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El arca de la Ribera del Duero

Bodegas Roda selecciona y protege más de 230 tipos de una variedad de uva para asegurar su supervivencia

Bodegas Roda ha invertido desde sus comienzos una buena parte de sus beneficios en investigación.
Bodegas Roda ha invertido desde sus comienzos una buena parte de sus beneficios en investigación.

La pérdida de variedades de semillas y plantas constituye uno de los problemas más graves a los que se enfrenta el sector agrario. Las causas son múltiples, y hay que buscarlas en el uso de plantas más productivas obtenidas, impulsadas y controladas por grandes grupos multinacionales o simplemente por los efectos del cambio climático. Esta situación general para el conjunto de la actividad agraria tiene un fiel reflejo en el sector de la viticultura, donde se han ido restringiendo las plantaciones de muchas de las variedades de siempre.

Bodegas Roda, bajo la dirección de Agustín Santolaya, es una de esas bodegas jóvenes que, desde su constitución en Rioja en 1986, ha tenido entre sus principales objetivos la preservación de la biodiversidad de las variedades. Esta política se concretó en el desarrollo desde 1999 de un trabajo en la defensa de la uva tempranillo (también llamada tinta del país, tinta fina o cencibel), de la que actualmente son productores, en colaboración con viveros Villanueva. Tras esta experiencia, una de las primeras actuaciones del grupo tras su desembarco en Ribera del Duero en 2009 —con la constitución de Bodegas La Horra— ha sido la puesta en marcha de otro proyecto, denominado Biogerm, para construir un banco genético al que ya han destinado casi medio millón de euros, una sexta parte de la inversión inicial en la bodega.

“Hemos llegado hace muy poco tiempo a Ribera del Duero. Aquí hay muchas bodegas que hacen unos grandes vinos”, señala Santolaya. “No venimos a enseñar a nadie y queremos hacer también grandes vinos como elaboramos en Rioja. Pero, aquí como allí, nos preocupa la innovación y la investigación”. Han puesto en marcha, en colaboración con el grupo Neiker Tecnalia y la Universidad de Navarra, un plan enfocado a la tinta del país para que futuras generaciones puedan seguir disfrutando de los antiguos tipos de esta variedad que corren riesgo de desaparecer.

La ejecución de este proyecto comenzó recuperando antiguos viñedos. En una segunda fase se han buscado las plantas más interesantes para viticultores y bodegas bajo los actuales criterios de calidad. Finalmente el trabajo se enfoca en conseguir plantas con racimos y uvas más grandes, de maduración más tardía, que puedan afrontar mejor los efectos del cambio climático.

El proyecto se ha concretado en la recogida de 492 plantas sanas de la tinta del país en 85 parcelas de nueve municipios cercanos a la localidad burgalesa de La Horra. A partir de ese primer trabajo, este año ya se han plantado con carácter experimental 238 tipos diferentes de esta variedad, lo que se considera como un banco de variabilidad genética de un valor incalculable para los vinos de Ribera del Duero. “Es como si hubiéramos metido en el Arca de Noé todos los tipos de la variedad de la uva más representativa de Ribera del Duero para evitar así la pérdida de los mismos”.

Roda, impulsada por los catalanes Mario Rotllant y Carmen Daurella, inició su producción de vino en La Rioja (en la localidad de Haro) a finales de los ochenta, pero hasta 1992 no se consideró que se había logrado el vino de la calidad esperada para su comercialización, lo que se produjo en 1996. Opera con marcas como Roda, Cirsion o Sela joven. La inversión total en la bodega riojana ascendió a un total de 17,3 millones de euros, de los que 4,3 se han destinado a investigación. Su facturación casi alcanza los seis millones de euros con la venta de solo de unas 300.000 botellas.

Esta política y filosofía de producción la han trasladado a Ribera del Duero donde se han asociado con los hermanos Pedro y Pablo Balbás para, con una inversión de 3,5 millones de euros (medio millón para I+D), crear Bodegas La Horra. Por ahora solo facturan un millón de euros con ventas de unas 80.000 botellas bajo las marcas Corimbo para vinos de viñedos con más de 25 años y Corimbo 1 cuando los viñedos superan los 50 años. El grupo también se ha embarcado en la producción de aceite de oliva en Mallorca con 7.600 olivos de la variedad arbequina.

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