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Las franquicias toman el centro

Hay zonas donde encontrar un local de toda la vida es una ardua tarea En Gran Vía (Madrid) o La Rambla (Barcelona) la densidad de locales con licencia aumenta

Carmen Pérez-Lanzac
Nueva franquicia de The Good Burguer en Gran Vía.
Nueva franquicia de The Good Burguer en Gran Vía. Bernardo Perez

Una ración de bienmesabe (cazón adobado) sale volando de la cocina. Estamos en la taberna gaditana La Caleta de la calle Santa Isabel, cerca del museo Reina Sofía, en Madrid. María Espejo, 46 años, dueña de este y otro local cercano de mismo nombre, tiene en sus manos lo que podría llegar a ser un tesoro: el dosier que le han elaborado por 10.000 euros los consultores de  Barbadillo Asociados y con el que pretende ofrecer la franquicia de sus establecimientos. El horizonte es difuso. ¿Logrará, como sueña, crear una red de locales? ¿Se forrará? Una cosa tiene segura: si no lo logra, no se arruinará. “Más líos no quiero. Me ofrezco como guía espiritual, pero no arriesgo”, dice.

Mapas que ayudan a elegir nuevo local

Cuando una central de franquicias de peso busca abrir nuevo local es habitual que busque la forma de asegurarse de que el nuevo establecimiento funcionará. Para ello puede contratar a una empresa para que le haga un estudio de tránsito peatonal y estudiar la renta media de la zona o que elija comprar el software de una empresa de geomarketing, como Esri (con ella trabajan Starbucks o Carrefour). Con ayuda de los datos que obtienen gracias a sus tarjetas de fidelización y de mapas en los que figuran variables socioeconómicas, pueden decidir con menos miedo a equivocarse el lugar idóneo para abrir una réplica de su local que mejor funcione o comprobar qué peligro hay de que pierdan clientela ante posibles competidores.

Las redes de franquicia siguen creciendo a buen ritmo. Desde 2004 se han duplicado prácticamente, pasando de ser 649 a 1.199. El año pasado crecieron un 10%. Sin embargo, desde 2008, apenas crece su facturación. El año pasado aumentó un 0,5%. Cada vez ingresan menos de media. Durante los años de crisis proliferó el pequeño inversor, sobre todo personas que capitalizaron su paro y apostaron por abrir una franquicia. Durante esos años tuvieron éxito las franquicias low cost, en las que había que invertir un máximo de 50.000 euros.

Con la tímida mejora de la economía están volviendo a entrar al sector inversores con más capacidad de gasto. El coste medio por franquicia actualmente es de 85.000 euros, según Santiago Barbadillo. “No podemos decir que estemos en un momento dulce”, empieza Xavier Vallhonrat, de la Asociación Española de Franquiciadores. “Pero sí estamos en uno mucho más favorable que hace un año y que hace cuatro”, dice.

El número de locales aumentó el año pasado un 8%, pasando de 59.131 a 63.869 establecimientos. Muchos de ellos han abierto en centros comerciales, pues sus dueños prefieren contar con una franquicia como inquilina y evitar el riesgo de tener que alquilar el local con frecuencia.

En las zonas urbanas, sin embargo, el crecimiento no es homogéneo. Hay zonas donde crecen mucho más que la media, como Chueca o Gran Vía (Madrid), La Rambla o El Ensanche (Barcelona), Reus (Tarragona) o Elche (Alicante), según Miguel Ángel Orioquieta, Socio Director de la consultora T4 Franquicias. Son oasis de la franquicia.

Hace dos años, EL PAÍS calculó a pie de calle cuántas franquicias y cadenas había en la Gran Vía (Madrid) y concluyó que suponían el 40% de todos los locales (168). En el primer tramo de la arteria, sin embargo, solo figuraban dos franquicias. Desde entonces han abierto cuatro nuevas, todas españolas: Muy Mucho, Ale-hop, The Good Burger y Multiópticas. Un quinto local, Oink, de bocadillos de jamón ibérico, está empezando los trámites para abrir sucursales.

“No estamos en un momento dulce, pero sí mejor”, dice el portavoz del sector

En estas zonas se ha instalado una especie de fiebre de la franquicia y cada vez más empresarios lanzan sus establecimientos con la idea de crear una red en cuanto sea posible. Carmen Santamaría, una emprendedora extremeña de 38 años, abrirá dentro de dos semanas cerca de Gran Vía (en una bocacalle de la calle Pez) un local de pollo a la brasa, Abrásame, que ha sido diseñado desde su origen para ser franquiciado. “Hemos dado con una buena idea de negocio, que además es sano y barato, y no queremos arriesgarnos a que se nos adelante otro”.

Al igual que a Santamaría, el miedo a que la competencia se le adelantara llevó a Pedro Espinosa a lanzar la franquicia de su tienda de yogur helado, Llaollao. Su primera tienda, en Dénia (Alicante), tenía desde que la abrió un estilo muy coorporativo que ayudó a su éxito. Sin embargo, Espinosa no lo hizo con esa intención desde el principio, sino “por sentido común”, dice al teléfono. En cuanto comprobó que el negocio funcionaba corrió para que no triunfara otro en su lugar. El estilo homogéneo de sus locales se convirtió en un buen aliado. De sus 200 heladerías, tres están pegadas a la Gran Vía (Madrid) y una al lado de La Rambla (Barcelona).

Para Orioquieta el éxito de las franquicias es que el consumidor sabe qué va a encontrar. “Tienes interiorizado el sabor, en caso de que busques comida, y no te quieres equivocar”. María Espejo toca uno de los letreros amarillos que ha colocado en cada carta de su local: “¡Franquicie con nosotros!”. Dice que ya hay un interesado que está viendo locales. Queda por ver si el sabor de Cádiz que vende Espejo logrará conquistar al público ahí fuera.

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.

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