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El FMI ve la banca alemana y española muy vulnerables a tipos negativos

Las entidades alemanas, españolas y portuguesas son las más expuestas al impacto de la actual política monetaria

La directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ayer lunes en Washington.
La directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ayer lunes en Washington.STEPHEN JAFFE (EFE)

Los tipos de interés negativos (que consisten en pagar por prestar dinero, poco más o menos) son una extravagancia económica digna de la Gran Crisis. Suponen una bendición para un país sobreendeudado como España, y en general para un Atlántico Norte que trata de sacar la cabeza en medio de un mar de deuda. Pero son también un dolor de muelas para el sector financiero: el FMI cree que las entidades alemanas, españolas y portuguesas son las más vulnerables a tipos negativos, que están aquí para quedarse, a juzgar por las señales del BCE.

No se esperan grandes novedades en la reunión del BCE, con Mario Draghi defendiendo, como suele, la batería de medidas extraordinarias recientes en la comparecencia de hoy. Solo una cosa es segura: las habituales preguntas de la prensa alemana, incluso de la menos conservadora, acerca de los efectos negativos de la política de tipos de interés. Draghi y los suyos cierran filas. Consideran que ese activismo monetario es imprescindible para auxiliar a una economía languideciente, empachada de deuda, con una inflación inexistente y grises expectativas a juzgar por la desaceleración que viene. El FMI defendió también la semana pasada, en su cumbre de primavera, los tipos negativos. Pero el Fondo apunta que ese escenario pone al descubierto zonas de vulnerabilidad: el Informe de Estabilidad Financiera señala que los mayores riesgos asociados a las tasas negativas afectan a la banca alemana, española, portuguesa e italiana.

La industria financiera alemana, tradicionalmente muy potente por la enorme masa de ahorro en una economía que acumula superávits comerciales gigantescos, es quizá la más señalada. Tanto las aseguradoras como el sector bancario llevan meses alertando del estrés que supone la política de tipos en un país con un modelo financiero chapado a la antigua, en el que son habituales los depósitos a tipos fijos, desvinculados de los vaivenes del precio oficial del dinero. España, Portugal e Italia sufren por otras razones: en el caso español, por el volumen de hipotecas referenciadas al Euribor, que han mellado la rentabilidad de las entidades.

“Los tipos bajos, a la larga, podría poner presión sobre la industria financiera de la zona euro. Los bancos con hipotecas referenciadas pueden tener problemas”, apunta el informe del Fondo. Los márgenes, señala ese estudio, sufren de lo lindo por la caída de tipos en Portugal, Alemania, Italia y España. Por este orden.

El FMI, a pesar de las advertencias, se ha afanado en defender sin aristas la conveniencia de los tipos ultrabajos o negativos. Ese mensaje fue repetido a lo largo de las reuniones en Washington, frente a otras versiones, como la de Larry Fink —presidente de Blackrock—, que critica el perjuicio para los ahorradores. “Los ciudadanos no son solo ahorradores, son también consumidores y trabajadores. ¿Si no usáramos esa política habría menos crecimiento, menos crédito y menos empleo? La respuesta es sí”, explicó la jefa del Fondo, Christine Lagarde. El FMI añade que el uso de tipos negativos debe tener limitaciones, porque en muchos asuntos supone adentrarse en terra incognita. Si la utilización de ese instrumento no se acota en el tiempo, particulares y empresas podrían empezar a recurrir mucho más al dinero en efectivo; los bancos podrían hacer lo mismo, y eso provocaría nuevas tensiones.

La banca española comparte las tribulaciones de la alemana por los tipos. El presidente de la patronal bancaria, José María Roldán, abogó ayer incluso por una subida del precio del dinero. Roldán cree que la situación actual perjudica a la banca, pero también frena la recuperación económica: “La normalización de los tipos de interés será una magnífica noticia para el sector bancario cuando se produzca, pero también para la economía en general”, informa Íñigo de Barrón.

Pero la banca está prácticamente sola en esa defensa de las subidas de tipos. Solo Alemania se ha atrevido a criticar a Draghi —pese a la pretendida independencia del BCE que siempre defiende Berlín, señala el think tank Eurointelligence—, mientras que la gran mayoría de los analistas aplauden esas medidas por la raquítica recuperación combinada con la nula inflación. “Esta política monetaria tiene efectos secundarios, pero es necesaria en este momento”, afirma Nicolás Verón, investigador de Bruegel y el Peterson Institute. Verón apunta que el sistema financiero alemán “va a sufrir con tipos negativos y debería repensar su modelo de negocio, pero tiene colchones para absorber ese shock y una economía detrás muy poderosa”. Las vulnerabilidades de la banca española también están ahí, y las compras recientes de bancos portugueses “puede ser el primer paso hacia un sistema financiero peninsular con alguna dificultad”. “Pero España ha hecho sus deberes, con una recapitalización fuerte y un cambio en la gobernanza espectacular. La situación de los bancos no es ni mucho menos preocupante, aunque todo dependerá de cómo se sigue digiriendo la crisis inmobiliaria y cómo evoluciona la economía”, añade.

Las mayores dudas están en Italia, con una morosidad elevada y varios años perdidos, en los que la banca italiana ha hecho poco o nada, y con ese entorno de tipos negativos que no le beneficia. “Si vienen problemas en la eurozona, el sistema financiero italiano sufrirá: de ahí que las autoridades italianas y europeas estén dando rápidos pasos en las últimas semanas”, cierra Verón.

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