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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Haciendo de la necesidad virtud

El cambio estructural de la economía española puede abordarse con una eficaz gestión de la pluralidad política

En los próximos meses vamos a seguir escuchando, machaconamente, que la actual pluralidad del parlamento español, y la consiguiente inestabilidad política, son un riesgo para la economía española. En definitiva, para muchos analistas uno de los grandes riesgos de la economía es la actual situación política.

Es más, el relato político de la derecha española viene siendo que el PP es la garantía de estabilidad política y que ello posibilitará que se sigan abordando las reformas estructurales que necesita nuestra Economía. Dicho de otra manera: “o Rajoy o el caos”.

Por supuesto que la economía española necesita una agenda reformista para adaptarnos al proceso de globalización, y necesita la confianza de un Gobierno que cumpla sus compromisos europeos e internacionales. Sin embargo, desde mi punto de vista, uno de los riesgos más importante para la economía española es continuar con la política económica de Rajoy. Varias son las razones.

En primer lugar, no es verdad que Rajoy haya apostado por abordar los problemas estructurales de la economía y por las fuentes permanentes del crecimiento económico. Han pasado varios años sin que se hayan acometido reformas estructurales en nuestro país, a pesar de la mayoría absoluta con la que ha contado el PP. Son necesarias y urgentes reformas institucionales como la de la justicia o una estrategia de lucha contra la corrupción, o cambios en los organismos regulatorios y en la Agencia Tributaria (AEAT), cuestiones que Rajoy no va a abordar. Por no hablar de los recortes en los recursos destinados a la I+D, que han sido enormes. Todo ello explica que dos terceras partes del actual crecimiento español se justifiquen por factores externos y transitorios.

La herencia que deja el PP en las finanzas públicas es envenenada. El déficit de España en 2015 se habrá situado en torno al 5%, si no lo ha sobrepasado, y ningún país de la UE alcanzará dicho guarismo. La Comisión Europea ha tumbado los Presupuestos 2016, dado que los ajustes que exige la CE son equiparables a los márgenes que deja el alto porcentaje de gasto comprometido en unos presupuestos. La deuda pública supera el billón de euros. El desequilibrio en las cuentas de la Seguridad Social ronda los 15.000 millones de euros.

Y sin embargo España tiene el dudoso honor de estar a la cabeza del incremento de la desigualdad de los países de la UE y de la OCDE.

En segundo lugar, la complejidad política y territorial no es una opción, sino que ha venido para quedarse. Por consiguiente, uno de los grandes riesgos de la economía española es la incapacidad para gestionar de manera eficaz dicha complejidad política y territorial.

Precisamente, el pasado 17 de septiembre escribía lo siguiente: “el riesgo no puede ser, ni lo que votan los ciudadanos, ni la complejidad resultante. El peligro es la insolvencia política para enfrentarse a dicha pluralidad. Por consiguiente, el ordeno y mando nunca ha sido eficaz, y menos aún lo será en el momento político que estamos viviendo”. Por tanto, el PP no es la mejor garantía para gestionar el momento político que vivimos en España.

En tercer lugar, en muchas ocasiones, como ha sucedido el caso de la última legislatura, las mayorías absolutas han impedido abordar las reformas de fondo que exige la economía española, e incluso, en algunos casos, se ha retrocedido, porque el partido que cuenta con la mayoría absoluta, en este caso el PP, no ha querido erosionar el inmenso poder que ha tenido. Ya sea en RTVE, ya sea en los órganos regulatorios y supervisores, en la CNMV, o en la Agencia Tributaria (AEAT), etc. Sin embargo, la pluralidad puede abordar esos cambios de fondo de las instituciones españoles que las mayorías absolutas impedirían por el egoísmo de los partidos que las disfruten.

Para salir de la crisis económica, para crecer de manera sostenida, para crear empleo de calidad, para converger en bienestar con los países más desarrollados, se necesita un cambio estructural en nuestra economía. Ese cambio estructural se debe lograr con tres grandes palancas: modernización de la economía apostando por las fuentes permanentes del crecimiento; reducir las desigualdades y la regeneración institucional o acabar con el ‘capitalismo de amiguetes’. Tres palancas que se interrelacionan y se retroalimentan. Ese círculo virtuoso que necesita España solo puede abordarse desde una eficaz gestión de la pluralidad política española. Nunca estuvo en la agenda de la mayoría absoluta del PP.

Pedro Saura es diputado del Grupo Parlamentario Socialista y profesor titular de Fundamentos del Análisis Económico.

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