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Desmantelado el mayor laboratorio privado de energías renovables

Abengoa Research desaparece con un equipo de 150 investigadores para tecnología puntera

Una investigadora, en los laboratorios de Abengoa Research en Sevilla. / Vídeo: El director de Abengoa Research, Manuel Doblaré, explica en un vídeo de 2015 el motivo de la apertura del centro.Foto: reuters_live

Desde esta semana la marca España en el sector de las energías renovables es un poco menos pujante. La dimensión de ese retroceso se verá con los años, pero su origen está hoy en el cierre de Abengoa Research, la punta de lanza de la investigación entre las multinacionales dedicadas al universo de las energías renovables, que estos días culmina su cierre arrastrada por la dolorosa reconversión de la multinacional andaluza, con pérdidas de 7.629 millones el año pasado.

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Los expertos sitúan a Abengoa Research a gran distancia del resto de compañías por patentes (312 solicitadas) e inversión en investigación de renovables, y algunos la elevan a líder mundial, un trono que ahora desaparece de un plumazo. “Por plantilla e instalaciones, no hay ninguna con ese músculo en I+D en todo el mundo y conozco las empresas de Estados Unidos, Australia y Asia”, se lamenta Eduardo Zarza, con 32 años de experiencia y jefe de unidad de la Plataforma Solar de Almería, participada por el Ministerio de Economía a través del CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas). La multinacional pasó de invertir 66 millones en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en 2008, hasta los 597 millones durante el ejercicio de 2015, su año cumbre. Ahora deshace el camino andado.

Esta vuelta atrás es producto de la nefasta gestión financiera del grupo que el año pasado provocó la salida de la cúpula —con cinco directivos hoy imputados en la Audiencia Nacional— y despidos de 5.000 trabajadores solo durante 2016. La plantilla ha pasado en un año de 21.000 personas a 16.000 en todo el mundo.

Una forma de investigar atrevida pero con gestión ineficaz

El valor añadido de Abengoa Research ha sido su dedicación a la investigación básica, con largo recorrido y una mirada atrevida, incierta y que conlleva riesgos y un elevado margen de error de hasta el 50%. A diferencia de la investigación aplicada (con la tecnología en un estado más avanzado), la investigación básica supone una mayor apuesta con un valor añadido importado de los modelos estadounidense y alemán, pero también con mejores resultados a largo plazo.

Sus investigadores, una masa crítica de españoles, franceses, alemanes, estadounidenses e incluso un iraní, la mayoría doctorados, trabajan con enzimas para biocombustibles, materiales como perovskitas para la energía fotovoltaica o con ópticas para sistemas de alta concentración en dicha energía. Sin embargo, la gestión financiera, como en el resto de filiales del grupo, también fue ineficaz. “La distancia entre la investigación y el negocio era grande. Había falta de estrategia. Muy disperso, interesante, pero sin rédito”, censura un exdirectivo de la multinacional que pide el anonimato.

La plantilla, que en su día rozó las 150 personas y hace un año era de 113 empleados, ha ido menguando y dos ERE y dos ERTE (dos de los cuatro aún abiertos) han dejado la plantilla en solo 22 trabajadores, ningún investigador entre ellos. Ahora la multinacional reconvertirá Abengoa Research en una incubadora de tecnología, a la espera de poder contar con universidades, Administraciones y otras entidades que aporten sus investigadores. El modelo se denomina de “innovación abierta” y la firma insiste en que el I+D sigue siendo “un pilar” para el negocio, aunque dada la coyuntura de números rojos debe “reorganizar la estrategia para que todo el esfuerzo no quede en balde”, define un portavoz.

La multinacional presentó al comité de empresa este viernes por la mañana, in extremis, cinco minutos antes de reunirse con la Inspección de Trabajo, una indemnización ligeramente más alta que la ofrecida hasta ahora a sus trabajadores despedidos. Eso sí, muy poco más del mínimo legal de 20 días por año trabajado. Ante la dureza de la empresa en la negociación, los empleados recuerdan el sueldo actual del presidente, Gonzalo Urquijo, que cobrará un millón de euros en 2017.

“La falta de acuerdo viene muy mal a la empresa por la prensa y las impugnaciones individuales, ya que no han podido justificar el ERE y al mismo tiempo un ERTE de 18 meses. No sabe responder a qué puesto de trabajo volverán esos empleados que ahora manda a casa”, critica Gonzalo Rincón, del comité de empresa.

La estrategia de la multinacional andaluza, inmersa en una convulsa reestructuración, ha buscado en los últimos años disponer de su propia tecnología sin depender de terceros. Para ello contaba con un laboratorio puntero en Sevilla y plantas destinadas solo a la investigación donde probar nuevos conceptos e ideas, al margen de plantas comerciales.

Luis Crespo, presidente de la asociación europea de la industria solar termoeléctrica (ESTELA), resume: “Es una pena y muy mal síntoma. Pensé que desprenderse de su conocimiento sería lo último que haría Abengoa. El conocimiento es el futuro de las empresas”.

La compañía defiende que su I+D+i es anterior a la creación de Abengoa Research y que ahora la incluirá en ciertas líneas de negocio de su matriz. “Dada la situación de la compañía, se está acomodando y reorganizando la I+D a los negocios actuales y al tamaño y necesidades reales de la compañía, pero sin dejar de lado esta parte tan importante para su futuro”, apuntan fuentes de la firma.

Abengoa vende ahora su laboratorio, valorado en seis millones de euros y que prevé desmantelar, en paralelo a la creación de “paquetes tecnológicos” o “paquetes de conocimiento” para el mejor postor. “Enseñas un poco a una empresa. Y luego un poco más. Y si les interesa se negocia. Llevamos un año empaquetando el conocimiento”, explica Melanie Durth. De momento, varias universidades han declinado la oferta para adquirir el laboratorio, según fuentes de las negociaciones.

En 2011 una treintena de investigadores doctores levantaron el laboratorio de la nada, en el aparcamiento de la sede central del grupo en Sevilla, Palmas Altas, a lo largo de dos años. “Y cuando pasamos todas las auditorías, se paró la máquina solo tras un año y medio”, describe apenada Durth. Tras su fuerte inversión, Abengoa ser convirtió en líder mundial en tecnología termosolar, con plantas en Estados Unidos, Chile, Sudáfrica y Abu Dabi, entre otros. Además, ha sido pionera en la producción de biocombustibles de segunda generación, con una planta en Hugoton (EE UU) que la empresa ha tenido que vender el año pasado a un precio muy inferior a la inversión realizada en un principio.

En adelante, la firma se centrará en la generación de energía, los grandes sistemas de transmisión, agua y servicios después de grandes desinversiones como Atlántica Yield y otras por todo el mundo en bioenergía.

“Al final se irá quedando desfasado y no podrá competir. O eres pionero en algo o eres muy bueno construyendo. Será difícil que ganemos un contrato sin diferenciarnos mediante desarrollo y tecnología propia”, apunta Carlos Vázquez, técnico de ofertas del grupo Abengoa para ingeniería y construcción.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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