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Una empresa con muchas vitaminas

BTSA es la compañía biotecnológica que encabeza la producción de antioxidantes naturales

Ana Ugidos, fundadora de la empresa de biotecnológica española BTSA.
Ana Ugidos, fundadora de la empresa de biotecnológica española BTSA.P. V.

La empresa biotecnológica española BTSA forma parte del programa para empresas prometedoras Elite, de la Bolsa de Londres, y es probable que en un plazo de dos años logre cotizar en el parqué londinense. El presente y el futuro a medio plazo luce bastante bien para la firma fundada en 1994 por Ana Ugidos, especializada en la fabricación de Vitamina E y antioxidantes naturales imprescindibles para las industrias alimentaria, dietética, cosmética y farmacéutica. Además, hace seis años, la empresa comenzó a trabajar en una nueva línea de productos con Omega-3, un ácido graso esencial para el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso, fundamental durante la etapa del crecimiento.

“Empecé sola y, para colmo, la nave en la que se puso en marcha la empresa un día se quemó y explotó un tanque con cinco toneladas de aceite que acabaron por el suelo”, recuerda Ugidos. “Tampoco es que tuviera mucha ayuda de los bancos, aunque alguna hubo. Eran tiempos de pelotazo, de tipos de interés al 16% y de poco ánimo en los bancos por apoyar una empresa biotecnológica. Algún director de sucursal incluso me aconsejó que montara una farmacia o una bocatería, negocios mucho más bonitos para una mujer. En aquel momento ser emprendedor, algo tan de moda hoy, tan sólo se asociaba a alguien que había perdido su trabajo y buscaba una fórmula de autoempleo”, añade.

“Hoy me siento más empresaria que emprendedora. El momento de dejar de ser lo uno para ser lo otro es algo muy emocional, corresponde al momento en el que empiezas a crecer; a vender fuera más de la mitad de lo que produces. Ese es el momento en el que tienes que reinventar tu estructura de empresa, a profesionalizar los cargos. Incluso yo misma tuve que reciclarme y mejorar mi formación. Es muy probable que BTSA no hubiera llegado a ser lo que es hoy si no hubiera dado ese paso”, recuerda.

La reconversión

“No fue nada fácil, puesto que aquello supuso que mucha gente de la empresa se tuviera que ir por no saber crecer con los nuevos tiempos. Y es que hacían las cosas como las hacían al principio, cuando éramos una empresa mucho más pequeña. Y aquello ya no valía. Recuerdo las críticas cuando dije que quería hacer una web. Muchos me dijeron que una empresa como la nuestra no la necesitaba; que nadie nos iba a buscar en Internet; que eso era sólo para quien vendía directamente a la calle”, relata la fundadora. BTSA no vende sus productos en la calle, eso es cierto, lo hace directamente a grandes empresas como Coca Cola, Pepsico, Bimbo, Nestlé, Mercadona, Niva, Chanel, L’Oreal, Quaker o Unilever.

Ugidos, apenas terminada la carrera, empezó a trabajar para el grupo japonés Eisai, un laboratorio que comercializaba vitamina E. Los japoneses compraban en España la materia prima (residuos del aceite), la destilaban en Japón, y luego vendían el antioxidante conseguido. “Por entonces, en los países del entorno europeo no existían fábricas para esta materia prima residual, así que pensé: si los japoneses podían destilar la vitamina, nosotros también. Además, se rumoreaba que en Europa iban a prohibirse los antioxidantes artificiales, o sea que el mercado iba a revolucionarse. Todas las empresas alimentarias iban a demandar conservantes naturales. ¿Por qué no montar una fábrica, aunque fuese pequeña?”, dice Ugidos.

BTSA ya no es aquella pequeña empresa. Ha crecido mucho y, según su fundadora, sigue siendo especialmente cuidadosa con el medio ambiente, como cuando nació. “Partimos de un residuo que era muy contaminante en las refinerías de aceite de soja y girasol y que no tenía aplicación ninguna. Nosotros lo procesamos y primero separamos la vitamina E. El resto lo neutralizamos para producir biodiesel. Es decir que partimos de un residuo y generamos cero residuos. Además, reciclamos todo. Hasta los palés proceden de talas controladas”.

La empresa facturó 20 millones de euros en 2014 y da empleo a 53 personas. Un 65% de sus ventas están en el mercado internacional y opera en más de 30 países. El próximo año la firma prevé abrir una planta de producción en México que triplicará en tamaño de la fábrica que tiene en Alcalá de Henares.

Nutrición y cosmética

Muchas veces en televisión se ha visto el siguiente anuncio: un atractivo modelo (hombre o mujer) luce una melena envidiable. ¿Cuál es su secreto? Unas pastillas. Suplementos nutricionales o alimentos funcionales que, según las empresas, mejoran el aspecto de piel, cabello o uñas. A todo este conjunto de productos, toda una rama de investigación y negocio dentro del campo de la cosmética, se le ha venido a denominar nutricosmética. “Es una industria que va en aumento en España pero que crece más lentamente que en otros países europeos”, dice Belén Artiach, miembro de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC).

La razón de esta lentitud, según la experta, es que España “tiene la dieta mediterránea muy implantada, una de las alimentaciones más equilibradas y que más nutrientes y fitonutrientes aportan”. En realidad, como señala Artiach “la dieta mediterránea aporta muchos de esos efectos beneficiosos que da la nutricosmética, por lo que en muchos casos no resulta necesaria”. Sin embargo, el modo de alimentarse de la sociedad española está experimentado cambios que implican “una pérdida de algunas vitaminas y minerales”.

¿Y cómo se intenta recuperar esta pérdida? Consumiendo complementos nutricionales. En España, los preferidos son los compuestos para adelgazar, los que combaten la caída del cabello, la fotoprotección oral y los antioxidantes. Los españoles se gastaron el año pasado, según Euromonitor, cerca de 259 millones de euros en suplementos vitamínicos y dietéticos. El gasto per cápita fue de unos 5,6 euros de media frente a los 70 de los estadounidenses.

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