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El dilema del negocio de Evian

El mayor productor de agua del mundo ensaya recipientes alternativos al plástico

Cada segundo se abren, se sirven y se beben 55 botellas de agua Evian en todo el mundo. Cincuenta y cinco botellas por segundo en Tokio, en Moscú o en Múnich. Unas 3.000 por minuto, 200.000 por hora, 5 millones al día, casi 2.000 millones al año. Las cifras son de vértigo, y la cantidad de "agua pura de los Alpes franceses", como promete la publicidad desde sus orígenes, no se puede calcular.

Para Danone, la multinacional de la alimentación propietaria de la envasadora Evian, el agua es oro líquido. Hoy día, en cada esquina hay agua mineral envasada en pequeñas y prácticas botellas de plástico. El mercado experimentó un breve bajón durante la crisis económica. Desde entonces se vuelve a prever un crecimiento del 10%. El año pasado, las ventas de agua superaron por primera vez a las de refrescos. Se está produciendo una revolución, la revolución del agua, con consecuencias negativas para todo el mundo. Junto al lago Leman se busca una solución sostenible a este conflicto, pero "sostenibilidad" tiene muchos significados.

El plástico de las botellas va a parar al mar por toneladas, obstruye el estómago de las aves marinas y mata a los peces. El precio que pagamos por el agua es elevado. "Para embotellar un litro de agua mineral hacen falta tres o cuatro de agua corriente", dice Peter Gleick, experto en agua del Instituto del Pacífico de San Francisco y autor del libro Bot­tled and Sold (embotellada y vendida). Pero los costes energéticos son aún mayores, y es que para producir las botellas de tereftalato de polietileno (PET, por sus siglas en inglés) se necesita petróleo. "Si contamos el material, la producción, el transporte y la refrigeración de las botellas, todo junto, en embotellar un litro de agua mineral se gasta hasta un cuarto de litro de petróleo", asegura Gleick. Pero también en este sector hay cosas que se pueden hacer bien. "Las industrias que no respeten sus ecosistemas desaparecerán", vaticinaba hace años Franck Riboud, el carismático consejero delegado de Danone. Evian es un ejemplo de ello.

La planta embotelladora de Amphion se encuentra en un entorno casi idílico junto a la desembocadura del río Dranse, en la orilla sur del lago Leman, a pocos kilómetros al oeste de Évian-les-Bains. Es la mayor instalación productora de agua mineral del mundo. Cada día salen siete millones de botellas de sus líneas de producción. Las piezas de PET azul en bruto se calientan, se soplan para darles forma de botella y, en fracciones de segundo, se llenan de agua.

Un bien muy preciado

Cronología

1789. El manantial de la familia Cachat en Évian (entonces en Saboya) se hace famoso tras la visita del conde Jean-Charles de Laizer, que buscaba una cura para sus problemas renales.

1826. El Gobierno saboyano autoriza el embotellado de las aguas de Évian.

1859. Se constituye la S. A. de las Aguas Minerales Cachat, que más tarde tomaría el nombre de la localidad.

1899. La empresa empieza la exportación de agua al resto de Europa y a Oriente Próximo.

1954. Se inaugura una planta de embotellado con capacidad para 100 millones de litros.

1970. La cristalera BSN se hace con Evian. Cuatro años más tarde, BSN y Danone se fusionan.

El agua de Evian mana de un puñado de manantiales. ¿Cuánta en total? La empresa guarda silencio al respecto. Lo único seguro es que no es posible sobreexplotarlos; no se puede embotellar más de lo que sale del suelo. En Évian solo queda un manantial accesible al público. Se llama Source Cachat. El agua fluye de un grifo a una galería del balneario de Évian-les-Bains a través de una pared decorada con mosaico. Aquí no hay nada industrial. Reina la parsimonia del penúltimo cambio de siglo. Enfrente, el edificio de madera donde se va a beber está en restauración. La gente entra y llena sus botellas de un agua que, más de 200 años después del descubrimiento del manantial, sigue brotando inalterada: baja mineralización, pH neutro, sin sustancias nocivas ni pesticidas y a 11,6 grados, tanto en invierno como en verano.

En la vecina embotelladora de Amphion el ritmo es diferente. Aquí, de donde salen cada día 150 vagones cargados del agua francesa, que se expide a través de la estación de mercancías más grande de Europa, empieza su viaje al mundo. Gran parte va a Róterdam, donde se embarca en todas direcciones para exportarla a 143 países. Una jornada laboral cualquiera, Stéphane Dupays, director de la planta, consulta su reloj a las 15.32. El panel indica 3.242.750 botellas, la mitad del objetivo del día. Dupays toma una botella y la sostiene a contraluz: "Lo que hay aquí es la lluvia del año 2000 que ve la luz por primera vez desde hace 15 años". Todo ese tiempo necesita el agua para filtrarse por los estratos rocosos de los Alpes franceses hasta Évian.

Dupays habla del sabor "totalmente puro" del agua, de que la huella ecológica de su producción "se redujo un 40% entre 2008 y 2012", del PET de las botellas de plástico, que revolucionó la industria en 1992 y que ellos "fueron los primeros del mundo en utilizar". Entonces nadie sospechaba el problema ecológico que supondría. Hoy ya no se puede obviar, pero hasta el momento no se ha encontrado una solución, tampoco en Evian.

La empresa está experimentando con materiales biodegradables, aunque por ahora no hay ningún producto listo para al mercado. "El agua en botellas amarillentas no da muy buena impresión", concluye Dupays. Le gusta más imaginar que pronto se podrán producir cartuchos para impresoras 3D a partir de botellas reciclables. No obstante, prefiere hablar de otra cosa. Al fin y al cabo, lo importante para la empresa es la calidad del contenido de las botellas.

Riboud ya había reconocido en 1992 que también la agricultura puede contaminar el medio ambiente. Entonces se fundó Apieme, una asociación que reúne a la empresa Evian, a los municipios afectados y a los agricultores de la región. Cathy Le Hec, responsable de política medioambiental y protección de los manantiales de Danone, se ocupa de llevar adelante la iniciativa y de trasladar el modelo a los otros manantiales del grupo.

Intentan poner en práctica una agricultura inteligente y un desarrollo controlado de los municipios. El logro más reciente es una planta de biogás para los excrementos de las vacas. A partir del otoño se procesan en ella 36.000 toneladas de estiércol que sirven para calentar escasamente 1.000 hogares.

Pero ¿puede ser esta forma de "tráfico de indulgencias" ecológico un modelo para el futuro, un salvoconducto para transportar en barco a todo el mundo agua en botellas de plástico? Evian sostiene que no se puede privar al mundo de beber su agua, pero al mismo tiempo el mundo no puede seguir absorbiendo botellas de plástico.

Este artículo forma parte de ÜberWasser, un proyecto multimedia financiado por el Centro Europeo de Periodismo a través de su Programa de becas para la Innovación en la Información sobre el Desarrollo.

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