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Multilatinas

Pampa Energía sube la potencia

La mayor empresa del sector eléctrico de Argentina gana impulso con el nuevo escenario político

Refinería Ricardo Elicabe, propiedad de Pampa Energía, en la localidad argentina de Bahía Blanca. 
Refinería Ricardo Elicabe, propiedad de Pampa Energía, en la localidad argentina de Bahía Blanca. CARLOS JONES

A los 40 años, Marcelo Mindlin ya era el vicepresidente de una de las compañías más importantes y exitosas de Argentina (hoy, el holding Cresud), además de uno de sus socios fundadores. El empresario, sin embargo, se sentía insatisfecho y quería un cambio. A pesar de que era 2003 y el país acababa de transitar una de sus peores crisis, Mindlin decidió separarse del grupo en el que había estado 14 años y empezar de cero en un sector, el energético, donde reinaba la incertidumbre.

Las multinacionales que en los años noventa habían invertido en las empresas de servicios públicos privatizadas se quedaron desde 2002 con unas tarifas congeladas y ligadas al peso en una economía de creciente inflación, por lo que comenzaron a vender. En este contexto, Mindlin creó Pampa Energía y, en los años que siguieron, entró a bajo precio en las compañías más grandes de transmisión y distribución eléctrica, con la esperanza de que la apuesta diera sus frutos una vez que comenzara a normalizarse el país y, con ello, las condiciones del negocio. Pero lo que podía salir mal, salió mal. Los Gobiernos kirchneristas nunca establecieron un nuevo régimen tarifario y las eléctricas vivieron más de una década de escasa rentabilidad o pérdidas, pendientes de actualizaciones puntuales y discrecionales.

El nuevo grupo, sin embargo, mantuvo su apuesta por la compra de activos del sector y, el año pasado, las buenas perspectivas que trajo el cambio de Gobierno lo encontraron en una posición muy sólida, tanto en generación como en transmisión y distribución. En 2016, las tarifas reguladas comenzaron a acercarse a los valores del mercado, lo que fue una buena noticia para la que ya era la mayor compañía eléctrica del país, que solo en el negocio de distribución atiende a unos siete millones de personas en el norte de la ciudad de Buenos Aires y alrededores. Otro paso adelante lo dio en el sector de los hidrocarburos, al cerrar, a mediados de año, la compra de los activos de Petrobras Argentina. “Compramos Petrobras [Argentina] porque era una excelente oportunidad. Petrobras Brasil estaba con una crisis financiera, tenía que vender, y pudimos comprar a un precio muy atractivo”, explicaba Mindlin meses después de concretar la operación de 892 millones de dólares a cambio del 67% de la filial local.

El pasado año cerró la compra de los activos de Petrobas en Argentina por 892 millones

Pampa Energía pasó así del 3% al 10% de la producción de gas del país. Según informan en la empresa, la actividad de exploración y producción de gas y petróleo se desarrolla en 22 áreas ubicadas en las cuencas hidrocarburíferas más importantes del país (Neuquina, San Jorge y Noroeste). A ellas se suman cuatro áreas en Venezuela que Pampa explota a través de su participación en varias empresas mixtas. Con la adquisición de los activos de Petrobras, el grupo de Mindlin aumentó su participación y obtuvo el control compartido de TGS, la transportadora de gas más importante de Argentina, que opera un gasoducto de más de 9.000 kilómetros, el más extenso de América Latina. Otra línea de negocio que sumó el grupo es la comercialización de combustibles a través de 264 gasolineras, por el momento bajo la marca brasileña.

Movimiento de calado

“La empresa ya era muy fuerte, pero con la compra de Petrobras Argentina se termina de posicionar en el sector energético”, afirma Mariano Lamothe, especialista en mercados de energía, minería e infraestructura de la consultora Abeceb. En 11 años de actividad, Pampa Energía se transformó en una de las empresas más grandes del sector. “Fue entrando paulatinamente en un mercado del que las multinacionales querían salir y se desprendían de sus activos a bajo precio”, explica Lamothe.

En generación eléctrica, el grupo produce 3.433 MW a través de cinco centrales térmicas, tres hidroeléctricas y una de cogeneración ecoenergía. En el mercado de transmisión, posee junto a otro socio Transener y Transba, con más de 20.000 kilómetros de líneas de transferencia de energía. Por último, su compañía Edenor tiene la concesión para distribuir electricidad en el noroeste del Gran Buenos Aires y en la zona norte de la capital, lo que comprende una superficie de más de 4.600 kilómetros cuadrados.

“Hizo inversiones de alto riesgo y luego tuvo buenos esquemas de financiación para poder hacer las adquisiciones que hizo”, afirma Lamothe. El pasado enero, Pampa Energía colocó 750 millones de deuda a 10 años en el mercado internacional, en parte, con el fin de cancelar créditos a corto plazo que la empresa utilizó para la compra de Petrobras.

La revisión al alza de las tarifas en un año electoral es una buena señal para el sector

Durante un reciente road show en Nueva York, el presidente de Pampa Energía afirmó que, entre los activos hidrocarburíferos que recibió de Petrobras, el mayor énfasis estará puesto en los depósitos de gas de baja permeabilidad, más rentables que los de esquisto. La política argentina también trajo buenas noticias a principios de año para los inversores del sector petrolero, donde se logró un nuevo convenio de trabajo para aumentar la productividad de los empleados. A los pocos días de la firma de ese acuerdo con los sindicatos, el presidente de Pampa Energía aseguró que ayudaría a reducir los costes. Y añadió, ya en referencia a las subidas de tarifas del sector eléctrico, que esa política significaba “un gran cambio con lo que venía ocurriendo en los últimos 15 años”.

Los subsidios con los que el Estado pagaba la diferencia entre las tarifas de los consumidores y los costos del sector energético pasaron de unos 2.200 millones de pesos en 2006 a unos 145.900 millones en 2015. “Las tarifas todavía están muy atrasadas, pero que se haya mantenido un sendero de subida en un año electoral es una señal positiva para las empresas”, afirma Lamothe. Durante los años en los que las eléctricas tenían una rentabilidad casi de subsistencia, con precios bajos que estimulaban el consumo, las inversiones en las instalaciones de la red no estuvieron a la altura de una demanda que, según la empresa, creció más de un 44% en 10 años.

Las consecuencias de esa política todavía se observan en el servicio de Edenor. Mientras las empresas y el Gobierno negocian una revisión tarifaria integral para establecer un sistema de formación de precios más previsible y favorable a las inversiones, los ciudadanos de Buenos Aires y alrededores saben que, en los días de mucho calor y picos de demanda, tampoco pueden predecir cuánto durarán los cortes de luz que a menudo sufren en sus hogares.

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