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Una orquesta afinada para ganar dinero

Así es una jornada de trabajo en Bestinver, una de las mayores gestoras de fondos de inversión españolas

David Fernández
Beltrán de la Lastra (de pie) dirige la reunión de la mañana con los analistas de Besinver
Beltrán de la Lastra (de pie) dirige la reunión de la mañana con los analistas de BesinverCARLOS ROSILLO

Son las nueve de la mañana del lunes 28 de ­noviembre. La sala de reuniones que Bestinver tiene en su sede de Madrid se va llenando poco a poco. La mayoría son hombres —una mezcla de veteranos y noveles— y van pertrechados de cuadernos e informes. Beltrán de la Lastra, presidente de la gestora y director de inversiones, es el único que permanece de pie. Va dando paso a los diferentes analistas. Cuando algo no le queda claro, pregunta y repregunta. Abre fuego contra el que tiene al otro lado del plasma. Vighnesh Padiachy explica desde Londres y por videoconferencia las últimas novedades del sector TMT (tecnología, medios y telecomunicaciones). Cada analista va reportando sobre el área que cubre. Jaime Vázquez explica las últimas novedades de las empresas de consumo, Colin Gibson comenta las noticias que afectan a los valores industriales y José Manuel Arroyas informa acerca de las compañías de logística y servicios. Todo el mundo toma nota. Algunos hablan sobre los resultados de las compañías que cubren, otros de posibles movimientos de concentración y hay quien explica su última reunión con los gestores de una gran empresa.

“El objetivo de esta reunión es que el equipo recuerde para qué viene a la oficina. En un mundo con tanta información existe el riesgo de dispersión. Además, nos ayuda a que todos estemos al día de lo que pasa en cada industria porque hay tendencias que afectan a diferentes sectores”, explica De la Lastra. El morning meeting es semanal porque un evento diario obligaría a que los analistas dedicasen buena parte de su tiempo solo a preparar lo que le va a contar al jefe. “Quiero que la gente esté con la cabeza puesta en 2020. El objetivo es analizar la información que nos va llegando para saber si nos acerca o nos aleja de la tesis de inversión que tenemos a largo plazo en cada compañía”.

En el encuentro matinal no solo intervienen los analistas. Otros miembros del equipo cantan datos de mercado que pueden parecer secundarios, pero que son importantes para poder tomar decisiones de inversión. Por un lado se sigue el rastro de los insiders, es decir, qué consejeros y ejecutivos están comprando y vendiendo acciones de sus propias empresas. Además, desde la mesa de intermediación se comentan los flujos de dinero que salen desde los brókers más importantes: quién compra y quién vende, a qué precios, con qué volúmenes y en qué mercado. También se comentan las noticias políticas, como las implicaciones económicas de la victoria de François Fillon en las primarias de la derecha francesa y los sondeos sobre el referéndum en Italia. Cierra el encuentro el gestor de renta fija, Benito Artiñano, con las novedades en el mercado de bonos.

Trabajo coral

La calidad de la información es uno de los dos factores que marcan la frontera entre el éxito y el fracaso de una gestora de fondos. El otro rasgo diferencial es el trabajo en equipo. Bestinver, propiedad de Acciona (familia Entrecanales), tiene 43.000 clientes y administra más de 5.000 millones de euros. Su estilo de gestión es, como se conoce en la jerga financiera, value. Es decir, buscan buenas compañías, bien administradas, con poca deuda, que operen en sectores con barreras de entrada y que, además, coticen con descuento frente a la valoración que ellos mismos calculan.

Gestión de egos

La llegada de Beltrán de la Lastra a Bestinver en septiembre de 2014 no fue fácil. Tras la salida del anterior equipo gestor, la entidad sufrió reembolsos millonarios de sus fondos por parte de los clientes. En estos dos años al frente de la nave, De la Lastra ha logrado reconducir la situación a base de buenas rentabilidades en los productos. El ahora presidente de Bestinver lo ha conseguido fundamentalmente gracias a la confección de un equipo a la medida, fichando a algunos de los mejores analistas españoles e internacionales. “Hemos contratado a grandes profesionales que, además, encajan con la filosofía que me gusta aplicar y en la que nadie por sí solo es mejor que el grupo. En esta firma es imposible el éxito individual. Otra norma que aplico es la verdad ante todo. Debemos de ser capaces de discrepar desde la lealtad, diciéndonos las cosas a la cara”, reflexiona.

Esta filosofía convierte a los dos gestores —el propio De la Lastra y Ricardo Cañete— en el último eslabón de una cadena que debe estar bien engrasada. Son los que toman la decisión final: comprar o vender un valor. Sin embargo, la producción de ideas de inversión corre a cargo de los analistas. Cuando termina la reunión de la mañana todos salen disparados a sus mesas salvo Gibson y su asistente. Van a participar en otro encuentro típico en el día a día de la entidad denominado investment case. Tras semanas o incluso meses de análisis, es el momento de presentar a los gestores un nuevo candidato a formar parte de la cartera del fondo internacional. En este caso se trata de una empresa de grúas inmersa en la compra de su mayor rival.

“Es el momento en el que nos metemos un poco más a fondo en la compañía. Vemos sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Son varias reuniones hasta que tomamos una decisión. Al tener una estrategia de largo plazo, no tenemos prisa para dar resultados inmediatos. Lo que queremos es construir carteras robustas para que un resultado inesperado por el mercado no se las lleve por delante”, explica Cañete.

