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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bolsas representativas

Entre las economías desarrolladas, EEUU es la que presenta un mejor balance en términos de crecimiento acumulado desde el inicio de la Gran Recesión. Su PIB se sitúa más de un 10% por encima del anterior máximo, mientras que otros bloques como la UME o España tienen que conformarse con haber recuperado lo perdido durante la crisis (ya lo hizo EEUU a finales de 2010). Son diversas las claves que explican esta evolución diferencial, entre ellas el mayor peso de dos de los sectores que más están creciendo a nivel mundial en la última década: tecnología y salud. EEUU es el claro referente en el censo de compañías de ambos sectores, muy por encima de lo que le correspondería, por ejemplo, con su cuota en el PIB mundial.

En sentido contrario, el déficit en el área euro es notable, en especial en tecnología. Ambos sectores son creadores de empleo, generadores de valor añadido bruto (VAB) y de beneficios empresariales, todo lo contrario que el financiero o las materias primas, por citar un par de ejemplos.

En el Eurostoxx se produce otro problema adicional: al menor peso en el PIB de tecnología y salud se suma un menor número de empresas cotizadas de estos sectores

Tecnología y salud son el principal factor director de la recuperación del beneficio por acción (BPA) del S&P 500. Al igual que el PIB de EEUU, este índice bursátil se ha situado en máximos históricos. Esto no es casual, de ahí que la superación de la cota de los 2.100 puntos por parte del S&P 500 no esté provocando una excesiva elevación del PER, sino que esté en línea con su media histórica (zona de 16,5 veces). En el caso del Eurostoxx, los beneficios son ahora del orden del 30% inferiores a los niveles de 2007, lo que provoca que la cotización del índice también esté alejada de los máximos de entonces aunque no por ello el PER está muy por debajo de la media histórica.

En el Eurostoxx se produce otro problema adicional: al menor peso en el PIB de tecnología y salud se suma un menor número de empresas cotizadas de estos sectores. Es decir, tenemos menos empresas de tecnología y de salud y, además, la probabilidad de que coticen en Bolsa es inferior a la de EEUU. El Eurostoxx sigue excesivamente sesgado hacia las financieras y petroleras, dos sectores que, desde luego, cada vez aportan menos al PIB de la UME. Los índices bursátiles europeos tienen una menor capacidad de representación de la realidad económica, lo que pone de manifiesto una de las asignaturas pendientes de nuestra economía: recurrir en mayor medida a los mercados financieros para la captación de financiación. Necesitamos que las Bolsas europeas ejerzan en mayor medida su papel de mercado primario, lo que incrementaría otra de sus funciones: la de termómetro de la salud de la economía como mercado de valoración. No solo pasa en el mercado de acciones, sino también en el de bonos. Y si el caso del Eurostoxx y de la economía de la UME es claro, posiblemente lo sea más el del Ibex y el de España.

David Cano y Carlos Magán son profesores de AFI, escuela de finanzas.

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