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Ence avanza con el viento en contra

La papelera cierra un año flojo a la espera de que aumenten los precios de la celulosa

María Fernández

El mercado de la celulosa se basa en un equilibrio aparentemente sencillo entre la capacidad instalada en el mundo y el aumento o la disminución de la demanda. Las gigantescas inversiones que hay que realizar en cada nueva fábrica —que además debe asegurarse el suministro constante de madera— obligan a los inversores a pensárselo dos veces antes de dar un paso. Y los que lo dan, siembran automáticamente el pánico entre sus competidores. Asia Pulp & Paper, uno de los gigantes del sector, pensaba inaugurar en 2016 una nueva fábrica en Sumatra (Indonesia) con una capacidad de 2,8 millones de toneladas anuales, lo que iba prácticamente a absorber todo el aumento de la demanda mundial de ese año. Finalmente el proyecto se retrasa a 2017 (y comenzará con un millón de toneladas), algo que no ha impedido que el sector viva un 2016 inundado de pasta de papel y precios inusualmente bajos.

Vista de la planta de Ence en la ría de Pontevedra.
Vista de la planta de Ence en la ría de Pontevedra. Óscar Corral

La situación ha pasado factura a la española Ence, un actor mediano en el mercado con dos plantas de producción, una en Navia (Asturias) y otra en Pontevedra. Facturó hasta septiembre de 2016 (últimos datos presentados) un 11,7% menos (429 millones) y ganó un 30% menos (24,3 millones) pese a que contó con ingresos extraordinarios. “La primera parte del año pasado vivimos un momento duro por los precios bajos. En septiembre, el mercado se volvió a reactivar. Se llegaron a pagar 490 dólares por tonelada de celulosa, y el precio de este mes de febrero es de 532 dólares. Ahora veo un año estable porque va a crecer más la demanda que la oferta”, baraja Ignacio de Colmenares, consejero delegado del grupo pastero.

Gonzalo Sánchez, analista de Gesconsult, recuerda que el punto de inflexión se vivió en noviembre durante la London Pulp Week, el foro que reúne en la capital británica a la élite del sector capitaneado por la indonesia AP&P y las brasileñas Fibria (fruto de la fusión entre Aracruz y Votorantim) y Suzano. “La guerra comercial que se desató entre Asia y Brasil desde octubre de 2015 fue dando paso a precios más y más bajos, lo que obligó a retrasar inversiones. Eso ha cambiado y desde hace un par de meses vemos el efecto contrario”, señala Sánchez. Un análisis del Banco Sabadell abunda en este aspecto. Los precios podrían escalar este año hasta los 710 dólares por tonelada. Aunque la cotización de Ence se ha recuperado un 42% frente a los mínimos de 2016, el servicio de análisis del banco cree que la compañía presenta otros atractivos, como ser la menos endeudada del sector y destacar “por su remuneración al accionista”.

La demanda de pasta de papel a medio plazo seguirá creciendo. Colmenares habla de dos tendencias de negocio contrapuestas que les afectan de lleno: la migración desde el campo de las clases medias asiáticas hace que solo en China cada año se incorporen 30 millones de personas a las ciudades y que, en consecuencia, aumente el consumo de productos higiénicos. El fin de la política de hijo único en ese país ha disparado el uso de pañales, y en mercados desarrollados como el europeo se venden más productos para la incontinencia gracias a la mayor longevidad de la población. Por el contrario, el papel para escritura y el material de oficina está retrocediendo aceleradamente.

En este escenario, Ence produce poco más de 900.000 toneladas anuales de celulosa para papel tisú (57%), papeles especiales (32%), estucados y embalajes. En los últimos tiempos ha logrado incrementar en 20.000 toneladas la capacidad de su planta de Navia (540.000 toneladas) y para equilibrar las cuentas han vendido 1.031 hectáreas de terreno que les han reportado 38 millones de euros en ingresos extraordinarios. Frente a un 2016 flojo, acaban de anunciar la venta de toda la producción de celulosa para 2017. Colmenares expone que, frente al mercado cambiante, Ence “tiene grandes ventajas” sobre sus competidores, como un coste de producción bajo, de alrededor de 350 euros por tonelada. “Navia es la fábrica más competitiva de toda Europa. Y no lo digo yo, se ve en todos los informes. Además, como exportamos el 95% de la producción a Europa, nos piden que certifiquemos que el cultivo es sostenible y ecológico; para eso hay que certificar los cultivos, algo que hacemos”.

En materia de energía, la compañía cuenta actualmente con 220 MW de potencia instalada en energía renovable a partir de biomasa. Su plan estratégico pasa por doblar el resultado de explotación en cinco años, para lo que han sumado dos plantas compradas a Endesa. “En 2017 vamos a tener un ebitda un 50% superior al año anterior. Además, hemos dado un salto de un 30% en megavatios. Estamos haciendo todo un cambio en la gestión de la materia prima, del combustible: estamos dejando de quemar madera para apostar por el residuo forestal y agrícola. Recogemos podas de olivar, cítricos, algodón, paja del arroz, matas de fresas, cáscaras del arroz… Es mucho más barato que comprar la madera, nos ha ahorrado casi siete millones de euros de costes el año pasado y además solucionamos un problema al agricultor”.

Aun así, el grupo todavía tiene 50.000 hectáreas de eucalipto en Andalucía que no necesitan para abastecerse y cuya producción termina en Portugal. “Tarde o temprano pensaremos en vender, pero son operaciones que hay que hacer poco a poco”, reconoce el consejero delegado. En cuanto al empleo, que ronda los 700 trabajadores, el año pasado crearon 70 nuevos puestos.

Conflicto en Pontevedra

Mariano Rajoy fue declarado el año pasado persona non grata en Pontevedra, su ciudad natal, gracias a Ence. El Ayuntamiento costero gallego respondía así a la prórroga que el Gobierno popular en funciones otorgó a la fábrica del grupo, que podrá quedarse 60 años más a orillas de la ría pese a que su vigencia legal caducaba en 2018. “Si estamos en la ciudad de Pontevedra y hay una parte de la población que no quiere que estemos, no tenemos que oler mal ni un minuto. Aunque tengamos muchos premios medioambientales, hay que seguir mejorando cueste lo que cueste, incluso a costa de recortar dividendos, porque una parte tiene que repercutir en la gente”, cree Colmenares. Su objetivo es que la planta “casi no se vea, que no salga vapor, que no se oiga y que el agua que utiliza se reutilice en circuito cerrado”, pero lo cierto es que, incluso tomando como base una encuesta encargada por el propio grupo empresarial, un porcentaje considerable de la población (cerca de un 30%) quiere que la fábrica se desmantele. Aun con la frontal oposición del Ayuntamiento y parte de los vecinos, Ence mantiene sus planes de inversión: quiere ampliar su planta de biomasa pontevedresa y construir una nueva depuradora. “El plan de inversión no está parado, está atrasado porque estamos tardando en toda la tramitación administrativa. La competitividad de la factoría dará un salto importante en marzo de 2018”, vaticina Colmenares. Y, añade, la rebaja de la deuda en 20 millones (hasta los 233) les da “capacidad para seguir invirtiendo”, pese a tener a parte de la sociedad pontevedresa en contra.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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