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Columna
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Amainan los vientos de cola

Peligran el crudo barato, el entorno comercial, la flexibilidad de la UE y el récord del turismo

Xavier Vidal-Folch
El presidente del BCE, Mario Draghi.
El presidente del BCE, Mario Draghi.STEFFI LOOS (AFP)

No caigamos en catastrofismos. Pero expliquemos la cara oscura de la luna. El informe del FMI sobre España augura un crecimiento económico fuerte para este año (3,1%) y el próximo (2,2%): ambos, una décima más que en la anterior previsión. Bien.

Pero este crecimiento es declinante a medio plazo; es tributario de la inercia del primer semestre; y los factores que lo sustentan se están debilitando. La demanda interna, que había sustituido al sector exterior como tractora, renquea. En el segundo trimestre contribuyó al crecimiento anual del 3,2% solo con un 3%, ocho décimas menos que en el primero.

Tan preocupante como eso es que los vientos de cola externos también amainan. Estos factores que en su mayoría nos ha regalado el entorno europeo e internacional —gratis total— aportaron al crecimiento de 2015 en torno a la mitad, un 1,5% del total (vean esta columna, edición del 16/12/2015).

Pues bien, repasemos su salud actual. El petróleo barato que tanto beneficia a un país sin energía propia, juega en prórroga. El reciente acuerdo de la OPEP para reducir su producción (que supone el 40% de la mundial) ofrece dudas sobre su aplicación. Pero es el primero que se registra desde 2008, cuando los precios iniciaron un descenso vertiginoso hacia los 40 dólares por barril (desde los 150). Quizá apenas suba, pero difícilmente bajará.

La flexibilidad de Bruselas con el déficit, que nos ha permitido desbordar en 11 puntos los objetivos iniciales en el período 2013/2015, tocó a su fin con el desbordamiento electoralista de 2015 y la cuasi sanción de julio/agosto.

La política de euro barato y bajos tipos de interés del BCE se mantendrá. Seguirá suavizando la factura de la deuda (intereses), aunque se compense a peor con su aumento global (el truco de esta crisis ha sido convertir exageradamente el déficit en deuda).

Y el estímulo de la divisa débil a las exportaciones topará con límites objetivos: el comercio mundial ya ha caído algo más de un 6% en el primer semestre del año (datos de la OMC). Y si destripan las previsiones de crecimiento por países del FMI verán que entre 2015 y 2017, nuestros primeros clientes (Francia y Alemania) se estancan y el cuarto (Reino Unido) se reduce a la mitad (del 2,2% al 1,1%), mientras que Latinoamérica pierde seis décimas este año.

Viento final, el turismo, que es en realidad un subsector del sector exterior, difícilmente podrá superar la cima histórica de este año, en parte debida a la crisis de seguridad que perjudica a la competencia de otros países mediterráneos. Además, la incertidumbre del Brexit es un nubarrón: el Reino Unido es nuestro primer suministrador de turistas (y el principal cliente de servicios no turísticos).

No hay que dramatizar. Las previsiones a corto son favorables. Pero a medio, mucho menos. Preocupante. Si el PIB crece muy por debajo del 2%, el desempleo se enquista.

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