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Pymes

Principios activos para crecer

Claves para que las pequeñas empresas se transformen en medianas o grandes e impulsen la economía

Carmen Sánchez-Silva

Decía Paul McCartney hace unos días a su paso por Madrid que a la hora de componer sus canciones siempre apunta a lo más alto, a dar con un megaéxito, como los que ha ido amasando a lo largo de su carrera profesional. Sin tanta fama, aunque sí un logro que le ha convertido en líder europeo en la fabricación de paneles iluminados y equipos de visión nocturna para aviones, Fernando Besa lo tiene claro: “Si aspiras a algo grande, consigues algo grande. Si aspiras a algo pequeño, consigues algo pequeño.

Istock

Las limitaciones las ponemos las personas”. Con este planteamiento, Besa ha logrado que su antiguo taller de grabados sevillano se transforme en una empresa de alta tecnología proveedora de Airbus: Grabysur. A sus 54 años, este emprendedor cree que es “la inquietud” la que le ha llevado “a buscar nichos de mercado donde la empresa tenga capacidad industrial y a desarrollar otra tecnología”.

Grabysur es una pyme. Pero una pyme con aspiraciones. Desde 2012, que fue cuando cambió su actividad empresarial, su facturación ha aumentado un 300% hasta alcanzar el millón y medio de euros el pasado año. Su idea pasa ahora por duplicar la producción y el personal (25 trabajadores) en los próximos dos ejercicios. Y avisa: “Investigamos un nuevo producto, que no existe en el mercado, para el sector de defensa. Así es como nos protegemos de la competencia”.

Cuestión de espíritu

Su espíritu es lo que muchas veces les falta a las microempresas españolas (el 40% del total del censo empresarial, al margen de los autónomos, que suman otro 54%) para dar el salto y transformarse en pequeñas y medianas empresas (es decir, organizaciones de más de 10 empleados). Eso cree el profesor de Economía de la Universidad de Sevilla Isidoro Romero, coordinador del grupo de investigación PYMED (pymes y desarrollo económico): “El tamaño del tejido industrial es una limitación clave para el progreso económico que se manifiesta en toda Europa, pero en España con mayor intensidad. Una limitación que condiciona la productividad y la internacionalización. Para que las empresas puedan ganar dimensión se necesita que el empresario tenga ambición de crecimiento. Adolecemos de ejemplos de este tipo. Hay algunos líderes como Amancio Ortega o Juan Roig, pero son muy pocos. Se trata de una cuestión cultural”.

La microempresa representa un 40% del parque español, mientras la mediana solo es el 0,8% y la grande, el 0,1%

Digamos que esa ambición, que ahora parece estar resurgiendo entre los jóvenes, es el principio para que un modelo de negocio funcione y se haga grande. Actualmente solo un exiguo 0,1% del parque empresarial español goza de esa dimensión que supone rebasar los 250 empleados y los 50 millones de euros de facturación. Aunque ni mucho menos el único.

Lo nuevo compite

Según Romero, el aumento del tamaño pasa irremediablemente por la competitividad. “Para que una organización crezca tiene que ser competitiva, y esto está directamente relacionado con la innovación. En España tenemos un gran déficit de innovación, que se ha visto agravado por la crisis”, mantiene. De hecho, solo un 10,3% de las compañías de menos de 250 empleados realizan alguna actividad innovadora frente al 41% de las grandes, indica Antonio Garamendi, presidente de la Confederación Española de Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme).

Grabysur es una de ellas porque está convencida de que “la clave más importante para que una empresa se desarrolle es destinar recursos a I+D+i; hacer de este departamento su prioridad”, reflexiona Fernando Besa. Y para demostrarlo, invierte el 20% de su facturación anual en ello.

Romper fronteras

Las buenas ideas piden paso

Acaba de salir al mercado. Es una pyme moderna y, como casi todo lo nuevo, digital. Pero bebe de uno de los sectores más antiguos del mundo: la ganadería. Eurovacas es un proyecto lanzado por Sergio Mier, un mercado de compraventa de vacas online. Suena raro, puesto que se supone que los criadores quieren tocar a los animales antes de adquirirlos. Sin embargo, la plataforma promete ventajas y, sobre todo, ahorro de costes, al no tener que desplazar a las reses a los mercados donde se producen las transacciones (como el de Torrelavega, Cantabria, donde está basada la firma), sin la seguridad de que se vayan a comprar, sino enviarlas directamente a sus nuevos propietarios tras la subasta virtual.

