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Duras críticas al BCE por extralimitarse durante la crisis del euro

Transparencia Internacional se suma a los reproches de la Defensora del Pueblo de la UE y del nuevo partido del exministro griego Yanis Varoufakis

Claudi Pérez
Vista del logotipo del BCE en su sede de Fráncfort, Alemania.
Vista del logotipo del BCE en su sede de Fráncfort, Alemania.EFE

En Europa hay dos cosas que funcionan: la Corte Europea de Justicia, en Luxemburgo, y el Banco Central Europeo (BCE), en Fráncfort. Los jueces de Luxemburgo han obligado a los bancos españoles, por ejemplo, a indemnizar a los afectados por las cláusulas abusivas. Y los mandarines del BCE han salvado al euro en varias ocasiones; la más legendaria quizá sea aquel "haré lo que sea necesario" de Mario Draghi en lo peor de la crisis, o la operación política que permitió al BCE anunciar las compras de activos a la americana a pesar de las reticencias de Alemania. El tribunal no tiene más problemas que el activismo de Theresa May para que Reino Unido quede fuera de su jurisdicción tras el Brexit. El BCE, en cambio, lleva meses siendo objeto de críticas por todos lados. En Alemania se le ha criticado su activismo: el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ha llegado a culparle del ascenso de la extrema derecha. Más allá de esos ataques —procedentes del país que más se ha beneficiado del euro, paradójicamente—, Transparencia Internacional ha puesto hoy el dedo en la llaga: critica con dureza el déficit democrático del Eurobanco. Cree que puede haberse excedido en su mandato y que eso casa mal con su proverbial falta de transparencia. Y arremete contra el "escaso escrutinio público" de una institución fundamental para la gestión de la zona euro, según ha denunciado hoy en Bruselas.

Transparencia Internacional sugiere que el BCE se ha extralimitado en los últimos años, al verse obligado a tomar decisiones "políticas" sin ser objeto del "escrutinio adecuado". Esa organización se suma así a las críticas del nuevo partido del exministro griego Yanis Varoufakis, que ha recogido 25.000 firmas para obtener más información acerca de las decisiones del Eurobanco que obligaron a Atenas a establecer el control de capitales, un corralito que impedía a los clientes de los bancos sacar más de 60 euros al día de su cuenta corriente. La Defensora del Pueblo Europeo, Mary O'Reilly, investiga también a Draghi por su pertenencia o presencia en el think tank G-30, con sede en Washington, que se fundó en 1978 con aportaciones de la Fundación Rockefeller, y que integra a personajes destacados del mundo académico y sobre todo del sector financiero. O'Reilly ha acusado a Draghi y los suyos de dar información privilegiada a algunos actores del sector financiero: lo mismo hace Transparencia Internacional, que además reclama que el BCE salga de la troika.

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"El papel del BCE es más indispensable que nunca", apunta el informe de Transparencia: "Ha sido la institución más activa, pero su activismo ha ido más allá del papel que le otorgaba la arquitectura institucional de la zona euro". Transparencia apunta que su presidente y los consejeros "están sujetos ya al control del Parlamento Europeo", pero el hecho de haber explorado los límites de su mandato y el "elevado intervencionismo" del banco central le obliga a someterse "a un mayor control democrático". La ONG critica sobremanera el papel del BCE como supervisor financiero, que puede acabar provocando serios conflictos de interés.

Draghi ha agradecido esas críticas, pero se ha dedicado a echar balones fuera, algo en lo que es un consumado especialista: "El deber de las instituciones europeas es legitimarse reforzando la rendición de cuentas democrática, pero también mostrando que se consiguen los objetivos para los que fueron creadas". Traducción bíblica: Draghi concede que la transparencia podría mejorar, pero que al cabo el Eurobanco ha logrado buenos resultados y, en la peor crisis de la eurozona en décadas, les ha sacado las castañas del fuego a los socios en varias ocasiones.

El informe es demoledor con varios de los capítulos más polémicos en los que ha participado el BCE. En Grecia, el Eurobanco dejó de aceptar deuda griega como garantía y eso obligó a los bancos helenos a depender de las Líneas de Liquidez de Emergencia del BCE. Al final, Atenas se vio obligada a establecer los citados controles de capital. Fráncfort ejerció así "un presión muy significativa sobre el Gobierno griego en sus negociaciones con la troika", de la que también forma parte del BCE. Grecia es, en suma, el mejor ejemplo de la dimensión política que ha adoptado una institución supuestamente tecnocrática; supuestamente no politizada. Hay varios ejemplos más: en Irlanda, España e Italia el Eurobanco obligó a los Gobiernos acometer dolorosas reformas a través de "cartas secretas" del anteesor de Draghi, el francés Jean-Claude Trichet. Transparencia arremete también contra el "intrusismo" del BCE en esos casos. Finalmente, la organización plantea también serias dudas sobre los aspectos redistributivos de la política de compra de activos, la versión europea del QE.

Pero eso no es todo. La rendición de cuentas del BCE a las instituciones europeas es extremadamente pobre, según ese examen. Transparencia Internacional subraya los conflictos de interés de los ejecutivos del banco, que se reunieron con la industria financiera el día antes o incluso el mismo día en que el Eurobanco tomó decisiones que movieron miles de millones de euros. Y reclama que el Eurobanco lleve un registro de transparencia para evitar lo que ocurrió en verano de 2015: Benoit Coeuré, consejero ejecutivo del BCE, informó a puerta cerrada en una reunión con gestores de fondos, en Londres, de una modificación en la arquitectura del QE, antes de que esa información fuese pública. Alguno de los presentes se llenó los bolsillos con ese soplo. Finalmente, Transparencia Internacional carga contra las puertas giratorias: miembros destacados del BCE han pasado con rapidez al sector financiero al dejar el banco, como José Manuel González Páramo (BBVA), Axel Weber (UBS), Otmar Issing (Goldman Sachs) o Jorg Asmussen (Lazard).

Ese tipo de prácticas que describe Transparencia "pueden volver a darse una vez más": Grecia está inmersa en graves problemas en su tercer rescate, y las decisiones del BCE sobre la liquidez a sus bancos podrían volver a ser polémicas. Asimismo, la recapitalización del Monte dei Paschi italiano "demuestra que el BCE está tomando decisiones de un alto perfil político pese a su imagen tecnocrática". "La rendición de cuentas del BCE no se ha adecuado a la importancia de las decisiones que toma su consejo de gobierno: para ello hay que aumentar la transparencia, pero el eurozona debería reformar su gobernanza en el marco del actual debate sobre el futuro de la Unión Económica y Monetaria", apunta el estudio en un último zarpazo demoledor.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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