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Bruselas prevé más crecimiento en España pero empeora el déficit

La Comisión Europea eleva el agujero fiscal previsto de 2015 al 4,8% del PIB y no bajará del 3% hasta 2017

Claudi Pérez
El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici.
El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici.E. DUNAND (AFP)

España crece más, pero a la vez incumple más sus metas fiscales. Pese a la incertidumbre política, el PIB español aumentará el 2,8% este año y el 2,5% en 2017, algo más de lo que Bruselas auguraba hace tres meses, según las Previsiones de Invierno a las que ha tenido acceso EL PAÍS. Pero el agujero fiscal español levanta ampollas en Bruselas. La Comisión Europea eleva el déficit previsto de 2015 al 4,8% del PIB, una décima más de lo previsto hace solo tres meses; se irá al 3,6% en 2016 y no bajará del 3% hasta 2017, lo que obligaría al próximo Gobierno a recortar 9.000 millones si la Comisión no flexibiliza los objetivos de España.

“El crecimiento se desacelera suavemente pero sigue robusto”, resumen las esperadas Previsiones de invierno, claves para despejar el horizonte económico del próximo Gobierno, sea del color que sea. El PIB aumentó el 3,2% el año pasado, y a partir de ahora perderá algo de fuelle pero aún avanzará con fuerza, el 2,8% en 2016 y el 2,5% en 2017, muy por encima de la media europea. Los vaticinios de Bruselas son algo menos optimistas que los del Gobierno, pero aun así esa velocidad de crucero mejora levemente —una décima por año— los números del anterior informe, publicado en noviembre.

Los vientos de cola que empujan a la economía española —desplome del petróleo y medidas extraordinarias del BCE— son más potentes que los efectos de la inestabilidad política interna, que las amenazas procedentes del euro (Grecia, Portugal e Italia) y que el tembleque que le ha entrado a la economía mundial por la crisis de los emergentes (en especial de China) e incluso con algunos países avanzados (EE UU), que sufren inesperadamente por los efectos secundarios de la rebaja de la cotización del crudo sobre los mercados.

Las malas noticias son que ni siquiera esa notable recuperación permite tapar las enormes debilidades de España. El paro duplica la media europea y seguirá en torno al 19% en 2017, aunque Bruselas subraya que la creación de empleo “fue muy robusta en la segunda mitad de 2015”. La deuda (pública, privada y exterior) es enorme, y deja a España a merced de que los riesgos que se ciernen sobre Europa (con dudas en la periferia, pero también en Italia) y el mundo (China y los emergentes) se materialicen y acaben provocando el enésimo episodio de volatilidad en los mercados financieros. Pero a ojos de la Comisión Europea, España sigue siendo vulnerable especialmente por el flanco fiscal, la auténtica obsesión del Ejecutivo comunitario durante toda la crisis del euro.

Herencia de Rajoy

El Gobierno del PP incumplió los objetivos de déficit todos y cada uno de los ejercicios de la pasada legislatura. Y, según Bruselas, el próximo Ejecutivo tampoco cumplirá en la que acaba de empezar (siempre con una salvedad: “si no se producen cambios en la política económica”, según el informe). El déficit es aún peor de lo previsto en otoño, y cerrará 2015 en el 4,8% del PIB. El agujero no baja del 3% hasta 2017, a pesar de las promesas del Gobierno de Rajoy. Con esos números recobra vigencia el varapalo de Bruselas al proyecto de presupuestos: a la espera de que el próximo Gobierno presente un presupuesto actualizado, si se confirman las estimaciones Bruselas puede reclamar ajustes de hasta 9.000 millones este año, siempre que la Comisión se tome al pie de la letra el Pacto de Estabilidad. Ese tijeretazo dependerá de las habilidades negociadoras del próximo Gobierno con el déficit y las reformas.

El comisario Pierre Moscovici presenta hoy las previsiones, que dejan buen sabor de boca en la eurozona. España abandera ese optimismo en términos de PIB, pero su déficit —y el paro— será el mayor de Europa en 2016: Moscovici ya avisó en noviembre de que España necesita imperiosamente una nueva tanda de recortes, a la vista de que con las rebajas de impuestos preelectorales la economía se benefició de una expansión fiscal que casa mal con el agujero del déficit y la deuda pública. Bruselas ha dado varias moratorias antes para alcanzar los objetivos, pero con la economía metida en graves problemas: no con el PIB avanzando al 3%.

Tras los dos duros primeros años de legislatura —con el Gobierno obligado por la tutela del rescate bancario—, Madrid dejó en suspenso los ajustes y reformas en la segunda parte del mandato. España podría pagar esa siesta fiscal con un sonoro revés a partir de abril, si el procedimiento por déficit excesivo sube un escalón y se adentra en el territorio inexplorado de las sanciones por incumplir las metas de déficit. Las fuentes consultadas descartan desde siempre las multas. Pero ya no lo hacen tan tajantemente como solían: eso dependerá de una multitud de factores, desde las intenciones del nuevo Ejecutivo a su habilidad negociadora y a los problemas de Europa en el momento de tomar esa decisión. Con esa herencia envenenada, el próximo Ejecutivo, sea del color que sea, tiene trabajo por delante.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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