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Argentina promete bajar drásticamente el precio de los ordenadores, los más caros de América

Macri abre el mercado a los productos importados y hay temor por el impacto en el empleo local

Federico Rivas Molina
Planta armadora de computadoras en Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina.
Planta armadora de computadoras en Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina.Telam

Los precios de los aparatos electrónicos en Argentina, los más caros de América, han hecho que todos los que pueden permitírselo, sobre todo la clase media-alta, los compren en el exterior. Es un éxodo que se puede fotografiar: filas de hasta 15 kilómetros de autos esperan cruzar a Chile cada fin de semana para comprar celulares, ordenadores y tabletas a mitad de su valor. Por eso el gobierno de Mauricio Macri ha decidido eliminar a partir de marzo el 35% que pagan los importados. Según sus cálculos, los precios caerán 50% y se pondrán a tono con los países vecinos. La contracara será el impacto que la medida tendrá en una industria de armadores que sobrevive gracias a un mercado altamente protegido. El gobierno ha dicho que se perderán unos 1.000 empleos de un total de 4.500 personas. Pero desde el sector consideran que con arancel 0% más de 10.000 personas se quedarán sin trabajo, sobre todo en las pymes que se alimentan del mercado de tecnología.

Las discusiones en torno a la necesidad o no de tener un mercado protegido forma parte del folclore económico argentino desde la década del 40, cuando el gobierno de Juan Domingo Perón inició un proceso de sustitución de importaciones sin precedentes. El modelo dividió desde entonces a aquellos que consideran necesario el desarrollo de una industria local, con el consiguiente impacto en el empleo, y quienes denuncian que un mercado protegido solo encarece los precios y disminuye la competitividad. La producción de tecnología forma parte del núcleo duro de esa vieja disputa. El gobierno de Macri considera que los precios locales son abusivos y con la eliminación de los aranceles espera reducirlos a la mitad. Al mismo tiempo incentivará la "reconversión" de las empresas que hoy ensamblan portátiles y tabletas. Para los eventuales despedidos habrá cursos de capacitación y un seguro laboral. "La transformación será gradual. Vamos a trabajar con las empresas en la transformación, pero la prioridad serán los trabajadores", dijo el secretario de comercio, Miguel Braun.

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Hoy Argentina tiene 15 grandes ensambladoras, el 75% ubicadas en la provincia de Buenos y el resto en Tierra del Fuego, en el confín más al sur de la Patagonia, donde rige una zona franca. Los aranceles a los productos importados ha garantizado a esas empresas poca competencia externa, al punto que un computador en Argentina sale un 50% más que en Chile y hasta un 175% que en Estados Unidos. Según datos de la Cámara Argentina de Máquinas de Oficinas Comerciales y Afines (Camoca), en 2012 se vendieron se vendieron 2,88 millones de computadoras portátiles, de las cuales 2 millones fueron armadas en el país. La tendencia se mantuvo hasta 2014 y se revirtió en 2015, cuando se vendieron 2,2 millones de computadoras importadas y 2,1 nacionales. Los fabricantes argentinos tienen ahora el desafío de bajar sus precios ante una ola de productos importados que tendrá menores costos y, es de esperar, más calidad. “Los precios de los nacionales no bajan porque tenemos 50% de carga impositiva”, dice Carlos Scimone, gerente de Camoca, un crítico del proyecto oficial de “reconversión”. “La reconversión industrial en la electrónica lleva de 3 a 5 años, yo no conozco en el mundo empresas que se hayan reconvertido en cinco meses. Dice que hay empresas capacitadas para cambiar de producto y eso es imposible. Nosotros calculamos que perderán su empleo unas 10.000 personas”, advierte.

El gobierno dijo que la tecnología más barata revertirá el efecto negativo inicial que producirá la eliminación de aranceles. El ministro Braun estimó que una mayor oferta creará nuevos puestos de trabajo en el sector de las reparaciones, que redundará, en unos 3 años, en 15.000 empleos. La reducción de los costos en equipamientos también tendrá efectos sobre la productividad de las empresas, sobre todo las pequeñas. “Eso es cierto”, dice Scimone, “pero ese empresario también necesita comprar una camioneta que aquí le cuesta el doble que en el exterior. ¿Por qué elegimos abrir el mercado a los electrónicos y no a los automóviles?”.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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