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Fujifilm se pasa a la salud

El grupo japonés de fotografía se vuelca al desarrollo de fármacos para sobrevivir

Hace ya un tiempo que a Sony ya no le interesan los ordenadores, tampoco los televisores ni los aparatos de música, cuyos negocios plantea vender. Panasonic se ha dejado seducir por sectores industriales, como la automoción, en detrimento de las ventas directas de aparatos de gran consumo. Hitachi ha puesto el foco en las centrales eléctricas. La electrónica de consumo japonesa está en retirada. Muchas de sus multinacionales han dado un giro brusco a su negocio tras sucumbir a los envites de sus nuevos competidores. En ese campo han perdido en el campo de batalla del precio, de la innovación e incluso de la marca.

El caso es diferente, pero Fujifilm no es una excepción a esa revolución de renovarse o morir. Fue una referencia de la fotografía en el mundo analógico. Y eso ocurrió hasta el año 2000, cuando las películas de color se situaron en máximos históricos de ventas. A partir de ahí, el advenimiento de las cámaras digitales le hizo un siete al sector y a Fujifilm. La compañía se reinventó. Tanto, que el año pasado su marca reapareció por sorpresa en un escenario impensable hace solo una década: la África Occidental azotada por la epidemia del ébola. Avigan, un medicamento desarrollado por su división médica para tratar la gripe, era capaz de contener el virus en las personas infectadas. Esa es quizá la imagen de su refundación.

Fujifilm inició el pasado decenio una oleada de adquisiciones en el sector médico. En 2006 compró Perceus Proteomics. Después hizo lo mismo con un fabricante de fármacos de radioterapia, hasta que llegó a Toyama Chemicals, su ‘Enterprise’ en el sector de la salud, en 2008. Y a partir de ahí ha cerrado otras operaciones en paralelo a la firma de acuerdos de colaboración. En los próximos tres años prevé invertir 3.700 millones de euros en nuevas fusiones y adquisiciones; ya ha gastado cerca de 5.000. Centrado en el cáncer, el alzheimer y las enfermedades contagiosas, el grupo tiene actualmente nueve fármacos en desarrollo. Espera lanzar varios de ellos en 2018, año de salida para que el área farmacéutica incremente los beneficios del grupo.

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Su área médica (en el que también se añaden tecnologías de la imagen) facturó el pasado año 3.000 millones de euros tras crecer casi un 50% en el último lustro. En 2017 está previsto que ese negocio supere los 3.330 millones. Su evolución es muy superior a la del conjunto del grupo y el pasado año superó por primera vez el negocio agregado del área especializada en fotografía, sus orígenes. El grupo, en total, factura 19.000 millones.

Negocios con futuro

El presidente de Fujifilm en Europa, Takaaki Kurose, recuerda cómo tras aquel año 2000 la compañía hizo un listado de sus actividades y empezó a chequearlas para ver si podían tener un futuro en el grupo. Muchas de ellas casaban a la perfección con el negocio médico, y no solo las que tenían que ver con la tecnología de la imagen. “Cuando las ventas de películas cayeron de forma drástica analizamos todas las tecnologías vinculadas a la fotografía, desde la parte de la química fina a la óptica o la imagen digital”, explica Kurose. Además de desarrollar herramientas de diagnóstico, ámbito en el que ya estaban presentes, el objetivo era crear fármacos que no tuvieran competidor o que nacieran con la garantía de ser el mejor en su campo.

Kurose destaca esa dependencia “de la química fina que tiene el sector farmacéutico, que también es básica para la fotografía analógica”. Más de cien componentes químicos se utilizan en las diferentes capas que acaban en una fotografía de papel. Los emulsionados que se utilizaban para evitar que el papel fotográfico no se desvirtuara con el tiempo acabaron funcionando también para el desarrollo de cosméticos antiedad. E incluso a la habilidad fabril del grupo se le sacó jugo: “Somos especialistas en fabricar y eso se lo podemos aportar a Toyama y al lanzamiento final de productos al mercado”. Por todo ello, Kurose concluye que la nueva Fujifilm no ha dado la espalda a aquella empresa fundada en 1934 para batir a Kodak en el sector de la fotografía. Sigue basándose, dice, en la innovación.

La medicina se ha entendido en los últimos años como un potencial negocio en Japón. El envejecimiento de su población se ha convertido en un reto. No hay otro negocio más atractivo que el médico cuando se intenta mirar hacia el futuro, lo que explica que otras grandes enseñas niponas se hayan interesado por ese nicho. A las ya mencionadas Sony o Panasonic se le ha unido Toshiba. Pero todos esos grupos sueñan en realidad con un mercado global en el que los países emergentes de Asia y África impulsen sus negocios.

Tras entrar en el sector biofarmacéutico este año, Fujifilm prevé crecer a velocidades de dos dígitos en los dos próximos años en el área farmacéutica, que actualmente compone menos de la mitad de su división de salud, completada por instrumental de diagnóstico y otro material electrónico utilizado en centros de salud. El camino en el que ahora se encuentra Fujifilm ha sido costoso. La compañía lo empezó mientras hacía un traumático recorte de plantilla y cerraba fábricas basadas en el negocio fotográfico. “Fue una gran crisis para la compañía”, reconoce Kurose. En 2000 el grupo solo reconocía dos negocios: el de soluciones informáticas y el vinculado directamente a la fotografía, que representaba el 54% de la facturación en 2001.

Cámaras de alta gama

Hoy, ese negocio apenas supone el 15%. Fujifilm se ha centrado en cámaras de alta gama para “apasionados de la fotografía” al ver cómo los teléfonos inteligentes copaban los nichos inferiores y hacían casi invendibles las cámaras de baja gama. Y ha sabido recuperar un símbolo de los años ochenta: las cámaras de papel instantáneas que resurgieron entre los veinteañeros asiáticos en 2007 y cuyo éxito se ha trasladado al resto del globo. Desde su lanzamiento se han vendido en torno a 400 millones de unidades. El presidente europeo del grupo, que niega que se trate de una moda pasajera, reconoce que ni ellos mismos eran conscientes de lo que iba a suceder. Cree que probablemente sus cámaras Instax serán las que preserven la marca Fujifilm en el negocio fotográfico. Tras el recorte de instalaciones dedicadas a la fotografía, ahora Fujifilm prepara la apertura de un tercer centro de producción de papel.

Europa es otro de los pilares en los que Fujifilm quiere crecer. En este caso, tiene muchas esperanzas de hacerlo en el sector de los servicios vinculados al agua. “Estamos desarrollando una membrana para purificar el agua y necesitamos alguna compañía con la que podamos ofrecer un servicio completo. España tiene mucho potencial”, apunta Kurose, que subraya que California, Dubai y España son las zonas donde su tecnología podría resultar más interesante.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Dani Cordero es redactor de economía en EL PAÍS, responsable del área de industria y automoción. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, ha trabajado para distintos medios de comunicación como Expansión, El Mundo y Ara, entre otros, siempre desde Barcelona.

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