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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Volvemos al capitalismo de casino

La contrarrevolución de Trump rompe el control financiero del G-20 y desmantela la ley Dodd

Xavier Vidal-Folch
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos.
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos.Susan Walsh (AP)

España ultima con mérito reglas para proteger al consumidor bancario. Donald Trump lanza a EE UU a la contrarrevolución financiera. Esto es, a la barra libre para los que especularon con las hipotecas basura y desataron la Gran Recesión de 2008. A la eliminación de controles, a la supresión de agencias de defensa del cliente y del contribuyente.

Para devolvernos al estado salvaje del capitalismo, cuando volvíamos a domesticarlo, prepara el acoso a las instituciones de vigilancia financiera pactadas con la UE y el G-20.

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Así, pretende cortarle las uñas al acuerdo Basilea-IV en ciernes, que busca aumentar la cantidad y calidad del capital de los bancos para responder de sus préstamos, y pues, aumentar su solvencia. Al Comité de Basilea que fabrica esos pactos y coordina las regulaciones de distintos países. Al Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) que ausculta y diagnostica las flaquezas del sector.

Esas pretensiones, iniciadas con la presión a la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, para que deje de asistir a las reuniones de las entidades de coordinación, amenazan con desmochar la separación entre banca comercial y banca de inversión (en perjuicio del cliente tradicional y menos ducho, al que le colocaban los peores activos), lograda tras la crisis, en distinto grado, en EE UU y en la UE.

También buscan congelar las nuevas exigencias de capital, con lo que los bancos serán más débiles, multiplicarán sus conductas arriesgadas y quebrarán más fácilmente. Y dificultarán la tasa Tobin contra la inversión cortoplacista de corte especulativo en Europa.

La otra táctica es desmantelar la ley Dodd-Frank. Es la norma firmada por Barack Obama en 2010, que ató corto los abusos del sector; creó distinas agencias y procedimientos de protección al consumidor; descartó el rescate a cargo de los contribuyentes de los bancos too big to fail, demasiado grandes para caer; e impuso la regla Volcker, que separaba los distintos negocios, impedía especular con las acciones propias y restringía las inversiones en hedge funds, los fondos de alto riesgo.

La excusa es que si no se libera a los bancos de esos controles “muchos amigos [de Trump] con magníficos negocios”, “no pueden pedir dinero prestado ya que los bancos no se lo dan”. ¡Aciertan, si son opacos o ruinosos como los del magnate que prometía a los incautos arremeter contra la oligarquía!

Y que ha encargado de laminar la Dodd-Frank a los boys de Goldman Sachs. Al nuevo jefe del Consejo Económico Nacional, Gary Cohn, “el perro de presa” de Lloyd Blankfein, el agresivo patrón de la casa. A su exsúbdito, el próximo secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. Al nuevo patrón de la SEC (el regulador del mercado de valores), Jay Clayton, abogado de Goldman. Aquel banco que expandió “el casino” de los CDO; “multiplicó los efectos del colapso de las hipotecas basura”; y “contribuyó a las quiebras de entidades sistémicas en la crisis”. Así lo dictaminó el Inquiry Report de la Comisión sobre la crisis, que presidió Phil Angelides (Public Affairs, New York, 2011).

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