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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Crédito bancario: “soplar y sorber”

Las decisiones tomadas por el BCE en marzo van tomando cuerpo de una forma gradual

Las contundentes decisiones tomadas por el Banco central Europeo (BCE) en su consejo de marzo van tomando cuerpo de una forma gradual; primero lo fue el llevar los tipos de interés a negativo (-0,40% en su “facilidad marginal de depósito”), y a lo largo del mes de junio las otras dos medidas. El pasado día 8 el inicio de su programa de compra de bonos emitidos por empresas, y el próximo 22 la primera de las subastas especiales de financiación a los bancos para estimular el crecimiento del crédito a empresas.

Esta subasta, conocida como TLTRO2 por sus siglas en inglés (Targeted Long Term Refinance Operations) nace con una extraordinaria “potencia de fuego”, al poner a disposición de los bancos una financiación a largo plazo (cuatro años), y con una capacidad de petición ciertamente elevada, del 30% de su crédito vivo a empresas y a consumo de los hogares.

Por otra parte, y para incentivar que los bancos sean proactivos en la concesión de ese tipo de crédito, en los importes solicitados se aplicará un tipo de interés negativo siempre y cuando el saldo vivo de crédito registre un comportamiento en 2016 y 2017 que supere en un 2,5% al registrado en 2015, año considerado como base de partida. En la medida en que dicho año la caída del crédito en España fue muy acusada (algo más del 4%, es decir unos 30.000 millones de descenso para el conjunto del sistema), parecería a priori fácil de superar ese objetivo de mejora, y con ello conseguir el mencionado subsidio de tipo de interés negativo.

Las contundentes decisiones tomadas por el Banco central Europeo (BCE) en su consejo de marzo van tomando cuerpo de una forma gradual

La consecución efectiva de ese objetivo se complica, sin embargo, como consecuencia de la otra contundente actuación llevada a cabo por el BCE. Concretamente la compra de bonos corporativos, por un importe mensual cercano a los 20.000 millones de euros, y que viene a añadirse a los 60.000 millones mensuales que venía comprando de deuda pública emitida por los países de la eurozona.

El mero anuncio de que se realizarían dichas compras de bonos corporativos (que han comenzado a materializarse en la presente semana) provocaba ya desde mediados de marzo un auténtico aluvión de emisiones por parte de empresas no financieras españolas (casi 7.000 millones emitidos en poco más de dos meses), ante la expectativa de fuertes descensos de tipos que se derivarían de las compras del BCE, como antes había sucedido con la deuda pública.

Ahora bien, en la medida en que la inversión empresarial en absoluto está registrando ritmos de crecimiento similares a los de esas emisiones, está claro que una buena parte de las mismas va a tener como destino la cancelación de deuda mantenida frente e entidades bancarias. Dichas cancelaciones ejercen una fuerte presión a la baja sobre los saldos vivos de crédito bancario a empresas (que ya en los cuatro primeros meses de 2016 registraban una caída de 8.000 millones), y con ello dificultan extraordinariamente la consecución de ese objetivo de crecimiento que da derecho a tipo de interés negativo. Solo se llegará a este si se es capaz de “soplar y sorber” al mismo tiempo: “soplar” con nuevo crédito a las pymes, para más que compensar (“sorber”) la caída del crédito frente a empresas de mayor dimensión.

Angel Berges y David Ruiz son profesores de AFI, Escuela de Finanzas. 

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