Eurovacas ofrece además el servicio logístico (dos rutas: Torrelavega-Seo de Urgel y Alemania-Santiago de Compostela), de matadero y trámites oficiales online. Según Mier, "la plataforma va a suponer cambiar el modelo de negocio de un sector muy tradicional, pues casi todo son ventajas. No hará falta tocar la vaca, con la carta de vida se sabrá su calidad al 90%; con las rutas logísticas, el ganadero accederá a otros mercados internacionales al ver en tiempo real si el camión está lleno o no, y con el servicio de matadero ahorrará entre 80 y 100 euros por animal. Cuando vea que ahorra, utilizará Eurovacas".

Porque normalmente después de desarrollar una tecnología nueva, puntera, las pymes suelen dar el salto exterior, vital de cara a su expansión. La firma Xtraice, fabricante de pistas de hielo sintéticas, es un claro ejemplo. Primero intentó distribuir en España unas pistas de patinaje canadienses que, debido al calor, se expandían, con lo cual Francisco Ortiz, su fundador, tuvo que idear unas nuevas. Lo hizo, y el negocio funcionaba bien alquilando estas pistas para eventos a los Ayuntamientos y vendiéndoselas a feriantes. “Pero todo esto se acabó cuando llegó la crisis. Los municipios no tenían dinero. Entonces presentamos nuestro producto en la feria de promoción exterior de Andalucía y fue todo un éxito. No se conocían en Europa las pistas de hielo sintéticas y empezamos a exportar a toda velocidad, abandonando el modelo de negocio anterior”, explica Adrián Ortiz, hijo de Francisco y actual consejero delegado de Xtraice, que llegó a la pyme con el objetivo de expandirla por otros países.

Hoy factura 4,2 millones de euros, que este año pretende llevar a cinco. Tiene 45 empleados y vende en Europa, Estados Unidos, Asia… “Vivimos en un mundo global y es muy fácil salir fuera si tu producto es bueno”, dice Ortiz.

Imagen de marca

Buen producto, diferenciado; una cadena de comercialización desarrollada dentro y fuera del país, con tiendas propias y ajenas, y la creación de una imagen de marca es lo que ha llevado a la empresa familiar de zapatos Mascaró, según su director general, Julio de Olives, a convertirse en un gran grupo.

Nacida en Menorca en 1918, Mascaró ya ha sobrepasado la barrera de facturación y personal que la adjudican la nomenclatura de gran empresa, tras facturar 57 millones de euros en 2015 y contar con 342 trabajadores. Sin embargo, el primer ejecutivo del grupo ajeno a la familia fundadora cree que esto “es relativo. En Menorca sí somos una compañía grande, pero cuando salimos de la isla somos una compañía pequeña”. Grupo Mascaró tributa como gran empresa desde 2011, aunque este cambio fiscal no le gusta en exceso.

Al mismo tiempo participa en el programa Cre100do, impulsado por la Fundación Bankinter, el Instituto de Crédito Exterior (ICEX) y el Círculo de Empresarios, con el objetivo de que en los próximos cinco años 100 medianas compañías españolas se transformen en grandes, indica Alicia Coronil, directora de economía del Círculo de Empresarios. Precisamente las medianas empresas son muy poco abundantes en el país: son 22.424 (el 0,8% del total). Cre100do establece la línea divisoria entre grandes y medianas empresas en unos ingresos de 300 millones de euros. Más flexible, como le gustaría que fuese al Círculo de Empresarios.

"La falta de ambición de crecimiento del empresario limita la productividad en España", según el profesor Isidoro Romero

“Cuesta crecer. Posicionarte en los mercados no es llegar, abrir una tienda y vender miles de zapatos. Necesitas un plan de inversión, imagen de marca y mucho marketing. Las cosas salen trabajando”, advierte De Olives. Y lo confirma la marca Pretty Ballerinas, nacida en 2006 y cuyo éxito, “que llevó a ampliar la fábrica hace cinco años y pasar a rozar la condición de gran empresa, ha sido gradual”. Hoy Mascaró está en 26 países y España solo supone el 25% del negocio.