El analista del sector industrial despliega en la pantalla una tabla de excel con las cuentas de la compañía, las implicaciones de la absorción de su competidor y la valoración que dan a la empresa resultante. Los gestores escuchan atentamente y cuestionan los planteamientos de los analistas. Los años de experiencia les permiten echar cálculos en milésimas de segundo y ver venir de lejos cualquier riesgo. En este caso particu­lar temen que a la compañía le quede poco margen de subida en Bolsa. “Cuando tengo dudas siempre planteo la misma pregunta: ¿si esa empresa no existiese, la inventarías ahora? Es la prueba del algodón. No falla”, indica De la Lastra.

La inmersión en el negocio de las grúas termina antes de lo previsto. Ya habrá tiempo para nuevos test de estrés a la propuesta de Gibson. Se ha echado el tiempo encima y Cañete debe ahora atender a su próxima cita de la agenda. Se trata de una conferencia telefónica con el responsable de relaciones con inversores (IR) de una empresa de telecomunicaciones en la que han invertido. Días antes, una casa de Bolsa había publicado un informe negativo sobre este valor y quieren saber de primera mano si la teleco se ha desviado de sus objetivos.

Bestinver, por razones de liquidez y diversificación, no toma grandes posiciones en las empresas en las que invierte. Sin embargo, como su universo de acción se centra en las compañías de mediana capitalización, puede llegar a tener entre el 5% y el 10% de las acciones. Un paquete así le facilita puentes de comunicación permanentes con el IR, el director financiero o incluso con el consejero delegado de las compañías. Cañete acribilla a preguntas al portavoz de la teleco. Sus respuestas son contrastadas en tiempo real con el modelo de valoración que tiene la gestora de la empresa. En este caso parece que ha sido falsa alarma. Los argumentos de su participada suenan convincentes.

Las pesquisas de los gestores no se quedan solo en las fuentes oficiales ya que desde la empresa siempre van a trasladar mensajes positivos. Como si de una labor detectivesca se tratase, contrastan los datos con otros actores del mercado. “Chequeamos la información que nos facilitan las empresas con sus competidores, con proveedores e incluso con exempleados. Otra fuente bastante buena suelen ser los mandos intermedios de las propias compañías”, señala Cañete.

Al pie del cañón

En un mercado interconectado hay poco tiempo para el descanso. A primera hora el equipo de Bestinver rellena un formulario con el menú de ese día, y una empresa de catering se lo trae en cajas de cartón. Muchas veces comen delante de las pantallas. Quien está más pegado al minuto del parqué es Alex Roselló, responsable de trading. Él es quien ejecuta las órdenes de compra y venta de los gestores. Trabajó muchos años en la City londinense, donde conserva muchos amigos brókers, lo que le sirve para dos cosas: tener acceso a buenos precios de ejecución y saber de primera mano el sentimiento del mercado. “Los gestores me dan una horquilla de precios y yo tengo que comprar o vender poco a poco para no dejar huella. Si lo hiciese de golpe podría disparar o hundir el precio del valor”, comenta mientras no pierde ojo a las cinco pantallas de Bloomberg que tiene delante.

El trepidante ritmo de la sala de trading contrasta con las tres reuniones con las que el presidente de la gestora completa la jornada. Son trabajos más grises, pero igual de importantes para los resultados de la entidad. El primero de ellos es la reunión de carteras. El trabajo de De la Lastra y Cañete no se limita a decidir qué ideas de inversión compran a los analistas. Esas nuevas piezas deben integrarse en la cartera de cada fondo, otorgándoles un peso determinado y buscando que el conjunto de apuestas tenga la mayor coherencia posible.

“Es una parte menos visible de nuestro trabajo, poco agradecida, pero absolutamente clave”. El presidente de Bestinver explica que en su actividad hay que intentar mitigar tres grandes riesgos. El primero son aquellos problemas que se conocen y donde ellos —por la información que tienen de las compañías— gozan de ventajas competitivas. El segundo escalón hace referencia a aquellos riesgos que saben que existen pero donde no tienen capacidad de anticipación (en esta categoría se incluirían los factores políticos). Y por último estarían los riesgos que se desconocen. “Por todo ello es fundamental buscar un equilibrio en las carteras. Que sean diversificadas pero que no caigan tampoco en la dispersión de valores”, asegura.

Tras concluir esta reunión, De la Lastra tiene cita con Manuel Martínez, director de asesoría jurídica, para analizar el grado de cumplimiento normativo de los fondos. “En este comité nos aseguramos de que hacemos lo que decimos que vamos a hacer, así como que tratamos a todos los clientes por igual”. En la sesión se hace un inventario de todos los valores que están en cartera, se comprueba que los cierres liquidativos de los diferentes productos de la gestora no tienen desfases, que se cumplen los límites de inversión incluidos en el folleto del fondo, además de supervisar qué pasaría con las carteras ante diferentes escenarios adversos de mercado.

Bestinver, que cumple su 30º aniversario, tiene separadas (en diferentes plantas) el área de gestión y el área de ventas. En esta última espera Gustavo Trillo, director comercial de la entidad, para que el presidente le facilite datos de cómo ha ido el mes en los fondos así como sus previsiones del mercado. Con esa información, confeccionar el boletín que se distribuye mensualmente a los clientes. “Por nuestro estilo de inversión necesitamos tener inversores comprometidos, de largo plazo, y eso lo consigues con una comunicación fluida con ellos”, señala Trillo.

La Bolsa ya ha echado el cierre en la cercana plaza de la Lealtad. De la Lastra y su equipo aún siguen en sus puestos escudriñando informes a la espera de encontrar nuevos mirlos blancos con los que alimentar las carteras de sus fondos. La orquesta del dinero volverá a sonar mañana.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.

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