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El 80% de los usuarios, satisfecho con el consumo colaborativo

En la presentación de un informe elaborado por la OCU, la UCM y el colectivo OuiShare, la CNMC insiste en su voluntad de liberalizar

Usuarios de Blablacar, el servicio que permite compartir coche en trayectos, en Madrid.
Usuarios de Blablacar, el servicio que permite compartir coche en trayectos, en Madrid.KIKE PARA

Ocho de cada 10 usuarios están satisfechos con el consumo colaborativo. Esta es una de las conclusiones del informe Colaboración o negocio. Consumo colaborativo: del valor para el usuario a una sociedad con valores. El estudio, elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la comunidad Ouishare, ha sido presentado este jueves en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM. A pocos kilómetros, el colectivo de taxistas se manifestaba en contra de este nuevo fenómeno y de la intención de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) de liberalizar el sector para permitir el acceso a nuevos modelos de negocio.

El estudio, elaborado a través de una encuesta a más de 8.500 consumidores de cuatro países europeos —España, Italia, Portugal y Bélgica— y el análisis de 70 plataformas de consumo colaborativo de diferentes categorías —desde el transporte hasta el alojamiento—, nace con la vocación de analizar el impacto económico y social de este nuevo fenómeno, que está generando polémicas y debates a todos los niveles en distintos lugares del mundo. Los resultados evidencian que más del 70% de los encuestados ha participado alguna vez en una actividad de consumo colaborativo, movido sobre todo por razones económicas —ahorro de dinero— o prácticas —facilidad de uso y flexibilidad de horario, entre otras razones—. “Los usuarios tienen claro que el consumo colaborativo crea valor para ellos, es útil y responde a sus expectativas”, concluye el informe. Las plataformas mejor valoradas, por categoría, son las de alojamiento, de trasporte y los mercados de redistribución y segunda mano.

Pese a estas notas positivas, ha quedado patente la necesidad de introducir mejoras tanto en el marco legal como en términos de protección al consumidor, y de determinar una manera clara para medir el impacto social, económico y medio ambiental de este estas nuevas fórmulas de consumo en la sociedad. Con este propósito, se han consultado a 33 expertos internacionales para que elaboraran una lista de indicadores para realizar el análisis. Los resultados evidencian la elevada eficiencia de estos nuevos actores, lo que implica un reto para los sectores tradicionales, pero no queda claro su compromiso social o medio ambiental: solo el 26% de las plataformas estudiadas tiene como objetivos la mejora de la cohesión social o el consumo sostenible —entre las analizadas en España, el porcentaje se reduce al 10%—. 

Por su parte, OCU ha lanzado 10 peticiones a los legisladores y a las mismas plataformas, que van desde la introducción de un marco común europeo hasta la simplificación de la regulación, la garantía del cumplimiento de las obligaciones legales y la implementación de un modelo que asegure la seguridad jurídica de los consumidores. “Hay que evitar monopolios, aclarar la legislación, que defina cuando un actor privado se convierte en profesional. Nos gustaría que fuera a nivel europeo”, ha concluido Amaya Apesteguía, experta consumo responsable y colaborativo de la OCU y coautora del informe.

La CNMC, firme en su intención de “desregular”

“Quién es más eficaz lo determina el mercado”, ha declarado María Sobrino, subdirectora de Estudios e Informes del departamento de Promoción de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), en la mesa redonda celebrada tras la presentación del informe, en la que han participado personalidades de diferentes instituciones —Angel Gordo (UCM), Maria Sobrino (CNMC), María Álvarez (Sharing España), Albert Cañigueral y Luis Tamayo (Ouishare), Sebastián Reyna (UPTA) y Claudia Martínez (Comisión Europea)—.

“Hay sectores donde existen barreras a la entrada que impiden el acceso de nuevos actores y perjudican al consumidor”, ha añadido Sobrino. “Desde el punto de vista de la competencia hay que establecer reglas iguales entre todos los agentes y facilitar los trámites y el acceso de estos nuevos actores”. En la misma línea se ha movido Claudia Martínez, de la Comisión Europea, al asegurar que el organismo comunitario apoya la economía colaborativa y la creación de un mercado único digital. “Intentaremos aportar un poca de claridad”, ha sentenciado.

Ante estas declaraciones han venido las críticas de Ángel Gordo, profesor de la UCM y coautor del estudio, quien ha existe el riesgo de crear “un principio de capitalismo de economía colaborativa”. Luis Tamayo, de Ouishare, ha matizado en la necesidad de quitar etiquetas y de hablar de nueva economía, más que de economía colaborativa. “Seguimos con las estructuras empresariales del siglo XX, pero con un modelo totalmente nuevo”, ha comentado.

Sebastián Reyna, por su parte, ha recordado que siempre se plantea el problema desde la perspectiva de las obligaciones, pero no se menciona que también hay derechos. “Se olvida que hay un cambio social que, como todos los cambios, crea conflictos de intereses”, ha sentenciado. El portavoz de UPTA ha insistido en la necesidad de trabajar sobre los conceptos de marginalidad y complementariedad y establecer qué obligaciones implican desde un punto de vista laboral. “No hay muchas o pocas reglas, hay reglas buenas o malas”, ha zanjado.

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Sobre la firma

Laura Delle Femmine
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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