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Los bonos de Isolux se desploman ante el miedo a que sea otro Abengoa

Tras la caída en desgracia de la empresa sevillana de renovables, los mercados buscan nuevas víctimas en el sector de la energía y las infraestructuras

Ignacio Fariza
Un hombre en una instalación de placas solares.
Un hombre en una instalación de placas solares.

La crisis de Abengoa empieza a causar daños colaterales. Los bonos de la empresa de energía e infraestructuras Isolux Corsán cayeron ayer hasta su mínimo histórico. Desde que la empresa sevillana entrara en preconcurso de acreedores la semana pasada, el papel de Isolux ha perdido un tercio de su valor y el interés exigido se ha disparado hasta el 39,8%, lejos del 6,6% anual que paga la firma a sus tenedores. Los inversores dudan de su capacidad para devolver su abultada deuda, de casi 1.600 millones, de los que 850 es en bonos y 724, bancaria.

Los inversores dudan de su capacidad para devolver su abultada deuda, de casi 1.600 millones

Tras la caída en desgracia de Abengoa, los mercados buscan nuevas víctimas en el sector de la energía y las infraestructuras e Isolux Corsán ya sufre las primeras consecuencias. El grupo español ha visto como sus bonos con vencimiento en 2021 han pasado de cotizar con un interés del 13% en julio a cerca del 40% actual, pues los inversores huyen de un valor que consideran arriesgado a la vista de lo ocurrido con la tecnológica andaluza.

Ya en septiembre, un índice de riesgo de la deuda empresarial elaborado por CMA y del que se hizo eco Bloomberg calificaba a Isolux como la empresa "más arriesgada del mundo" y le otorgaba un 96% de probabilidad de impago de su deuda en los cinco próximos años. Paradójicamente, esta cifra contrastaba con el 85% de Abengoa, al borde ahora del concurso de acreedores.

El endeudamiento es el problema más acuciante. Para hacerle frente, en enero la compañía anunció que lograría 600 millones de euros con su salida a Bolsa, pero posteriormente dio marcha atrás por las dudas que generaba.

Desconfianza inversora

Como alternativa, en verano anunció un ambicioso plan de desinversiones centrado en su división de infraestructuras y renovables con el que pretende captar más de 700 millones, con lo que cubriría los 724 millones de deuda bancaria. Sin embargo, y a la vista de la evolución reciente de su bono, el programa de venta de activos parece insuficiente a ojos de los inversores en renta fija, que han acelerado su huida de las obligaciones de la empresa.

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En su última revisión de la calidad crediticia, las agencias estadounidenses S&P y Fitch situaron los bonos de Isolux en terreno de "altamente especulativo", un nivel de riesgo elevado. El próximo año es clave para la viabilidad de la firma: tendrá que hacer frente a vencimientos de deuda por 216 millones de euros, más del doble que en el ejercicio en curso. Fuentes de Isolux han remarcado a este diario que la evolución del bono "no afecta directamente" a su actividad y solvencia.

A los problemas financieros de la firma se suman ahora los provenientes de su cuenta de resultados. El beneficio bruto operativo de Isolux cayó un 38% en el tercer trimestre hasta los 115 millones de euros, frente al mismo periodo del año pasado. Los ingresos repuntaron apenas un 2%, hasta los 1.580 millones. En sus cuentas se dejan sentir, además, las turbulencias económicas de los países emergentes, de donde procede el 70% de su facturación. El estrechamiento de los márgenes es especialmente visible en Brasil, uno de los países más fuertemente golpeados por la recesión en 2015.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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