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‘Software’ mexicano para ‘gringos’

Softtek aprovecha los menores costes de México y la cercanía geográfica para suministrar servicios informáticos a EE UU

Trabajadores en la sede de Softtek
Trabajadores en la sede de SofttekFERNANDO LÓPEZ

La llamada llegó de manera inesperada. Blanca Treviño (Monterrey, Nuevo León, 1959) tenía que acudir a la escuela wde su hija porque estaban pasando cosas “fuera de lo común”. Según una profesora de la guardería, la niña prefería jugar con una calculadora y no con las muñecas. Además decía que su madre tenía una oficina y una asistente, una cosa casi inconcebible para una mujer en el México de los años ochenta del siglo pasado. Lo que la trabajadora del jardín de infancia desconocía era que Treviño rompía con los paradigmas de la época y estaba por convertirse en una de las mujeres más poderosas de América Latina gracias a Softtek, una firma pionera en las Tecnologías de la Información (TI), que ha logrado hacerse un hueco entre las grandes compañías del sector.

La anécdota, narrada por Treviño en diversos foros de negocios, es solo un vago recuerdo en la memoria de la directiva. Fundada en 1982, al calor de una de las peores crisis de deuda que ha tenido México, hoy Softtek tiene más de 12.000 empleados y opera en 30 naciones del planeta.

La empresa nació en Monterrey, la capital del norteño estado de Nuevo León y capital industrial de México. Lo impulsó la perspicacia de un grupo de jóvenes universitarios que veía cómo las grandes marcas de la región dependían de los proveedores extranjeros cuando necesitaban los servicios de ingeniería de software. “Decidimos que ese era un nicho para nosotros, y que podíamos competir en términos de calidad con los grandes integradores del mundo”, detalla Doris Seedorf, la consejera delegada de la compañía para Europa.

Si se hubiera forjado en Silicon Valley, ahora estaría en lo alto del podio. Pero no fue así. Softtek ha tenido que sortear contra viento y marea en un barco donde IBM, Microsoft, Accenture, Oracle, entre otras, están al frente del timón. En medio de esta borrasca, la innovación fue clave para que la empresa se abriera paso entre los gigantes, explica Seedorf. En 1997, la compañía irrumpió en el mercado con un concepto nuevo: nearshore, el traslado de los procesos de TI a países de la misma zona geográfica, con similar huso horario e incluso la misma lengua y cultura. La idea, aunque pueda parecer simple, era totalmente innovadora, pues se contraponía al offshore (el traslado del trabajo a un país extranjero y distante), muy común en ese entonces para abaratar costes.

La empresa se atribuye la invención del término ‘nearshoring’, como respuesta al ‘offshore’

Oportunidad al alcance

Lo que buscaba Softtek, en aquel momento, era aprovechar la proximidad de México con la primera economía del mundo. “Queríamos proporcionar una alternativa conveniente a las compañías con base en EE UU y sacarle jugo al NAFTA [que había entrado en vigor tres años antes, en 1994]”, agrega la consejera delegada de Europa. Tal fue el éxito de la firma que hizo de la palabra nearshore una marca registrada y ahora es utilizada en la industria.

Introducir el cambio de modelo no fue sencillo. Las empresas operaban sus proyectos en países recónditos para generar un ahorro en el balance. Y trabajar con una compañía con características parecidas implicaba, quizás, un mayor desembolso. Pero la cercanía valía la pena, indica Seedorf. Un mayor contacto siempre ha traído más control sobre los procesos, lo que se ha traducido en una mayor productividad; además se ha debilitado el robo de propiedad intelectual y fraude, explica la ejecutiva.

Para atender la demanda de las firmas que radicaban en Estados Unidos, Softtek puso en marcha un centro global de servicios en el norte de México. “Fue un gran hito”, reconoce Treviño en un post publicado en LinkedIn. La firma se hizo de un portafolio de grandes compañías y su crecimiento fue exponencial. Ahora el mercado estadounidense representa la mitad de los ingresos de la empresa, que al no ser pública guarda con sigilo la cifra de facturación.

Actualmente, Softtek cuenta con 15 centros globales de servicios esparcidos en México, Brasil, Argentina, Costa Rica, EE UU, España, China, Hungría e India. “Hoy no hay otra empresa de América Latina con tal escala”, presume Seedorf. Pero no todo es miel sobre hojuelas.

La firma podría verse afectada frente a las amenazas proteccionistas invocadas por Donald Trump. Al respecto, Javier Allard, director de Asociación Mexicana de la Industria de Tecnologías de la Información (AMITI), indica que la retira de inversiones de las las automotrices estadounidenses, asentadas en el territorio azteca, han producido un daño colateral a diversas industrias, entre ellas a las TI. En caso de que la sangría contagie a otros sectores, el menoscabo en compañías como Softtek podría ser relevante, asegura. Para Seedorf esto no es un obstáculo: “Esperamos mantener nuestra relación con los clientes y con los nuevos prospectos. Los negocios son negocios”.

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