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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sin novedades desde Fráncfort

El Banco Central Europeo (BCE) no sorprendió al mercado con nuevas medidas o variaciones en sus políticas monetarias, manteniendo los tipos de interés y el programa de compra de activos inalterado tras su última reunión del jueves. Solamente realizó ligeras modificaciones en su cuadro de previsiones macro y lanzó el mensaje de que podría ampliar el plazo del programa en caso de ser necesario. Quizás esa noticia, la de la ampliación del programa en el tiempo, era la que los mercados podían esperar —se dará, probablemente tan pronto como el mes que viene—, o alguna modificación en el perímetro del programa actual, que diera algo más de preeminencia a los bonos corporativos o los soberanos del sur de Europa.

El caso es que no ocurrió y el euro ha sufrido una ligera apreciación respecto a sus principales cruces, y también se ha verificado un repunte bastante significativo de los tipos de interés de la deuda pública. Valga como ejemplo el bono español a 10 años, que ofrecía una rentabilidad del 0,9% justo antes de la intervención de Mario Draghi, para luego subir hasta el 1,05%.

Sin embargo, todo parece indicar que en un momento no muy alejado en el tiempo una o las dos de las medidas expuestas anteriormente se terminarán llevando a cabo, cosa que podría coincidir con una nueva subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal —nada descartable— para el mes de diciembre. Dando por hecha esa subida, que se debería producir a la vista de los datos macro en Estados Unidos, también será muy relevante el mensaje que la acompañe. En caso de darse ambos supuestos (más medidas del BCE y subida de la Fed), la consecuencia lógica debería ser una apreciación moderada del dólar frente al euro y no parecería descabellado verlo en un nivel en el entono de 1,08.

Ello, a su vez, debería favorecer a las Bolsas europeas frente a las estadounidenses, especialmente en el caso de las compañías con una sensibilidad positiva en sus cuentas de resultados a la cotización del dólar —básicamente, exportadoras—, y debería llevar también aparejado un comportamiento negativo de los activos de renta fija denominados en dólares y con alta sensibilidad a la curva de tipos de interés, es decir, con bajos diferenciales de crédito y vencimientos largos.

Conviene, no obstante, seguir manteniendo una posición cautelosa en el posicionamiento de las carteras. Mucha de la relativa calma y buen comportamiento de los mercados en general durante los últimos meses se ha basado precisamente en el aplazamiento de una subida de tipos, que en primavera se daba por segura para la reunión de junio. Los fundamentales de la economía estadounidense, efectivamente, parecen indicar que esa subida puede ser asumida sin mayores contratiempos. Con todo, algunos activos que se han comportado especialmente bien en los últimos tiempos pueden sufrir a corto plazo: cautela con la deuda de largo plazo y con algunos emergentes.

Alejandro Vidal es director de Estrategia de Mercados de Banca March.

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