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Draghi da una señal de optimismo y descarta más medidas extraodinarias

El BCE revisa ligeramente al alza sus previsiones de crecimiento e inflación para la eurozona

Luis Doncel

Mario Draghi estaba el jueves de celebración. Se cumplía un año de la batería de medidas que lanzó casi a la desesperada —tipos de interés al 0%, compras masivas de deuda…— para conjurar el riesgo de deflación o recaída de la actividad. 12 meses más tarde, el presidente del BCE se muestra satisfecho. “Nuestra política ha sido un éxito”, dijo rotundo. La paradoja es que los logros de este periodo dan munición a sus críticos: el repunte del crecimiento y de la inflación envalentona a los halcones —encabezados por Alemania—, que reclaman la vuelta a una política monetaria más convencional. El italiano, por ahora, se resiste.

Mario Drghi, junto a la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen.
Mario Drghi, junto a la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen.Joshua Roberts (REUTERS)

La novedad de la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo consistió en que no hubo novedad. Los tipos siguen en su mínimo histórico. Las compras de deuda continuarán al ritmo que ya se conocía: 60.000 millones este mes, y 40.000 a partir de marzo hasta finales de 2017, un plazo prorrogable si el eurobanco lo considera necesario. Pese a que todo sigue igual, sí hubo alguna señal que podría indicar un próximo viraje en la política que Draghi volvió a defender el jueves con todo su argumentario habitual.

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En el cuidadísimo lenguaje con el que se redactan los comunicados posteriores a las reuniones del Consejo de Gobierno, se retiró la habitual coletilla de que el BCE usará todos los instrumentos disponibles dentro de su mandato para lograr sus objetivos. Esta rebaja en el tono sugiere la idea de que la situación económica se va acercando a la normalidad, lo que llevaría a empezar a replantearse la necesidad de medidas excepcionales. Es este un matiz del agrado de los que defienden una política más ortodoxa, encabezados por Alemania y su banquero central, Jens Weidmann. “La frase se eliminó para mostrar que ya no estamos en una situación de urgencia para adoptar nuevas medidas”, explicó Draghi.

Pero es poco probable que este detalle vaya a contentar a los críticos con la deriva actual del banco que se creó a imagen y semejanza del Bundesbank. El influyente economista alemán Clement Fuest, presidente del instituto Ifo, fue de los primeros en criticar los anuncios de Draghi. “El BCE debe restringir ya el aluvión de dinero. Si no, corre el peligro de sobrepasar sus objetivos de inflación”, aseguró Fuest.

Los riesgos políticos, “todavía” no materializados

Mario Draghi hizo el jueves profesión de fe europeísta. “El euro está aquí para quedarse. Es irrevocable”, certificó. Para llegar a esta conclusión hizo un razonamiento inverso: el euro es el mejor garante de la unión monetaria; y sin unión monetaria, la UE se vendría abajo. Es un argumento parecido al de “si fracasa el euro, fracasa Europa” tantas veces repetido por la canciller Angela Merkel.

En su reunión del jueves, el BCE no tomó ninguna decisión relevante. El eurobanco prefiere esperar a que se aclare el paisaje político, con las cruciales elecciones que Holanda y Francia celebrarán próximamente. Draghi sí habló de los riesgos políticos asociados a sucesos como el Brexit, el no en el referéndum italiano o la victoria en EE UU de Donald Trump. El presidente del BCE constató que los temores en torno a las consecuencias económicas de estos acontecimientos no se han cumplido. "Todavía", matizó.

Alemania, que encabeza el grupo de países críticos con la actual dirección del BCE, lleva tiempo preocupada por los tipos de interés nulos que castigan a ahorradores y bancos. Pero ahora que la inflación en la mayor economía europea ha llegado al 2,2% —su nivel máximo en casi cinco años— el malestar es aún más evidente.

Draghi además, admite que los niveles de inflación se acercan a su objetivo del entorno del 2%. Según las previsiones del eurobanco, el índice de precios en la eurozona llegará este año al 1,7%, cuatro décimas por encima del pronóstico de diciembre. Pero el presidente del BCE tiene sus motivos para no apresurarse. Draghi repitió varias veces que los salarios —“un elemento clave en nuestro análisis, aunque no el único”, dijo— no han experimentado una evolución significativa que haga pensar que el aumento de la inflación vaya a ser sostenido en el tiempo. No como ahora, que, según Draghi, está basado principalmente en el aumento de los precios de la energía y de los alimentos. “Es muy pronto para declarar la victoria en el frente de la inflación”, aseguró.

Pese a la cautela habitual del italiano que pilota el euro desde 2011, presentó algunos datos que suenan a victoria. La tasa de paro de la eurozona, del 9,6% en enero, es la más baja desde 2009. Draghi proclamó además que los riesgos de deflación —una bajada continuada de los precios, un fenómeno letal para la economía— han desaparecido.

Subida del euro

Las palabras de Draghi, como es habitual, tuvieron una respuesta inmediata en los mercados. El euro recuperó posiciones. La intervención de Draghi estuvo plagada de optimismo, una palabra que usó una periodista en el turno de preguntas y que el banquero central europeo hizo suya. En este espíritu, el BCE revisó ligeramente al alza sus previsiones de crecimiento para la eurozona, que pasan al 1,8% para este año y al 1,7% en 2018.

Draghi se encontró en la incómoda situación de defender unos tipos cero que poco a poco van siendo menos habituales. Todo apunta a que Estados Unidos prepara una nueva subida. La semana que viene se reúne la Reserva Federal y los analistas creen que Janet Yellen anunciará una nueva alza del 0,25%, que situaría el precio del dinero en la horquilla del 0,75%-1%. Sería la tercera vez subida consecutiva de los tipos de la Fed.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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