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Uber espió a la policía para eludirla en lugares donde estaba vetado

Una investigación de ‘The New York Times’ revela las tácticas extremas de la compañía para salir a mercados sin pedir autorización

Pablo Ximénez de Sandoval
Oficinas de Uber en Queens, Nueva York.
Oficinas de Uber en Queens, Nueva York.REUTERS

La empresa de transporte privado Uber utilizó tácticas de espionaje para eludir a la policía y poder operar de forma ilegal en aquellos lugares en los que estaba prohibido. La revelación la hizo este viernes el diario The New York Times en una investigación propia en la que detalla cómo Uber utilizaba un programa para identificar y negar el servicio a los agentes de policía que trataban de multar a los conductores. Los lugares citados por el diario son París, Boston, Las Vegas, Australia, China, Corea del Sur e Italia, aunque la información da a entender que se trata de una práctica extendida a cualquier lugar donde Uber tuviera problemas legales.

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Una de las tácticas que utilizaba la empresa de San Francisco era un programa llamado Greyball, que es parte del software de “violación de términos de servicio” de Uber. Se trata del programa que recopila información sobre el cliente y le niega el servicio si identifica que usa la aplicación de manera inapropiada. El diario cita cuatro fuentes anónimas en su información, que son actuales y pasados empleados de Uber.

Este software empezó siendo la herramienta de Uber para eludir a sus competidores y a clientes peligrosos, pero acabó sirviendo también para zafarse de la policía allí donde intentaban multarles por operar de manera irregular.

Uber es notorio en Silicon Valley por su desafiante cultura corporativa. La compañía tiene la cultura de actuar primero y preguntar después. Eso ha traído grandes batallas legales allí donde ha intentado establecerse y aún hoy sus servicios varían mucho de un sitio a otro.

Cada vez que Uber ha lanzado su servicio en una nueva ciudad o país, la técnica ha sido empezar a operar sin más aprovechando la falta de regulación. Después llega el conflicto y al final hay un acuerdo. En Estados Unidos hay ciudades donde se puede ir al aeropuerto pero no salir de él, donde está prohibido del todo o donde funciona sin ninguna restricción. En la misma California, el pasado diciembre Uber empezó a hacer pruebas por la carretera de sus coches sin conductor sin haber pedido permiso al Departamento de Vehículos a Motor. El Gobierno tuvo que ordenar a la empresa que dejara de hacerlo. En Europa se ha enfrentado a la industria del taxi y a las regulaciones de las compañías de transporte.

Mientras tanto, sus conductores son multados y Uber paga las multas. Para identificar cuándo el servicio está siendo solicitado por un agente de policía, uno de los métodos era mirar si la localización del cliente coincidía con un edificio oficial. La empresa también miraba la tarjeta de crédito del cliente para ver si estaba relacionada con instituciones como sindicatos de policía.

Una de las formas que tiene la policía de lanzar redadas de conductores de Uber era comprar muchos teléfonos baratos y crear muchas cuentas. Uber iba a las tiendas de electrónica de la ciudad en cuestión para apuntar los números de teléfono de los móviles más baratos. En último caso, empleados de Uber estudiaban la información de, usuario en redes sociales para ver si había algo que indicara que era agente de policía.

Cuando Uber entendía que el usuario que llamaba era un agente de la autoridad, la aplicación mostraba coches falsos que nunca llegaban, o simplemente decía que no había coches disponibles, como hace con los clientes no deseados.

Las técnicas reveladas este viernes para eludir la acción de la policía, que están en práctica al menos desde 2014, suponen un nivel más en esta actitud. Según el diario neoyorquino, esta forma de operar causaba inquietud dentro de la propia empresa.

En un comunicado, Uber responde al Times que “este programa niega las peticiones de aquellos usuarios que violan nuestras normas de servicio, gente que quiere hacer daño físico a los conductores, competidores que quieren entorpecer nuestras operaciones, u oponentes que se ponen de acuerdo con agentes en operaciones secretas para atrapar a los conductores”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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