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Columna
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Los halcones monetarios no vuelan

Schäuble ataca a Draghi, como antes a Bernanke, por su expansión: EE UU galopa; la UE renquea

Xavier Vidal-Folch

Contra lo que se dice, al BCE le queda aún arsenal para el relanzamiento: incrementar sus últimas medidas expansivas —compra de bonos, tipos de interés cero, tipos negativos para los depósitos de la banca en Fráncfort—, o adquirir préstamos de los bancos, o financiar eurobonos del BEI. Y una traca final, el “helicóptero del dinero”, inyectarlo aún más directamente a empresas y consumidores.

La escasa propensión del banco central a emprender una escalada adicional mediante cualquier decisión de las mencionadas arriba tiene buenas razones. 1) Sería precipitada, pues la política expansiva ya da frutos: el crédito en mejores condiciones y plazos aumentó el primer trimestre un 6% en la eurozona. 2) Conviene dar tiempo a que los halcones se atraganten con sus estupideces.

La última invectiva depredadora se debe no al Bundesbank (¡gran novedad!) sino al ministro alemán Wolfgang Schaüble: “Le dije a Mario Draghi que estará orgulloso, pues puede atribuirse el 50% del éxito” electoral de Alternativa para Alemania. ¿Creerá que todos los votantes ultras serán gentes de patrimonio financiero (incluso pensionistas) despechadas por la baja rentabilidad de sus ahorros?

Le corrigió, vivir para ver, el jefe del Buba, Jens Weidmann: “La ciudadanía no está compuesta solo de ahorradores; también hay empleados, contribuyentes y deudores, que como tales se benefician del bajo nivel de los tipos de interés” (FT, 13/4). Por eso, “un enfoque de política monetaria expansiva parece apropiado en esta coyuntura”. Bravo, Jens, ¡bienvenida tu caída de caballo a lo Saulo! (tras haberte opuesto a todas las medidas de esa estrategia expansiva estilo Reserva Federal).

Quizá Schaüble pretende vacunar a Europa contra ese helicóptero que en su día propuso el también conservador Milton Friedman; quizá se ha convertido en mero lobista de los laboralmente pasivos y de la banca menos dinámica; quizá esté muy amortizado. Igual Weidmann otea mayor empeoramiento de la economía alemana que el previsto; igual va de banquero central corporativista (¡ojo, no toquéis nuestra independencia!); igual inicia carrerilla para llegar a sustituir a Draghi.

Al cabo, poco importan los motivos personales. Pesan las razones. Aprendamos de la historia comparada Europa-América:

Cuando en noviembre de 2010 la Fed lanzó su segunda ronda de expansión cuantitativa (QE-2), ya Schauble la tildó de “ofuscada”; Sarah Pallin pidió a los federales que “cesáramos y desistiéramos”; y los líderes parlamentarios republicanos, flirteando con la ultraderecha, pronosticaron una “inflación dura y difícil de controlar”, rememora Ben Bernanke (El valor de actuar, Península, 2016)

Claro que toda receta conlleva peligros. En este caso, riesgo moral, burbujas, freno al reformismo, incentivo al endeudamiento... Pocos se han dado, pero cualquiera mejor que el estado de coma. Los EE UU de los ofuscados Bernanke y Obama derrotaron a la Gran Recesión. Mientras la UE del halcón Schaüble prosigue, renqueante, su andadura anémica.

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