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Helados para las cuatro estaciones

Las grandes marcas y artesanos del sector redoblan los esfuerzos para alentar el consumo a lo largo del año

Helado elaborado en Rocambolesc, en Santa Clara, Girona.
Helado elaborado en Rocambolesc, en Santa Clara, Girona.

"No es más feliz quien más tiene sino quien más helados come". Haciendo caso a este anónimo popular, los españoles se encuentran entre las personas más felices del globo. Y es que España ocupa la sexta posición en consumo de helados y la séptima entre los países que más gastan en este manjar.

Tras una temporada, calificada de "irregular" por Xavier Mon, presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Helados (AEFH), el 12 de octubre finaliza la campaña para los heladeros. El sector respira y cerrará con un volumen de ventas similar al de 2015. Todo apunta a que se alcanzará una facturación de en torno a los 522 millones de euros y el número de unidades vendidas se elevará hasta los 250 millones. "El sector ha conseguido recuperar una mala primavera gracias a un gran final de verano", afirma Mon.

"Estábamos asustados", reconoce Marga Baselga, directora de marketing de Frigo. No era para menos, ya que a finales de junio se registraba una caída de ventas del 8% con respecto al mismo periodo del ejercicio precedente.

Si tomamos como referencia los datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en 2015 los españoles consumieron un total de 126,3 millones de kilogramos de helado. Cifra un 1,69% superior a la de 2014 (124 millones de kilos).

Fríos manjares que reducen en la ansiedad

"Häagen-Dazs es una experiencia que los consumidores quieren compartir y es lo que ofrecemos en nuestras heladerías", así describe Pilar Damborenea, directora de marketing de General Mills. Pero ¿por qué nos pierden los helados? La respuesta está en nuestro cerebro. "Es como una revolución. Se producen una serie de sensaciones placenteras que potencian la demanda", explica Enrique Jiménez Soler, miembro de la Academia de Neurociencia y Educación y experto en comportamiento humano. Las fórmulas mágicas de sus ingredientes proporcionan un "efecto opiáceo que genera, a su vez, un estado de bienestar llegando a reducir el estrés y la ansiedad". De hecho, uno de los datos que más destaca del informe de Frigo es que el 71,8% de los españoles afirma que "comer un helado es concederse a sí mismo un momento de respiro". Así, el 14,1% lo consume en días "muy estresantes para calmarse", y el 8,1% alivia su mal humor con la ingesta de alguno de sus sabores. A la vista de todo ello, "no es de extrañar que Bridget Jones se dé esos atracones de helado", comenta con ironía Jiménez Soler. Por otra parte, el factor sociológico es determinante a la hora de localizar dónde se comen más, "su origen está asociado a la bonanza económica, colocándose como un producto elitista". De ahí que tenga menor éxito en los países latinoamericanos. Sea como fuere, este alimento elaborado a base de leche, azúcar y huevos está cada vez más presente en nuestra cultura en sus diferentes formas y sabores. Prueba de ello es que "en nuestras heladerías tenemos recetas especiales de consumo de helado en caliente", explica Damborenea, y ya no resulta extraño tomarse una fondue de helado, fruta y chocolate.

Este ligero crecimiento no se tradujo, sin embargo, en un incremento del gasto. Así, los españoles pagaron un total de 437 millones de euros por el dulce manjar, o lo que es lo mismo, un 2,42% menos que en 2014, cuando la cifra superó los 448 millones. Circunstancia que se debería en mayor medida al mantenimiento e incluso rebaja en los precios de algunos productos que al consumo de marca blanca, que "pierde cuota respecto a años anteriores", afirman desde el sector.

La ingesta de helado no ha dejado de crecer desde 2010, cuando, según el Boletín de Investigación de Constanza Business & Protocol School sobre el gasto de helados en 2016, se registró su nivel más bajo, 393 millones de litros. Y según las previsiones tampoco lo hará en los próximos años. El informe avanza que en 2019 España será el segundo país del mundo donde más se consuma y el tercero con mayor gasto, 12,68 litros y 45,52 euros, respectivamente. Acerca de esto, el presidente de la AEFH resalta: "España es un mercado con un gran potencial de desarrollo para el sector de los helados puesto que el consumo per capita está por debajo del de otros países".

Formato 'mini'

Para evitar sustos como el de este ejercicio, las compañías buscan desestacionalizar la ingesta de un producto inventado por los chinos, que ya antaño mezclaban la miel y las frutas con la nieve de las montañas. "El objetivo es llenar esos momentos que ahora ocupan otro tipo de productos", explica Baselga.

Para ello, tanto grandes marcas como artesanos han incorporado la innovación a su ADN. "Cada año presentamos al mercado novedades rupturistas, en texturas, formatos y sabores que proporcionan nuevos y placenteros momentos de consumo", relata Dolores Perea, directora general de Froneri Iberia —joint venture surgida a partir de la alianza entre Nestlé y R&R—.

A este respecto, el presidente de la AEFH destaca que "son precisamente los snacking los que están impulsando las ventas". Y es que ¿quién no ha pecado con un minibombón helado en pleno mes de enero? De hecho, según el segundo estudio Frigo de Hábitos de consumo de helados en España, el 40% de los españoles optan por un helado para "picar entre horas".

Ahora bien, el tamaño no lo es todo y los heladeros buscan el placer del consumidor a partir de la fusión de texturas y sabores, "el componente sensorial es fundamental", apostilla Mon.

Toda vez que desestacionalizar el consumo de helado es, en palabras de Baselga, "una carrera de fondo", seguimos manteniendo el gusto por lo clásico. Tal y como se extrae del informe de Frigo, el cucurucho sigue liderando las preferencias del 37% de los españoles, seguido de la tarrina (31,7%) y el helado de palo (22,6%).

Cifras que se corresponden a su vez con los datos del informe de Constanza, que apuntan que el año pasado cada español consumió una media de 182 bolas de helado (2,8% más que en 2014).

Y con respecto a los sabores, el chocolate continúa siendo, de lejos, la perdición de grandes y pequeños. Un 37,9% lo prefiere al de vainilla, segundo sabor de mayor éxito con un 15,6% de adictos.

Cucuruchos activistas

Más allá de formatos, el sector se concentra en mejorar los valores nutricionales y elaborar productos sostenibles.

La directora de marketing de Frigo se expresa en esta misma línea: "Los consumidores buscan marcas con propósito y las compañías debemos conectar con lo que les preocupa". Es por ello por lo que las tendencias pasan por el desarrollo de productos para alérgicos e intolerantes.

En esta misma línea se pronuncia la directora general de Froneri Iberia, que alude a la oferta de productos para los más pequeños de la casa, "algunos de ellos sin gluten". Y añade: "Estamos trabajando en innovaciones que cubran necesidades y segmentos en los que no estamos presentes".

La preocupación por la salud y la sostenibilidad también ha llegado a lo artesanal. Es el caso de heladerías Regma. Los artesanos cántabros sólo emplean materias primas 100% naturales. "Es nuestro valor añadido", afirma Jaime Castaneda, su presidente. "El reto para la próxima temporada es lanzar uno o dos sabores sin lactosa". Un paso más para la pyme heladera, cuyos productos están libres de gluten y comercializa desde hace años helado de vainilla para diabéticos.

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