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Portugal deberá inyectar miles de millones en Caixa Geral de Depósitos

El mayor banco del país arrastra pérdidas desde hace cinco años pese a las reiteradas ayudas públicas

Sede central de CGD, en Lisboa.
Sede central de CGD, en Lisboa.

El Gobierno portugués deberá recapitalizar el primer banco del país, Caixa Geral de Depósitos, con miles de millones de euros para hacer frente a la elevada morosidad de sus créditos. El problema de CGD llega seis meses después de la liquidación de Banif, que ya costó al Estado 3.000 millones de euros. La CGD tiene el 29% de los depósitos del país y el 22% de los créditos, pero ha presentado este trimestre los peores resultados de toda la banca. Unas pérdidas de 74 millones de euros, frente a las ganancias de dos millones hace un año. El producto bancario cayó un 39% y las comisiones, un 85%. En cinco años ha perdido casi 2.000 millones de euros.

En los próximos días el Gobierno sustituirá al actual presidente de CGD, José de Matos, por el vicepresidente del BPI António Domingues, que ha aceptado el cargo con dos condiciones: romper el techo salarial de organismos públicos (ganará el doble que su antecesor) y una recapitalización holgada para afrontar todos los compromisos —impagados, despidos masivos, exigencias del supervisor…— y algunas sorpresas. La cantidad estaría en torno a los 4.000 millones de euros, según fuentes financieras, es decir, 2,5 puntos del PIB del país.

El sábado, el primer ministro António Costa reconoció que el Gobierno está a punto de aprobar el plan de recapitalización pública de CGD, aunque se negó a dar su cantidad.

La ayuda del estado deberá ser aprobada por Dirección General de la Competencia, en Bruselas, una aprobación que no va a llegar sin contrapartidas, como la reducción drástica de oficinas y empleados. En contrapartida al plácet de la inyección de dinero público, disminuyen las posibilidades de que el Gobierno logre otras excepciones de Bruselas respecto a la creación de un banco malo para aparcar los activos tóxicos del sector.

La ayuda pública deberá contar con la autorización de Bruselas, ya que va contra la libre competencia de otros bancos

Desde 2008, el Estado ha dejado en CGD 2.700 millones de euros, además, hace cuatro años, le concedió 900 millones en obligaciones convertibles (CoCos), de los que no ha devuelto ninguno.

El actual ministro de Finanzas, Mario Centeno, encaró la estabilidad banca como su gran objetivo. “No queremos más sorpresas”, decía Centeno en un encuentro con periodistas. Efectivamente, a los pocos días de llegar al Gobierno tuvo que liquidar el Banif que llevaba desde 2013 en encefalograma plano, con respiración asistida, pero sin que nadie tomara una decisión. Tuvieron que decir basta las autoridades europeas, para que el nuevo Gobierno cerrara Banif -el 60,5% era del Estado-, perdiendo 3.000 millones de euros.

De los 900.000 millones euros impagados en la banca europea, apenas un 2% son de la banca portuguesa; el pequeño porcentaje continental es, sin embargo, un problema local, pues se concentra en dos bancos, los dos mayores y, además, los dos públicos, Caixa Geral y Novo Banco; en el caso del primero hay que inyectar miles de millones y en el caso del segundo se venderá, pero con miles de millones de pérdidas.

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