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Refugiados y empresarios

Los nuevos negocios, sobre todo de sirios, ya contribuyen a impulsar la economía de países de acogida

Un refugiado sirio en un programa de aprendizaje en una fábrica BMW en Múnich (Alemania).
Un refugiado sirio en un programa de aprendizaje en una fábrica BMW en Múnich (Alemania).Jörg Koch (Getty)
Miguel Ángel García Vega

Aunque ayudar a los refugiados debe ser un imperativo moral, también es una decisión económica inteligente en una Europa envejecida, de crecimiento famélico e inciertas pensiones. Turquía, Jordania, Líbano y Australia comienzan a sentir en sus economías el empuje de los refugiados, sobre todo sirios, muchos de ellos emprendedores. Mientras, en el viejo continente, Suecia, Italia, Alemania y España pueden aprovechar una inercia de trabajadores jóvenes (por ejemplo, el 40% de los sirios llegados a Suecia en 2014 tenían una formación equivalente al bachillerato) cuya determinación ha endurecido la herrumbre del destino. "Para los refugiados que entran en un nuevo país sin contactos o sin una carrera convencional, crear un negocio es una manera de salir adelante. Como la migración, emprender es un empeño arriesgado que necesita trabajo duro para que dé sus frutos", analiza Philippe Legrain, antiguo asesor económico del presidente de la Comisión Europea.

Sin embargo, esas virtudes se olvidan demasiadas veces pese a que las palabras encuentran eco en los números. Antonio Spilimbergo, economista del Fondo Monetario Internacional (FMI), revela que los "efectos iniciales en el producto interior bruto (PIB) europeo de los refugiados serán positivos aunque pequeños". Pero también una bellota es una encina en potencia. Por eso conviene saber que estas personas tienen la capacidad de aumentar —acorde con el FMI— la riqueza europea en 2015 (0,05%), 2016 (0,09%) y 2017 (0,13%). De entre todos, los países más beneficiados ese último año serán Austria (0,5%), Suecia (0,4%) y Alemania (0,3%). Y también la condición humana. Algo que recuerda la fundación neoyorquina Tent, que lanza a la sociedad europea un titular cristalino: "Un euro invertido en acoger a los refugiados se trasformará en casi dos de beneficios en los próximos cinco años". La llegada de refugiados costará a las arcas públicas 68.000 millones de euros entre 2015 y 2020, pero en el mismo periodo de tiempo generarán una riqueza superior a 126.600 millones. "La clave del impacto", matiza Massimiliano Cali, economista del Banco Mundial, "estará en el largo plazo, ya que es cuando más refugiados serán capaces de participar de forma activa en la economía del país anfitrión".

¿Por qué surge tanta hostilidad en Europa hacia los refugiados? ¿Por qué se olvidan los beneficios económicos que generan? Tampoco parece importar que el continente necesite jóvenes con urgencia. "Si la Unión Europea quiere equiparar su tasa de crecimiento de mano de obra a la de Estados Unidos, debe recibir al año 1,8 millones de inmigrantes en edad activa durante la próxima década", avisa un informe del banco UBS. ¿Dónde están? Retenidos entre las fronteras y la desconfianza. "La gente tiene miedo de que una mayor competencia por los puestos de trabajo con los migrantes pueda reducir el salario en determinadas ocupaciones", reflexiona Branko Milanovic, profesor en la City University de Nueva York. "Pero quizá más importante que eso sea el temor a que vienen a beneficiarse de generosas prestaciones sociales. O que están abusando (algo que de ninguna manera confirman las cifras) de la sanidad y la educación gratuitas". Y, de fondo, la mezquina ecuación que iguala crimen y migrantes. Porque "el problema no es financiero: el coste de acoger a dos millones de refugiados no superaría el 2% del PIB europeo", recuerda El Mouhoub Mouhoud, profesor de Economía en la Universidad París Dauphine. "No se trata de una cuestión de capacidad, sino de percepciones negativas de la población europea dentro de un contexto de crisis económica".

Investigación pionera

Berlín enseña a emprender

Es una pena que la realidad nunca lea poesía. "No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida". El poeta argentino Juan Gelman (1930-2014), exiliado durante 14 años, comprendía el dolor de esas palabras. Hoy Europa recibe al año 1,3 millones de solicitudes de asilo. El doble que durante 2014. Y la solidaridad dibuja una imagen borrosa.

Las seis naciones (Reino Unido, Alemania, Francia, Japón, China, Estados Unidos) más ricas del mundo acogen a menos del 9% (2,1 millones de personas) de los refugiados del planeta. Lo revela la ONG Oxfam Intermón. Aunque Alemania, pese a estar en ese ranking, da cobijo a 736.000 refugiados. Una tercera parte. En esta tierra, mucho más solidaria que otras, ReDI (una organización sin ánimo de lucro berlinesa que enseña a los refugiados a emprender e integrarse) conoce el valor de los jóvenes que se sientan en sus pupitres. "Las situaciones de adversidad que algunos de nuestros estudiantes han superado para llegar hasta aquí son una prueba de su fuerza y capacidad de adaptación. Cualidades de gran importancia en el mundo laboral y también fuera", observa Mireia Nadal, enlace de estudiantes y voluntarios de la ONG.

En los noventa, el economista David Card estudió las consecuencias económicas en Miami de la llegada de 125.000 cubanos tras el éxodo del Mariel. Averiguó que el flujo de refugiados, que incrementó un 7% el número de trabajadores en la ciudad, no tuvo consecuencias negativas en su mercado laboral. Al contrario. Una misma marea que décadas después baña las playas turcas. Desde 2001, ciudadanos sirios, bien solos o junto a socios locales, han puesto en marcha en Turquía unos 4.000 nuevos negocios. Según el think tank con sede en Ankara Economic Policy Research Foundation, cerca de 1.600 se crearon en 2015 y más de 590 durante los tres primeros meses del año. Es verdad que representan un espacio limitado dentro de una economía de 710.000 millones de euros, pero también suponen la chispa de una hoguera.

"Los emprendedores sirios suelen abrir negocios que son tradicionales en su economía, como la fabricación de calzado. La importancia de este tipo de empresas es que usan tecnologías intensivas en mano de obra y crean empleo para los refugiados sirios menos cualificados", describe Harun Ozturkler, profesor de Econometría en la Universidad turca de Kirikkale. Y, al mismo tiempo, "incentivan a los trabajadores turcos con menor formación a mejorarla y a buscar trabajos mejores y con salarios más altos". De hecho, un informe reciente de Standard & Poor's sostiene que la llegada de migrantes (representan ya casi el 4% de la población turca) ha impulsado el crecimiento de Turquía. Beneficios que se perciben también en Jordania y Líbano. Son economías pequeñas en términos de PIB, y "aunque no existen datos, es posible que los emprendedores sirios tengan efectos positivos en las cuentas de esos países", relata Ozturkler.

Bastante más lejos, en Australia, esas dudas desaparecen. Los refugiados "tienen el potencial de contribuir a la economía del país", mantiene Violet Roumeliotis, responsable de Settlement Services International (SSI), una ONG que es el punto de partida para los 3.000 refugiados que llegan a Sídney cada año. "Es importante comprender", precisa Roumeliotis, "que la persecución y la guerra no discrimina por el nivel de educación de las personas. Ingenieros, médicos, abogados, profesores". Y muchos sienten el emprendimiento como una identidad vital. El 21% de las personas que entran en Australia por razones humanitarias obtienen sus ingresos principales de su negocio, según el SSI. Además, el 18,8% de la primera generación de refugiados son emprendedores, frente al 15,9% de media de la población australiana.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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