española. Tan fluida, que es probable que en el primer trimestre haya mantenido ritmos de crecimiento cercanos al 3%, la velocidad de crucero que ha permitido en los dos años anteriores una robusta creación de empleo. Un crecimiento al que la contribución del sector exterior lo hace más sostenible, y que permitirá ya a finales de año recuperar prácticamente los niveles de PIB de los anteriores a la crisis, ¡una década después!

No conviene olvidar los riesgos de tormentas, pero de momento las velas están hinchadas.

Daniel Manzano y Diana Posada son profesores de Afi, Escuela de Finanzas.

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