Control del dinero

Para ganar tamaño, las pymes también necesitan superar el escollo de la financiación. “Aunque se han desarrollado mecanismos alternativos a los bancos, como el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), existen fallos en el sistema financiero”, señala Isidoro Romero. “Hace falta diversificar más las fuentes de financiación”, incide Alicia Coronil, después del avance surgido tras la crisis: si en 2007 los bancos se hacían cargo del 79% de ella, ahora pesan el 70%.

“La entrada de La Caixa con un millón de euros en Xtraice ha sido uno de los hitos de desarrollo de la empresa; ha supuesto que en tres años multipliquemos el negocio por tres”, señala Adrián Ortiz.

Sin embargo, hay quien no lo tiene tan claro. César Domínguez es el fundador de Cerea y el ingeniero que ha desarrollado un GPS que permite que el tractor o la cosechadora se autoguíen mientras hacen las labores del campo ellos solos. Nacida en 2014, la pyme con cinco empleados facturó 400.000 euros en 2015 tras un crecimiento del 200%, indica Domínguez, que afronta ahora la decisión de expandirse o no. “No hemos dado el paso de captar inversión y crecer. Nos lo estamos planteando. Ahora poseo el control y tengo miedo a conseguir más demanda que capacidad de producción y a perder la cercanía al cliente. El temor de morir de éxito”, admite.

Efecto escalón

Aunque escapa del control de las pymes, Isidoro Romero destaca que tendrían que desaparecer una serie de obstáculos regulatorios al crecimiento de las pymes para impulsar su expansión. Son requerimientos mercantiles, laborales y fiscales que establecen umbrales basados en el tamaño, en su día creados para favorecerlas, pero que generan barreras a su crecimiento.

La financiación bancaria ha pasado del 79% del total al 70% tras la crisis económica

Se trata de la obligatoriedad de auditar las cuentas cuando las pymes superan los 5,7 millones de euros de ingresos, la de crear un comité de empresa cuando tienen más de 50 trabajadores o la de liquidar el IVA mensualmente en vez de trimestralmente en el momento en que facturan más de seis millones y pasan a ser grandes contribuyentes (con un impuesto de sociedades del 20% en lugar del 18%), se queja Coronil, y añade: “Todo ello genera menor capacidad de financiación, reduce el circulante y aumenta los costes de gestión”. Es lo que se denomina efecto escalón o la maldición del empleado 50, que desincentiva el crecimiento de las pymes, que prefieren quedarse en 49 trabajadores o facturando 5,5 millones en lugar de crecer (ver gráficos adjuntos) y pagar más.

“Habría que legislar en pequeño, pensando en las pymes, con leyes sencillas. Y reducir la presión fiscal y las cargas administrativas que soportan”, reclama el presidente de Cepyme. Al final, según el director general de Deusto Business School, Iñaki Ortega, “en España nos hemos obsesionado con las start-ups y hemos desarrollado un buen ecosistema emprendedor, pero la clave no es empezar una empresa, la clave está en que coja tamaño, la fase scalelab, que es la que tenemos que impulsar”.

La figura del empresario gana prestigio

La imagen del empresario está cambiando, según Antonio Garamendi, presidente de la patronal de las pequeñas empresas Cepyme. Y es para bien. De hecho, según el director de Deusto Business School, Iñaki Ortega, el 20% de los 8.000 alumnos que han encuestado quieren montar su propio negocio, algo impensable hace apenas unos años.

Es evidente que se están produciendo mejoras en la percepción de la figura del empresario en España tras el impulso del Gobierno al eufemismo de los emprendedores, admite el profesor de la Universidad de Sevilla Isidoro Romero, al tiempo que opina que los emprendedores se han convertido en una forma de política social, de generar autónomos o empresarios por necesidad ante el elevado paro existente, “lo que no es la manera de modernizar el país ni de crear un tejido empresarial dinámico y competitivo”.

No obstante, en su opinión, “podemos tener un cambio muy saludable en la próxima década, en parte por esas políticas de emprendimiento y en parte porque los jóvenes que están teniendo que emigrar de España volverán al país con experiencia y ganas de ponerla en práctica. Que esa semilla emprendedora pueda germinar en el futuro es una buena noticia para la economía española”, prevé el docente de la Universidad de Sevilla.

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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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